Por años, el café puertorriqueño estuvo considerado como uno de los mejores del mundo. Y a juzgar por los expertos entrevistados, su calidad sigue intacta.

Sin embargo, la falta de mano de obra y los desastres naturales que la han azotado fuerte en los últimos años, ha obligado a la industria a depender, cada vez más, de materia prima importada.

Y la mala noticia es que se prevé continúe elevada esa importación de café y, por consiguiente, sea difícil encontrar, al menos entre las marcas más comerciales, café 100% puertorriqueño.

La realidad es que la producción no alcanza comoquiera la necesidad que tenemos. O sea que estamos produciendo un 20% a 25% de lo que consumimos. Ese otro por ciento, se importa”, explicó en entrevista con Primera Hora el empresario José Luis “Joselito” Torres, propietario de Café Oro.

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“Hay marcas, como el caso de nosotros, que estamos haciendo un esfuerzo grande para tratar de conseguir la mayor parte de materia prima local. Nosotros trabajamos con 30% a 35% de café local. Lo otro, pues, por obligación, como no tenemos acceso a la materia prima, pues lo importamos. Hacemos un ‘blend’, mezcla con importado y local”.

“Y existen marcas hoy día que no tienen acceso (a café local), no alcanzan a conseguir materia prima local para hacer su ‘blend’ y están 100% importado. No hay producción local suficiente”, agregó, aunque resaltando que el gobierno “ha hecho un esfuerzo bastante sustancial en los últimos años, bien agresivo con la siembra y los cultivos, pero pues, tenemos esa situación”.

Torres hizo notar que “el café local es un poquito más caro que el importado”, pero subrayó que “el café de Puerto Rico se distingue mucho, porque tiene otras tonalidades que los cafés importados no las traen. Tiene el cuerpo bien alto, en aromas es brutal, los sabores son más intensos. Y máxime que es más fresco”.

“El café de Puerto Rico siempre se distingue por su calidad, sobresale. Y no hay que saber mucho de café para darse cuenta que sobresale”, insistió, agregando que es importante crear conciencia al consumidor de los esfuerzos que se están haciendo “para lograr poner el café de Puerto Rico donde estaba, en su sitial”.

Esa preciada calidad es la que ha movido a muchos nuevos empresarios a insertarse en la industria y sacar nuevas marcas al mercado, aunque, explicaron los expertos, se trata de una producción limitada, mayormente bajo el modelo que se conoce como integración vertical, en el que el productor se hace cargo de todo el proceso, desde la siembra hasta el producto final.

“Hemos visto muchísimas marcas de café nuevas. Los caficultores se han movido a darle un valor añadido, no solamente para darle un poco más de ganancias, sino para brindarle al consumidor un café 100% puertorriqueño”, sostuvo, por su parte, el alcalde de Maricao, Wilfredo Ruiz, cuya familia tiene una larga tradición en la caficultura.

El ejecutivo municipal acotó que se trata de “un mercado competitivo” con una cantidad limitada de consumidores.

“La mayor parte de las marcas que ves que son 100% local, son más artesanales, no tienen un volumen comercial”, afirmó Torres, agregando que por lo general el precio de ese producto es más caro, y por consiguiente, fuera del presupuesto de muchos consumidores.

Orlando Fabre, exsecretario de Agricultura, por su parte, ejemplificó que “las marcas nuevas estas que surgen son más dirigidas a café especializado y el concepto de integración vertical, donde el caficultor siembra, cosecha, procesa, tuesta y vende. Por eso son marcas pequeñas de café, de agricultores que hacen todo el proceso. Pero es una producción limitada, por lo menos las marcas que he visto”.

Fabre agregó que, con ese sistema, el caficultor busca un producto de óptima calidad y características, que le permite vender a un mayor precio y poder mantenerse.

Agregó que el consumidor puede aún encontrar ese codiciado café 100% puertorriqueño, pero más bien en lugares específicos, pues en el supermercado “cada día va a ser más difícil”, además que “al ser especializado, y de más precio, mucha gente no lo puede patrocinar”.

El secretario del Departamento de Agricultura, Ramón González Beiró, mientras tanto se mostró más optimista con el auge de estas nuevas empresas, resaltando ya son más de 150 marcas de café, como parte de “una tendencia para ocupar el nicho del mercado de personas que buscan café de gran calidad”, trabajando mayormente con fincas pequeñas, de unas 10 a 25 cuerdas.

“Vemos cómo la industria de café local se ha ido reinventando y transicionando. De aquello que eran las grandes haciendas de café, a ahora muchas fincas pequeñas, donde posiblemente ese caficultor se integró verticalmente, utilizando también incentivos del Departamento para comprar sus propias máquinas de procesar el café, de tostarlo, y finalmente llevarlo al mercado con su marca privada”, sostuvo.

En cualquier caso, recordó al consumidor que, por ley, toda etiqueta en un empaque de café tiene que decir de dónde proviene ese café.

“Y si lo quieres puro de Puerto Rico, te dice ‘café puro de Puerto Rico’. En caso de que esté mezclado, te dice ‘café puro de Puerto Rico y café importado’.

Recordó que Agricultura mantiene en vigor un arancel sobre el café importado, que existe desde 1930, aprobado por el Congreso de los Estados Unidos, y que actualmente es de $3.50 por libra de café molido que entre. Explicó que ese arancel le da un margen al productor local para mantenerse competitivo, y además se usa “para incentivar la producción local”.