Parece que fue ayer.

Sin embargo, quién diría que han pasado casi 11 años. 

Lágrimas de dolor recorren las mejillas de María Martínez, quien perdió a su único hijo varón, Erick Xavier Santiago Martínez, el 25 de mayo de 2007.

“Fue como dos semanas después de la celebración del Día de las Madres”, recordó María,  quien aceptó que se deprime más cuando se acerca esta fecha.

El día de los hechos, el joven adulto de 20 años salió de su casa y le dijo, ‘vengo horita’, pero no regresó.

Al día siguiente, su madre pasó por  la avenida Piñero en Río Piedras, y jamás sospechó que en el incidente estaba su hijo.

Sí recuerda que cuando vio el cuerpo se le erizó la piel y dijo, “¡Ay, es jovencito!”

 Algo le decía que se detuviera, pero como faltaban 15 minutos para entrar a su trabajo, siguió su camino.

“Todavía recuerdo ese beso que me dio”, dice saboreando la sensación del último gesto de cariño que le mostró su hijo, que lo acompañó con “un abrazo bien fuerte”.

Cuando fue a reconocerlo al  Instituto de  Ciencias Forenses (ICF) en Río Piedras,  se le “fue el mundo”. 

“Literalmente me arrancaron, me llevaron mi alma. A mí se me nubló la vista… Yo no usaba espejuelos y desde ese momento comencé a usarlos”, cuenta María llorando al recordar el estremecimiento que recorrió su cuerpo cuando a través de una ventanilla vio el rostro de Erick.

“Era un nene amable, cariñoso, era bien querido. Así lo crié. Él era joven, pero ya trabajaba”, dijo al mencionar tres lugares donde laboró su hijo quien soñaba con ser mecánico.

“Nunca le vi una cerveza en la mano ni un cigarrillo”, acotó. 

La pérdida de un ser querido causa un impacto muy fuerte en la vida de una madre y su familia, y en el caso de María, la situación la llevó a dejar el trabajo.

“Lo intenté, pero ya no pude. Tuve dos caídas, me iba de frente y caía donde quiera. Para mí ha sido bien fuerte. Parece que eso fue ayer”, aceptó al mencionar que no puede comer “las cosas que a él le gustaban”. 

Pero, al igual que le pasa a otras personas que desconocen quiénes asesinaron a uno de sus familiares, para María no saberlo es un peso que se le añade a su viacrucis.

“El problema de esto es que me han cambiado tanto agente. En 11 años, ya yo llevo siete. El caso no lo han sometido, está sin esclarecer. Si yo no llamo, ellos no me llaman”, explicó María, quien mencionó que su hijo fue amenazado.

La muer reconoció que lo que enfrenta a diario “es algo fuerte, duro. Tenemos altas y bajas porque es un proceso de perdón, adaptación, pero estoy en un grupo de apoyo que me ha ayudado a superarme mucho”.

Se refiere a la entidad sin fines de lucro Alapás (Alianza para la Paz Social), que ofrece ayuda sicológica, entre otros servicios, para transformar el dolor de sus participantes en solidaridad y paz.

Para el 2013, se creó el Comité de Casos no Esclarecidos -por familiares de Alapás- para exigir justicia y conocer qué pasó con sus familiares; María también es integrante del comité.

“Si no hubiese sido por ese grupo de apoyo, no sé dónde estuviese. En mi caso ha sido muy efectivo. Ahora estoy en un comité, y eso me ha ayudado mucho porque nos reunimos una vez al mes y hacemos actividades, compartimos y somos una familia”, explicó.

A las madres que un día como hoy están pasando por una situación similar las exhortó a “tener mucha fe en papito Dios… sin la fe no vamos para ningún lado”.

Si necesita más información sobre los servicios de Alapás llame al 1-888-631-5528 o accede la página alapas.org.