Determinantes sociales como la pobreza, poco acceso a educación y el género inciden en las disparidades de acceso a servicios de salud que existen en Puerto Rico, particularmente a las mujeres con cáncer.

Muchas de las pacientes afectadas por esta inequidad, en particular las que tienen cáncer de seno, ni siquiera tuvieron opciones viables para prevenir y detectar temprano esta enfermedad que, anualmente, se le identifica a más de 2,400 féminas, logrando colocarse como el cáncer más diagnosticado en Puerto Rico entre la población femenina.

Qué se puede hacer para cerrar las brechas que existen en los servicios de salud -enfatizando el enfoque en prevención, detección temprana y tratamiento adecuado- fue el hilo conductor del conversatorio “Venciendo las disparidades en servicios de salud de las mujeres pacientes de cáncer”, que celebró esta semana Provider Network Solutions de Puerto Rico, el cual contó con un panel de profesionales experimentadas en este tema.

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“En Puerto Rico, curiosamente, la disparidad en acceso a tratamiento existe en todos los niveles, a diferencia de lo que podemos ver en Estados Unidos y otros países donde una persona con seguro privado, normalmente, tiene mejor cubierta que el que está en el programa gubernamental. En Puerto Rico, un paciente con plan privado que trabaja y es de clase media a media baja es el que más impactado se ve al momento del diagnóstico y muchos tienen que migrar al programa VITAL (plan del gobierno) para tener un acceso adecuado a tratamiento. Esto es serio”, dijo María Cristy, vicepresidenta de la Sociedad Americana Contra el Cáncer, al agregar que la organización recibe cerca de 30,000 llamadas anuales de personas -entre estas la mayoría mujeres- buscando auxilio porqué ni siquiera saben qué hacer luego de un diagnóstico y se les dificulta manejar la situación por el aspecto económico.

Puntualizó que, en el caso de las pacientes con cáncer de seno, así como los que tienen la enfermedad colorrectal, ha surgido un fenómeno que ha causado preocupación, pues a raíz de la pandemia del COVID-19 muchas personas dejaron a un lado las pruebas de cernimiento y se les está diagnosticando enfermedades en estado avanzado.

“Hay que hacerle entender a nuestros legisladores y oficiales de gobierno la importancia de que haya política pública dirigida al acceso a tiempo a tratamientos de calidad y a las pruebas de cernimiento. El 50% de los casos se pueden salvar si son atendidos a tiempo y en el cáncer de seno eso aumenta a un 80%”, señaló.

Por su parte, Janice Solivan Roig, directora ejecutiva de la Casa Juana Colón, una organización enfocada en ayudar a víctimas de violencia de género y abuso sexual en pueblos de la zona central de la isla, subrayó los determinantes sociales que inciden en la disparidad de acceso a servicios de salud.

Puntualizó que cuando analizan el escenario de muchas de las pacientes que son impactadas por la organización se percatan que son jefas de familia, que además de las responsabilidades que tienen con sus hijos, son cuidadoras de adultos mayores con condiciones crónicas de salud. Aunque muchas trabajan, lo que cobran no es suficiente para costear tratamientos y mantener las riendas de un hogar con los servicios básicos de agua, luz y alimentos.

Para rematar, otras carecen de vivienda y transporte. Entonces, con toda esta vorágine de situaciones, muchas de estas mujeres se ven en la disyuntiva de escoger entre cuidar a sus familias o atender su salud. Ahí comienzan los problemas.

Por eso no debe sorprender que el cáncer afecte tanto a las mujeres... es que con el panorama que describí no les sobra tiempo para atenderse o el autocuidado. Son responsables de atender al mundo, sin poner atención y atenderse a ellas mismas”, dijo Solivan Roig.

Mientras, la doctora Maribel Tirado, hematóloga oncóloga del Centro Comprensivo de Cáncer, resaltó el asunto de que el acceso a servicios de salud, en esencia las pruebas de cernimiento relacionadas al cáncer de seno, son limitadas para la población menor de 40 años.

“Se me ocurre entonces que como hay un montón de enfermeras y otros profesionales de la salud, que se entrene a este personal para que en las clínicas primarias les enseñen a estas mujeres a realizarse el autoexamen”, acotó al agregar que anualmente en la isla se diagnostican con cáncer de seno hasta 70 mujeres menores de 40 años. “Se logran diagnosticar porque se sintieron una pelotita”, dijo.

Otra idea que sugirió fue que los municipios estrechen lazos con los líderes comunitarios e identifiquen a todas esas mujeres que están en desventaja de poder acudir a sus citas anuales para realizarse la mamografía y las hagan partícipes de las clínicas de salud que se realizan a través de unidades móviles.

De hecho, ese fue el caso de María del Carmen Pacheco, líder de clubes rotarios en Puerto Rico y sobreviviente de cáncer. Su primer diagnóstico fue a los 38 años. Luego a los 45 la enfermedad regresó a su cuerpo.

“Sin embargo, desde los 28 años tuve indicadores... pero eso lo aprendí más tarde por la falta de educación”, expresó quien se ha propuesto colaborar a través de los clubes rotarios con orientaciones educativas a poblaciones femeninas en riesgo.

Este proceso le dio significado a mi vida y no voy a permitir que otras mujeres pasen por lo que yo pasé. Hoy con 69 años, soy sobreviviente de cáncer de seno, y todo lo que viví me llevó a envolverme en diferentes actividades para educar a otras personas”, manifestó quien reconoció que, además de los cambios físicos, hay una transformación emocional en las pacientes y que deben ser atendidas simultáneamente en el tratamiento de la enfermedad.