Nota del editor: La serie Boricuas en la Luna destaca las historias de los puertorriqueños que han extendido las fronteras de la Isla al establecerse por el mundo, cargando con nuestra bandera, cultura y tradiciones.

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Desde hace siete años la puertorriqueña Cristina Rodríguez y su familia comenzaron una gran aventura en el otro hemisferio, en un lugar que, en el reloj, está 17 horas por delante de Puerto Rico.

Wellington, capital de Nueva Zelanda, es el hogar de esta boricua, su esposo Héctor Meléndez, y sus hijos Andrés (23 años), Diego (21) y Uma Libertad (10).

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La familia llegó a esta ciudad costera de Nueva Zelanda después del paso del huracán María por Puerto Rico.

En el 2017, meses antes que el devastador ciclón azotara la Isla, Héctor fue entrevistado para trabajar como geógrafo en una empresa de Nueva Zelanda, y aunque el puesto había sido ofrecido, la oportunidad de aceptar el empleo y mudarse había sido puesto en pausa, pero los estragos de María hicieron que la familia decidiera dar el salto.

“Fue un cambio bien grande. La primera noche el viento era tan fuerte… (pausa) obviamente tenía PTS por María, pero el viento era tan fuerte que yo pensaba que cuando me levantara por la mañana, la casa, como son de madera, ninguna iba a tener techo, los arboles no iban a estar de pie. Me levanté y todo estaba bien”, recordó Cristina sobre aquel primer día como residente de Wellington.

Cristina Rodríguez en Bluff, la ciudad más al sur de la parte continental de Nueva Zelanda.
Cristina Rodríguez en Bluff, la ciudad más al sur de la parte continental de Nueva Zelanda. (Suministrada)

Tras manejar el clima, la gastronomía, el idioma, y entablar relación con otros puertorriqueños e inmigrantes, la familia ha logrado adaptarse y vivir como unos “kiwis”, el gentilicio coloquial para los neozelandeses.

“Wellington es la capital de Nueva Zelanda, pero no es la más habitada, la más habitada es Auckland, que es al norte, el clima es mucho mejor y hay muchos más puertorriqueños que aquí, aquí solamente somos tres familias puertorriqueñas”, aseguró Cristina, quien también es geógrafa, pero en la actualidad trabaja como vendedora para una compañía.

Los otros boricuas en Wellington los conoció por referencia de amistades. “Se han vuelto nuestra familia, de que hacemos pasteles juntos, todo, son nuestra familia. Tenemos otros amigos, claro, casi siempre cuando te mudas te haces amigos de otros expatriados; tenemos amigos italianos, alemanes, de Indonesia, ingleses, y ahora pues tenemos muchos amigos ‘kiwis’, que es como les dicen a los neozelandeses, porque nuestra hija ya va a la escuela y uno empieza a conocer a los papás de las amiguitas”, dijo.

A falta de recao…

Preparar un buen plato boricua a miles de millas del Caribe siempre es una aventura para esta familia.

“(Los neozelandeses) no son como nosotros, no es como alrededor de la comida su cultura, los maorís sí, porque ellos cocinan en hangi, y esa es la cultura neozelandesa, la verdadera. Ellos cocinan debajo de la tierra, hacen mucho plato con coco y taro, que es la malanga, pero el ‘kiwi’ regular lo que come son fish and chips (pescado y papas fritas), pie, salchichas, mucha salchicha y carne. Se consigue buena carne, mucha oveja, que aquí hay más oveja que gente”, relató.

La puertorriqueña Cristina Rodríguez y su familia residen desde hace siete años en la capital de Nueva Zelanda.

Si consigues quien me traiga recao, yo pago un millón de dólares que no tengo, por recao. Los pasteles los empecé con malanga que era lo único que se conseguía porque aquí hay mucha gente, que aquí le llaman “outlanders”, que son personas de Fiji, Tonga, que la dieta es mucho más tropical. Los maorís comen también cosas tropicales, tubérculos, pero no traen yautías, por ejemplo, ni plátanos aquí hay, imagínate, un puertorriqueño sin yautía, sin plátano y sin recao, es triste la cosa”, relató a carcajadas Cristina.

“En una sola ocasión conseguimos plátanos y yo fui al sitio y los compré todos, y después nos lo dividimos entre los boricuas, los congelamos, se guayó, hicimos pasteles”, recordó. Consigo yautía cuando voy a Auckland porque allá traen la yautía de Fiji, pero hay que comprarla rápido porque si no, se daña. Es una aventura cocinar puertorriqueño“, señaló.

