En los 58 años que llevan de casados, Antonia Irrizary Pietri y Héctor M. González Ruiz han tenido que enfrentar todo tipo de pruebas que los ha hecho más fuertes y cada día más enamorados el uno del otro.

Sus vidas estaban destinadas a terminar juntos. Fue una llamada equivocada que los hizo conocerse cuando ambos vivían en Nueva York. Varios meses estuvieron conversando con el teléfono como intermediario.

“A los seis meses nos vimos, nos comprometimos, nos casamos en el estado de Nueva York. Allá procreamos los hijos y aquí estamos, gracias a Dios”, comentó Héctor.

Llegar hasta el año 2020 con 58 años de casados no ha sido tarea fácil para este matrimonio. En la década del 1970 regresaron a Puerto Rico, se establecieron en el barrio Candelaria de Toa Baja y comenzaron un negocio de comida en un pequeño local de paneles de madera.

El negocio prosperó para este chef de profesión, quien logró establecer un restaurante en el primer piso de la propiedad en la que también residían.

Ya retirados, para septiembre de 2015, un joven ladrón puso a prueba todo el amor que ya por años se habían profesado.

“Una vez estábamos durmiendo en la cama, como a las 12:30 a.m., se metió un muchacho como de 19 años por una ventana, agarró un puñal y nos apuñaló en la cama. Nos desbarató, pero el Señor es bondadoso. Nos regaló una nueva vida. Es claro. A ella le causó más daño por el trauma, porque a ella le falla la memoria un poco, los olvidos, y a mí me dañó un riñón y el bazo”, relató Héctor.

Pero la hazaña del hombre fue más grande. Con su cuerpo protegió a su esposa. También tuvo la valentía de levantarse sobre la cama, herido, y gritarle al maleante que detuviera su despiadado ataque.

“Me paré en la cama, le saqué un grito, le dije que no la tocara y salió corriendo el cobarde. Innecesariamente, hizo un daño imperdonable porque quiso, porque cualquier cosa que hubiese pedido la tenía. Lo único que se pudo llevar fue una cartera con unos papeles. Había dos o tres dólares y no se los llevó, y las llaves de los carros”, contó.

Antonia terminó con 17 puñaladas. Héctor, por su parte, terminó con unas ocho.

La experiencia provocó que ahora la pareja se ame y se cuide más que nunca.

“Bueno, lo amo más, lo amo más porque me cuida mucho”, dijo Antonia. “Me siento tranquila, más segura”.

Por su parte, el esposo comentó que “ella se siente protegida por mí. Ella no quiere ni que le apague las luces del cuarto, ni puede estar lejos de mí ni un minuto. Donde quiera que vaya, ella tiene que estar conmigo y ella está pegada. Se siente protegida”.

“Ella es especial, porque es el amor de mi vida. Mi única y primera novia y mi esposa para siempre”, añadió el hombre.

Héctor casi no dejaba hablar a Antonia durante la entrevista. La mujer lo reconocía con una simple sonrisa. Sin embargo, el esposo siempre fue muy detallista hasta para ayudarla a caminar. De hecho, puso a su querida a realizar poses amorosas para las fotografías.

“Cuando usted se enamora, tiene que enamorarse de la hembra que le guste de pies a cabeza y que le respete, sobre todo. El ser humano tiene que aprender a protegerse y a su cónyuge, sobre todo, porque las hembras son nuestras madres. No son nuestras esposas. Cuando perdemos la madre, ella nos protege y nos cocina, nos lavan, nos planchan, nos dan todo, porque nosotros nacimos de hembra y debemos de quererla. La mujer nació para adorarle, quererle y cuidarla, no para ofenderle y castigarle como hacen muchas personas ignorantes”, precisó Héctor.

Para San Valentín, los planes de la pareja no son muy diferentes a lo que comúnmente hacen. Salen a pasear, a comerse algo y a disfrutar juntos.

“Todo el tiempo salimos. Donde quiera que yo vaya, ella va conmigo, comemos algo, paseamos, hablamos donde sea y disfrutamos y nos respetamos mutuamente”, concluyó este enamorado.

Unidad y tolerancia

Sara Loyda Marcano y Francisco Figueroa pueden dar cátedra de lo que es tener una relación amorosa exitosa.

Con 61 años de casados, han superado múltiples dificultades, han criado ocho hijos en Toa Baja y son una esperanza de que las relaciones duraderas son reales.

Con 61 años juntos, Loyda Marcano y Francisco Figueroa dicen que la tolerancia es la clave de éxito.
Con 61 años juntos, Loyda Marcano y Francisco Figueroa dicen que la tolerancia es la clave de éxito. (VANESSA SERRA DIAZ)

La pareja acepta que el caminar juntos por los pasados 61 años ha sido difícil, pero no imposible. Una de las claves del éxito es que todos los días lo celebran como si fuera San Valentín.

“Esto es todos los días, todos los días, todas las semanas y todos los meses. Hay que amarse mucho”, precisó el hombre.

Sara, de 76 años, y Francisco, de 83, se conocieron cuando eran vecinos.

“Ella me velaba a mí”, dijo cándidamente Francisco.

“¿¡Que qué!?”, soltó sorprendida la esposa.

“Yo le cantaba y ella se desesperaba. Le gustaban mucho las canciones mías. Ella me mira, porque es verdad”, prosiguió Francisco con su relato.

