Ellas van camino a estudiar y a trabajar por Puerto Rico
Graduadas de cuarto año y rumbo a la UPR, Jeinaliz Rivera Alicea hará una carrra en ciencias agrícolas, mientras que Isabella Escobar Acosta apunta hacia la medicina.
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Contrario a la percepción pesimista que, en ocasiones, algunas personas puedan tener sobre las nuevas generaciones, son muchos los y las jóvenes que están empeñados en completar estudios y trabajar por el porvenir de Puerto Rico.
Tal es el caso de Jeinaliz Rivera Alicea e Isabella Escobar Acosta, ambas recién graduadas de cuarto año del Colegio Thomas Alva Edison, en Caguas, que comenzarán próximamente estudios en la Universidad de Puerto Rico (UPR).
Llamado de la tierra
Jeinaliz, quien proviene de una familia con raíces en los campos del centro de la Isla, además de destacarse académicamente también sobresale en el deporte del baloncesto, lo que le valió una beca en Colegio Edison, y ahora también en la UPR-Mayagüez, institución en la que siempre fue su sueño estudiar, inspirada por su papá, quien le mostró su orgullo de ser egresado de ese recinto.
“Yo soy de Cayey, mis padres son de Comerío, así que siempre nos hemos mantenido en el área así del campito, por así decirlo”, comentó la joven, quien de pequeña estaba en los pasos del ballet y el modelaje, pero a sus primos “siempre los veía jugando baloncesto”, y eso despertó en ella el interés por esa disciplina.
Eventualmente, en noveno grado recibió la oportunidad de la beca deportiva en Edison, donde “empecé a desenvolverme, a mejorar muchísimo, conocer más del juego”.
Pero, la historia no estuvo libre de retos, pues se tuvo que enfrentar a un inglés “mucho más avanzado”, y unas matemáticas que “se me hicieron sumamente difíciles”, en un año en que todo fue virtual a consecuencia de la pandemia.
Además, en todo momento tenía la presión de mantener buenos resultados tanto en los estudios como en la práctica de baloncesto, para que no se afectara su beca.
Destacó que “mi familia fue un pilar superimportante para lograr todo lo que he logrado, porque tuvieron que hacer muchísimos sacrificios para llevarme y traerme a las prácticas, los juegos. Cedieron a llevarme a un colegio en Caguas, que, lo que me tomaba llevarme a la escuela, en cinco o siete minutos, pues con el tapón y todo eso podía tomar 30 o 40 minutos, el gasto de gasolina, el peaje… de verdad que sin esos sacrificios no sé si hubiese llegado aquí”.
Esos sacrificios, sin embargo, podría decirse que rindieron buenos frutos, pues Jeinaliz acaba de completar un año “bastante difícil, bien ajetreado”, en el que fue presidenta de su clase graduanda, capitana del equipo de baloncesto, y se graduó con excelencia académica y medallas de reconocimiento.
Además, recibió la distinción “supersignificativa y especial” de que el Colegio retirara su número 8, luego de cerrar con una temporada “como siempre soñé”, que además le abrió la puerta a la beca deportiva en la UPR-Mayagüez.
Ahora se encamina a estudiar ciencias agrícolas, especializada en horticultura, algo que asegura responde a su apego de toda la vida al campo, las plantas y la naturaleza.
“Me gusta mucho ver cómo de una semilla puede salir un fruto, y todo ese proceso. Y decidí irme por eso, y espero trabajarlo en laboratorios o cosas así. Voy con la mente abierta, a tratar de disfrutarme cada etapa de las clases. Mi meta como tal es graduarme de bachillerato de horticultura, si puedo hacer una maestría, pues la hago, y trabajar en laboratorios que trabajan con luces LED rosa y controlan el crecimiento de la planta”.
Paralelamente, espera continuar progresando en el baloncesto, ahora a través de la Liga Atlética Universitaria (LAI) y, eventualmente, llegar a jugar en ligas de mayor nivel, desde donde le han hecho ya algunos acercamientos.
Atraída por la biología
Isabella, por su parte, también ha sobresalido académicamente y se encamina ahora a estudiar biología en la UPR-Río Piedras, con miras convertirse en doctora.
Comentó que, aunque reside en Caguas, se crió en el área de Humacao, de donde es originaria su familia, que “es muy unida, siempre andamos en fiestas familiares”.
En el Edison, pudo desarrollar el interés que ha tenido desde pequeña por “experimentar nuevas cosas”, y se unió a algunos de sus clubes, incluyendo la Sociedad Nacional de Honor, donde llegó a ser vicepresidenta, así como el grupo de “design thingking” (pensamiento de diseño) del colegio, que lideró junto a una compañera para abordar los problemas climáticos en Puerto Rico y alrededor del mundo.
Isabella aseguró que se ha guiado por el principio que le han inculcado su mamá y su papá, de enfocarse en sus estudios y de que la disciplina es el camino al éxito, algo que pretende seguir aplicando ahora que se va a estudiar a la universidad llena de motivación.
Comentó que desde chiquita ha tenido la ilusión de convertirse en doctora, “y tuve la oportunidad de asistir el año pasado a un campamento de medicina que se enfoca en ayudar a pacientes sin algunos beneficios. Y los ayudamos a ellos, y me reforzó más la motivación para ser doctora”. Sus planes son comenzar a estudiar biología, para luego seguir con medicina y, eventualmente, alguna especialidad.
“Estoy consciente de todos los años que me esperan de estudio, pero siento que si me lo propongo, lo voy a lograr. Y cuando lo logre, voy a estar tan satisfecha que los años no me van a importar”, afirmó, agregando que se considera una persona con vocación de servicio, de ayudar al prójimo.
“Y mi plan es quedarme aquí en Puerto Rico y servirle a mi pueblo de Puerto Rico. Siempre he tenido esa meta”, aseguró, agregando que desea reciprocar los servicios que en algún momento de su niñez recibió de algunos médicos que “dieron la milla extra por mí, y lo hacían con amor y compromiso, y también quisiera hacer eso”.
Isabella no quiso terminar la entrevista sin expresar su agradecimiento y lanzar una exhortación a “todos los jóvenes de Puerto Rico, que sé que tienen el potencial para hacer un cambio en Isla, a trabajar por el Puerto Rico de hoy, que es lo más importante”.