Si escuchamos la expresión "Tomó las de Villadiego", sabemos que se refiere a alguien que “arrancó”, que se fue a las millas de chaflán y que dijo “A juyir crispín”.

Es que repetimos muchas expresiones que fueron incorporadas a nuestra  lengua desde tiempos inmemorables,  que tienen una historia, una raíz, una explicación.

"Tomó las de Villadiego" significa huir, salir a escape de algún sitio o desentenderse de una situación a toda prisa, sin ánimo de regresar.

Villadiego era y es una importante población castellana de la actual provincia de Burgos,  en España.

De acuerdo a investigadores, existen varias teorías para explicar el origen de esta frase, entre las que se menciona  que en tiempos antiguos, en ese lugar fabricaban unas alforjas que eran muy utilizadas para salir de viaje en aquellos tiempos. Se cuenta que  las alforjas eran de diversos colores y  muy llamativas, por lo que se hicieron muy famosas en Castilla. Tomar las de Villadiego, según esta explicación, era tomar las alforjas para ir de viaje.

Se cuenta también de  un aventurero de esta población, que durante la conquista de América, tuvo que salir precipitadamente de algún lugar, o fue enviado a una misión de la que no regresó, haciéndose famosa su hazaña en el imaginario popular.

Persecución  a los  judíos

Hay una explicación, a la que se le da mayor veracidad, que se remonta a la Edad Media, relacionada con la persecución a los judíos. 

“En pleno furor contra los judíos, el rey Fernando III, 'El Santo', (1199-1252), promulgó un decreto prohibiendo que se persiguiese a los judíos de Villadiego, a los que deseaba proteger por algún motivo, poniéndoles bajo su protección y custodia”, se documenta en una página de la internet.

Por esta razón, se agrega, los judíos consideraban a esta villa como su santuario, y cuando se sentían amenazados "tomaban las de Villadiego", es decir, que  se apresuraban a buscar refugio y seguridad en esta  población.

“Allí, debían vestir una especie de calzas amarillas, que los identificaban como judíos protegidos del monarca, y por lo tanto no sometidos a otras vejaciones o maltratos', se acota.

Se hace alusión a la hostilidad hacia los antisemitas en España, debido al odio que se  crearon los judíos en España por sus usuras. 

“De aquí es que surgiera en todas partes el odio contra los hebreos que degeneró muchas veces en venganzas, dándose, los que se creían perjudicados, a la caza de judíos. El Rey Fernando III, El Santo, dio privilegios o concedió encomienda a los judíos de Villadiego, prohibiendo que se les prendiese”, se señala.

Los judíos consideraron, según los historiadores,  a Villadiego como su ciudad refugio y allí se encaminaban al menor síntoma de persecución.

Estos tenían que  llevar un distintivo especial, para que se les pudiera reconocer que estaban bajo la protección del Rey y que nadie los podía prender. Este distintivo eran las calzas amarillas que debían usar en adelante en su nueva tierra de promisión.

En la puerta auxiliar de la parroquia de San Lorenzo había una inscripción que decía "Iglesia de Asilo", puerta que permanecía abierta día y noche para que se pudieran albergar o refugiar los judíos huidos de otras regiones, se relata. 

    Existe en una de las columnas de entrada al Ayuntamiento una imagen en piedra de San Pedro encarcelado, junto a un soldado (Villadiego), y al lado la siguiente inscripción:

Villadiego era un soldado

que a San Pedro, en ocasión

de estar en dura prisión,

nunca le faltó del lado.

Vino el espíritu alado,

y, lleno de vivo fuego,

le dice a San Pedro: Sal luego,

toma las calzas, no arguyas;

Pedro, por tomar las suyas,

tomó las de Villadiego

             

Muy citada en la literatura clásica

Los grandes escritores de la literatura clásica del siglo XVI utilizaron esta frase en su obras, en más de una ocasión.  Miguel Cervantes, por ejemplo,   utiliza la frase  en el capítulo 16, de la primera parte del  Quijote, cuando escribe que el barbero después que fue derribado de su asno por Don Quijote, “puso los pies en polvorosa y cogió las de Villadiego”.

En la Gran Sultana, Cervantes,  hace decir a Madrigal: “Pondré pies en polvorosa y tomaré las calzas de Villadiego”.

En el acto segundo de La Celestina, de  Fernado Rojas, Sempronio dice a Parmeno: “Apercíbete a la primera voz que oyeres a tomar las calzas de Villadiego“ y responde el otro “Leído has donde yo; en un corazón estamos. Calzas traigo y aún borceguíes desos lugares que tú dices, para mejor huir que otro”.  

 Ruiz de Alarcón en su comedia “Los pechos privilegiados” escribe: “Culpa a un bravo bigotudo rostriamargo y hombrituerto, que en sacando las de Juanes, toma las de Villadiego”.