En su largo caminar, han llevado una vida humilde, dedicados a la familia, a la iglesia y a la comunidad.

“Se nos hace un poquito fácil (mantener el matrimonio por tanto tiempo), porque nosotros estamos perseverando en la iglesia. Y perseveramos mucho en la iglesia y, entones, la iglesia nos ama mucho y, entonces, con Dios por delante y lo demás es añadidura, pues se nos hace fácil”, sostuvo Sara.

La pareja coincidió que la clave del éxito es “la tolerancia”.

“Con mucha tolerancia de ambos lados y saberse uno comprender, porque tampoco es fácil llegar a ese tiempo tan amplio, 61 años, con siete hijos y una más que criamos… Somos una institución”, compartió Francisco.

Cuando llegan esos tiempos difíciles, el matrimonio busca “hacerlo más fácil con nuestras costumbres, con nuestras mañas, con las cosas que tenemos que hacer en la casa, en la comunidad. A mí me gusta mucho la agricultura. Yo trabajo mucho en el terreno, con los 83 años que tengo, y ella se encarga de la casa. Así es”, explicó el esposo.

Pícaramente, Francisco reveló que aun de viejito le gusta ligarse a su esposa y hacerla reír. En fin, enamorarla.

“Yo la contemplo muy bien, a veces cuando está de lado, cuando está de espalda. La voy mirando, la voy tolerando. Porque también hay que tener, como dije horita, mucha tolerancia de ambos lados”, afirmó riendo.

No crean que para lograr un largo matrimonio todo es color de rosa. “Es bien difícil”, dijo Sara.

Respetarse y quererse, por sobre todas las cosas, es el mejor consejo que este matrimonio les da a las nuevas parejas.

“Primero que nada, hay que evaluar bien los matrimonios. No como ahora, que son medios tontos haciendo matrimonios. Lo que le gusta mucho es estar manteniendo lo que otro hizo. Yo mantengo los míos, porque los hice yo. Es un error estar cogiendo matrimonio con dos o tres hijos de otro. Eso es un error grave y, si no se le da la educación de esa parte, siguen haciéndolo, y a la larga no producen para el pueblo”, concluyó Francisco.

“Siempre le he dado lo mejor que puedo darle”

Perseverancia, paciencia, tolerancia y mucho amor es lo que hay que tener para lograr un matrimonio duradero.

Esta ha sido la clave para que Cristóbal Colón Díaz, de 84 años, y Concepción Pérez Reyes, de 77, hayan logrado estar casados por los pasados 60 años.

“Vamos para 61 ahora en noviembre”, soltó con felicidad Cristóbal.

En los últimos años es el envejeciente quien ha dado ejemplo de que un matrimonio debe estar unido, tanto en las tristezas como en las alegrías, en la salud como la enfermedad.

Para Cristóbal Colón Díaz, de 84 años, cuidar a su esposa, Concepción Pérez Reyes, de 77 y quien padece demencia, no es un sacrificio.
Para Cristóbal Colón Díaz, de 84 años, cuidar a su esposa, Concepción Pérez Reyes, de 77 y quien padece demencia, no es un sacrificio. (VANESSA SERRA DIAZ)

Concepción padece de demencia y Cristóbal se ha convertido en su cuidador. Aun así, la mujer reconoce que en su casa tiene un tesoro.

“Imagínate (si lo amo), es lo único que tengo”, fue de lo poco que dijo la mujer sobre su larga relación.

Cristóbal, sin embargo, es muy elocuente en expresar las razones por las que ha logrado 60 años de matrimonio.

“Siempre he sido cariñoso con ella. Siempre le he dado lo mejor que puedo darle, el amor, la perseverancia, el cuidado. Ahora mismo ella está enfermita y yo soy el que estoy con ella ahí”, sostuvo.

De hecho, afirmó que el regalo de San Valentín para su amada será “un cariñito”.

El hombre también expresó que “si hay diálogo y tolerancia no es difícil. Si hay amor, tampoco es difícil” mantener una relación duradera.

Esta pareja se conoció en Hato Rey, cuando eran vecinos.

“Después yo me mudé y daba la vuelta por allí, porque había una familia mía que vivía frente a donde ella vivía y los ojitos se fueron para allá. Ella me miró, yo la miré, hasta que llegamos aquí”, relató, al comentar que ahora residen en el barrio San José de Toa Baja.

Cristóbal alegó que sigue igual de enamorado de su esposa como el primer día.

“Hicimos el juramento de vivir y luchar para echar hacia adelante… pues, ¡hay que echar adelante!”, expuso.

En este largo tiempo, la pareja ha criado 10 hijos. También tiene 18 nietos.

“Cuando hacemos fiesta, llenamos el centro completo”, afirmó el jocoso envejeciente.

Pero, ¿cuál es la recomendación de esta pareja para que otros matrimonios puedan vivir igual de enamorados por mucho tiempo?

“Que se sepan entender, que tengan un diálogo, que sean comprensivos, que luchen por la relación, que no se cansen nunca de perseverar en las buenas y en las malas, porque no todo el tiempo es oro, ni color de rosa. Hay tiempos que vienen que son un poquito difíciles, pero si hay tolerancia, uno puede echar para adelante”, concluyó Cristóbal.