La puertorriqueña expresó que mantener la cultura puertorriqueña en su hogar es fundamental, por lo que el idioma, la música y todo lo que represente a la Isla están presente.

“Nosotros hablamos todos español. Nuestra hija es la que piensa en inglés y después habla en español, pero no le quitamos el guante de la cara”, indicó entre risas. “Ponemos música puertorriqueña, yo bailaba bomba cuando estaba en Puerto Rico y pues trato todavía de bailar con mi hija, y ahora con Bad Bunny y este último CD ha puesto otra vez la salsa en la casa”, mencionó, a la vez que dijo que “si vienen a nuestra casa van a ver a nuestra bandera”.

“Todos nuestros amigos saben dónde queda Puerto Rico, se sienten orgullosos. Los ponemos a escuchar música puertorriqueña. Celebraron con nosotros cuando Jasmine Camacho ganó (los Juegos Olímpicos de Tokio 2020). Ahora todos son fans de Puerto Rico”, confesó.

Playa, sol… y frío

La visita y el compartir familiar en la playa tampoco puede faltar, aunque, apuntó, la temperatura no se compara a la que tenemos en este lado del mundo.

“Vamos a la playa y nos metemos. Nos dicen los ‘mermaids árticos’, porque ni siquiera la gente de aquí le gusta meterse tanto al agua fría, porque el agua viene directamente del polo sur”, explicó. “Mi esposo surfea con mi hija, con su wetsuit, pero en verano, que es ahora mismo. La temperatura llega a 74 grados, ese es el verano. Nosotros estamos en cortos y en t-shirt pero el primer año yo estuve todo el año con un ‘puffer jacket’ puesto completo”, recordó.

A pesar del disparejo clima, estar en la playa allá, le trae recuerdos de Puerto Rico. “Mi Culebra, mis despedidas de año en Culebra. Éramos bien playeros, siempre acampábamos en Culebra, (o) en Vieques. Nuestra vida era bien outdoor, por eso es que somos muy agradecidos de estar aquí, por eso”.

Calidad de vida

Una vez manejado la diferencia de horas entre Wellington y San Juan, para Cristina no es un problema mantenerse en contacto - vía telefónica o a través de las redes- con su familia residente en el 100x35.

“Estoy más pendiente de lo que pasa en Puerto Rico de lo que pasa acá. Mi esposo es el que está pendiente de lo que pasa aquí y mantenemos un balance. Pero siempre estoy pendiente de lo que pasa en Puerto Rico. Allá está mi mamá, mi hermana, mi familia, mi suegra, toda mi familia está allá”.

Por el momento, la familia Meléndez Rodríguez está a gusto en Nueva Zelanda y no tiene planes de mudanza o regresar a Puerto Rico, sobre todo cuando este año adquirieron una propiedad y en unos siete meses tendrán la ciudadanía neozelandesa.

“Sí, el real state es mucho más caro, pero te pagan de acuerdo al costo de vida… una de las razones que estamos en Nueva Zelanda es que tenemos transporte publico seguro, nuestra hija camina sola a la escuela, nuestros hijos caminan a sus trabajos, yo camino. Hay salud universal, aunque pagamos un poco de seguro médico nosotros por tener un cushion, pero sí, es seguro de vida universal. La calidad de alimentos, todas las cosas que uno quiere para Puerto Rico, las escuelas, la educación es pública”, enumeró sobre los beneficios de vivir en el país ubicado en Oceanía.

Agregó: “Tener una vida al aire libre, se hacen muchos walks (caminatas), nos quedamos en los docks, que son las casas del Departamento de Conservación, mucha gente se queda y es seguro y eso es lo que nos mantiene aquí. Sí, tenemos que trabajar, pero tenemos calidad de vida y quisiéramos para nuestra islita eso mismo y eso es lo que nos mantiene aquí, tan lejos de la gente”.

Es difícil estar lejos de la Isla, pero siempre felices y añorando que siempre nuestra Islita esté bien y algún día volvamos o sigamos visitándola”, expuso Cristina, quien, debido a los altos costos de los boletos de avión, en estos siete años en Nueva Zelanda, ha podido regresar de visita a Puerto Rico una sola vez.

Eso sí, exclamó que “si consigo taquillas para el concierto de Bad Bunny voy, yo sola”.

Sobre Nueva Zelanda

Capital: Wellington

Población: 5.223 millones

Idioma: Maorí, Inglés

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