Se imagina vivir mes a mes contando los días que faltan para cobrar. Con $100 en la cuenta de banco para pasar las siguientes dos semanas.

Se imagina decidiendo qué factura pagar, sí puede o no comer fuera, si debe o no hacer ese viaje al centro de la Isla; rogando que no se dañe el carro, que los niños no se enfermen ni que el bill de la luz llegue más alto.

Pues, así, precisamente, es como viven muchos puertorriqueños que pasan las horas contando los días que faltan para cobrar. En ese estrés. En una estrechez económica como nunca antes. Y es que ese cheque, cada 15 o 30 del mes, es el único ingreso con el que cuentan para sobrevivir económicamente. No hay ahorros, no hay ingresos por el lado. Solo el pago por lo trabajado.

Aunque en la Isla no hay estudios que determinen qué porcentaje de la población vive cheque a cheque, economistas consultados por Primera Hora sostienen que debe ser uno similar, quizás mayor, al de una investigación publicada recientemente en Estados Unidos que determinó que el 76% de los ciudadanos vive de esta forma.

Los pasados años de difícil situación financiera han dejado a las familias sin ahorros. Mientras, que a otros les ha imposibilitado así hacerlo o simplemente esa no ha sido su prioridad pues se han enfocado en reducir las deudas. “En Puerto Rico el panorama es peor porque la gente gasta más de lo que recibe, especialmente en tarjetas de crédito, lo que agrava más la condición del puertorriqueño cuando se queda sin empleo”, dijo la economista Marta Quiñones.

De hecho, Quiñones planteó que como pueblo lamentablemente hemos tenido, probablemente, a uno de los mejores maestros: el Gobierno. “Seguimos actuando como actúa el Gobierno que gasta más de lo que tiene”, expresó al alertar que el crédito siempre pasa factura.

Al también economista José Joaquín Villamil, de Estudios Técnicos, tampoco le sorprendería ver una cifra similar en el ámbito local.

“Hay personas que están viviendo al margen, que no tienen mucha flexibilidad, pero también hay mucho consumo innecesario, particularmente en la clase media”, apuntó Villamil al destacar que el 45% de la población vive bajo estos estándares, según el último Censo.

Villamil señaló que la deuda personal del puertorriqueño, sin incluir la hipoteca, asciende a un 42% de su ingreso.

“En vez de ahorrar siempre nos hemos financiado con endeudamiento”, apuntó Villamil.

Son excusas

Para Quiñones, el puertorriqueño, por regla general, podría guardar dinero si cambiara los hábitos de consumo. “Nos han adaptado y es el modelo que tenemos de comprar todo lo que queremos. Todos los años compramos todo nuevo”, señaló.

Aunque no hay una regla fija, se recomienda que mensualmente uno ahorre el 10 por ciento del salario. Para poder enfrentar una cesantía laboral u otra emergencia se debe tener ahorrado entre dos y tres meses del salario.

De hecho, si el país tuviera una tasa de ahorro más alta -tanto a nivel individual, gubernamental como corporativa-, estaría en una mejor posición para desarrollarse financieramente.

Lo esencial de comenzar a ahorrar es que es una medida de protección a las situaciones de riesgo que estamos enfrentando socialmente. “Una economía como esta, con el comportamiento que tienen las familias, estas deberían tener conciencia de que deben protegerse contra fluctuaciones”, aseveró Quiñones.