Con su melena teñida de azabache, patillas y bigote, imagen con la que se ha distinguido en sus 60 años de trayectoria musical, a José Miguel Class Ponce, mejor conocido como “el Gallito de Manatí”, le cuesta revelar su edad y asegura que no se debe a que sea vanidoso.

A sus 74 años de edad, al cantante que nació en el barrio Pugnado, entre Manatí y Ciales, y despuntó en la palestra musical interpretando música típica, no le pesan los años, por lo que tampoco se siente un viejo, sino un hombre ágil que conserva su voz y puede cantar hasta por cinco horas.

El trovador de corazón que, aunque no se escucha en la radio nacional se pasa viajando a Florida, Colombia y Nueva York para cumplir con sus presentaciones, se siente realizado como artista; porque a pesar de que se crió en una pobreza extrema, logró sus sueños en la música interpretando varios géneros como pasodoble, merengue, salsa, bolero, ranchera, bachata y vals.

“Me siento ágil para todo. ¿Qué más puedo aspirar en la vida a la edad que tengo? Pues, seguir cantando y seguir viajando a los países que me invitan. Me han hecho ofertas para ir a España, y a Londres fui y canté”, sostiene con simpatía desde el negocio Puerta Alto del Cabro, en Santurce, donde estuvo acompañado por su esposa y asistente, Donny Nazario, con quien ha procreado a dos de sus seis vástagos.

En cuanto a sus siete décadas de vida, el también compositor indica recordar a su papá, Leoncio Class ,quien a diferencia de él “estaba muy anciano a mi edad porque trabajó mucho en el campo y se maltrató mucho. Con mi edad, no me siento anciano”.

El afamado vocalista, quien también se distinguió por su programa de televisión Yo soy el Gallo emitido por nueve años a través de la Cadena Pérez Perry, canal 11, y una película titulada con ese nombre, así como también por un programa de radio, agrega que “Dios me ha dado licencia de vida para estar, a mi edad, de pie llevando mis canciones a todas partes, donde me lleven. Hay gallo y gallito para rato”.

Lo pensó para decirme la edad, ¿es vanidoso “el Gallo”?

¡Qué vanidoso, muchacha! Yo no soy orgulloso, porque soy una persona normal y común y corriente como los humildes trabajadores. En mí lo que hay es un cariño y un respeto que le debo al público que me ha dado la oportunidad de seguir cantando, aunque no tengo un disco sonando, porque ahora muy pocos artistas tienen un disco sonando.

¿Siente que ha sido apoyado en Puerto Rico?

Nunca puedo decir que no fui profeta en mi tierra porque a pesar de que los grandes éxitos fueron rancheras, pasodoble, merengue, yo no puedo decir que no, porque lo he sido.

¿De quién heredó el don de cantar?

Cuando mi papá nos llevó al campo labrábamos la tierra y mi papá sembraba caña. Él me decía: “Pepito, vamos a cantar”, y me enseñó a cantar la música típica en la casa y él fue mi maestro.

¿Cómo describe su niñez?

Viví en el barrio Pugnado, entre Manatí y Ciales, hasta los seis años porque mi madre (María Ponce) murió de 44 años por varias condiciones, y mi papá nos sacó del campo para no tener el recuerdo de mi mamá y nos fuimos para El Fanguito en la parada 23 de Santurce. Mi mamá tuvo 13 hijos de los cuales el único que queda vivo soy yo.

¿De qué vivían en su casa?

Mi papá tostaba maní en un dron que se ponía el maní y debajo se le ponía fuego como cuando tu asas un lechón. Vendíamos la bolsita de maní a cinco centavos en los teatros de la parada 23 para nosotros subsistir, porque no teníamos ayuda de nada. Cuando limpiaba zapatos, los cobraba a 10 centavos y vendía el periódico El Imparcial, que pagaba muy poco.

¿Qué hacía con el dinero que ganaba?

