Aunque no tenía más de 12 años, Carmian Céspedes aún recuerda con detalle un día en que viajaba en  avión hacia Vieques con  su tía, la maestra Alba “Pupa” Encarnación  y, tras divisar por la ventanilla el sector La Hueca, esta tuvo una revelación.

“Qué bien se verían muchas, muchas casitas blancas allí. Eso me dijo”, contó la sobrina ahora de 24 años y estudiante de derecho. El problema era que esa zona estaba restringida por la Marina.

Sin embargo, antes de morir “Pupa” logró que una porción de esas tierras –que la Marina le traspasó al Municipio– se destinaran a la Corporación Verde Vieques, que construirá casas para personas que nunca han tenido una propiedad. Hoy, su sobrina dirige el proyecto y lucha con 300 familias  para obtener el dinero que se requiere y los endosos gubernamentales para levantar la comunidad tal y como la soñó su tía.

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“Queremos que los viequenses se queden, sean parte del progreso de la isla y es justo que tengan un pedazo de esta tierra”, dijo Céspedes.

Encarcelados o contaminados por la Marina, ahora viven orgullosos, con sus pies firmes en suelo boricua.