Duele fuerte en el corazón
Club nocturno Pulse y las áreas de recordación a las víctimas en Orlando, son visitadas por cientos de personas cada día

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 9 años.
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Pero en aquella cuadra del Downtown, donde ubican la discoteca Pulse y el Orlando Health Medical Center, el aire era muy diferente.
En esa zona, donde hace un mes murieron 49 personas, había silencio, tristeza y lágrimas.
La escena se repite diariamente en el lugar, todavía custodiado por la Policía.
Cientos de personas llegan a rendir sus respetos a las víctimas de la masacre, dejando alguna muestra de solidaridad.
Pulse se ha convertido en un templo. Por eso resulta difícil pensar que el local sea reabierto como lo que una vez fue. Ha pasado muy poco tiempo y la herida todavía no ha cicatrizado.
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El panorama es similar en el área del lago frente al hospital donde se atendieron los heridos. Allí se colocaron 49 cruces de madera en memoria de los fallecidos, cada una con su foto, nombre, edad y un corazón rojo. Están rodeadas de flores, velas, mensajes de despedida y recuerdos que han dejado familiares y amigos. Entre las ofrendas salta a la vista un arreglo floral que dice “Mom”, frente a la cruz de Brenda Lee Marquez, de 49 años, quien fue asesinada mientras le servía de escudo a su hijo.
Pero lo más fuerte son las banderas colocadas sobre cada cruz, representando el país de origen de las víctimas.
Son 23 de Puerto Rico, eso se sabe, pero resulta chocante y doloroso verlas, una detrás de la otra. Se te aprieta el corazón y el alma, porque los muertos son familia, sangre de tu sangre. Y se te aturde la mente con esa pregunta que no tiene respuesta: ¿por qué?