Con esos chavitos se hacían tantas cosas porque las cosas estaban baratas; me compraba la camisa y los pantalones para ir a estudiar a la escuela. Mi padre se quedaba cocinando, y duró 100 años. Con esos chavitos hacíamos compra y yo también cocinaba porque cuando uno se cría huérfano, tiene que aprender a cocinar. Mi hermano Toño, quien murió hace dos años, nos ayudábamos mutuamente en la humilde casita que vivimos, que era al lado de una colectora por donde pasaban todos los desperdicios y al lado estaban las casas humildes y cuando subía el mangle, casi nos arropaba las casas. Era una pobreza muy linda porque en esa pobreza fui feliz. Y ahí me casé por primera vez a los 18 años; yo era muy joven y tuve a mi hijo José Miguel Class, de 53 años.

¿Hasta qué grado llegó en la escuela?

Tengo un sexto grado, porque me colgué en el séptimo grado. Y me colgué porque no tenía quién me ayudara y me cogiera de la mano y me diera una pescozá. Pero, luego (ya adulto) estudié realtor y ejercí, pero tengo que renovar la licencia.

¿Qué hizo de sexto grado en adelante?

Grabé un LP (disco de pasta) y no recuerdo el nombre. Conocí a un señor, Piquito Marcano, del cuarteto Marcano y él junto con Odilio González nos llevó a Nueva York a cantar en los teatros con grandes figuras como Antonio Aguilar. Yo tenía como 13 años de edad.

¿Era difícil en su época emprender una carrera musical?

Los que empezamos lo hicimos a pulmón y no teníamos un respaldo económico y la radio no nos tocaba. Hoy día, un cantante si tiene un respaldo de promoción, sale bien, pero si se la quitas, se cae. Yo comparo esto con la política que necesita promoción. Si ahora yo grabo un cedé y me promueven, puedes estar segura que estaré metido en la televisión.

Con los millones de copias vendidas de varios de sus 160 discos, ¿está millonario?

Si te digo que estoy rico, te miento, si te digo que estoy millonario, te miento; estoy regular económicamente y recibo seguro social. Yo viajo porque tengo responsabilidades que cumplir. No acumulé riquezas como otros cantantes. Por tantas grabaciones que tengo es para haberme hecho millonario, pero no es como un reguetonero que salga mañana y lo apoyen. El artista, antes nacía y ahora se hace.

¿Cuándo tuvo su boom?

El boom lo tuve con las rancheras, aunque me di a conocer cantando música típica y grabé cinco LP. La música típica es lo que yo llevo en mi corazón. La música típica es lo más lindo que yo canto. La gente no sabe, pero fui trovador, y a mí nadie me tumbó improvisando.

¿Cuánto le pagaron por su primer disco?

El primero fue con (el sello) Ansonia, se vendieron miles de copias, aunque no hubo un éxito. Sin embargo, cuando grabé el primer disco con RCA, ahí sí vendí muchísimo, siendo un niño, pero yo no ganaba nada, no me pagaban. Para esa época me dieron por ese LP $500 y por el segundo me dieron $500 también. Esos $500 eran para mí una millonada porque yo no tenía nada, sólo tenía el día y la noche.

¿Siente que le tomaron el pelo?

Como yo era tan pobre yo grababa por amor al arte, porque me quería dar a conocer como cantante y lo logré con la música típica. Pero como sólo se escuchaba en Navidad y, cuidado, porque ya está desapareciendo, decidí grabar rancheras. En México grabé 35 LP con mariachi y viví cinco años allí.

En México conoció a Vicente Fernández, ¿qué tal él con usted?

Con Vicente Fernández compartí y él era un muchacho que no era tan conocido en ese tiempo. Vicente me aconsejó y me dijo: ‘ No fumes, mejor date el trago porque el fumar te hace daño’. No tengo comunicación con él.

En esta época de elecciones, ¿va a votar este año?

Me gusta la política, voy a votar y que gane el que esté a favor de arreglar el país. Nunca en mi vida me he identificado con ningún partido. El país necesita de Dios para arreglar la situación.