“Cuando vi eso encima de mi casa me puse histérica”
Teresa Benítez tuvo que salir corriendo de su casa en Barrio Obrero cuando el árbol cayó y el tendido eléctrico comenzó a ‘chispear’.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 7 años.
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A minutos de que se sintiera el impacto más fuerte del huracán Irma en San Juan, Teresa Benítez Vega tuvo que salir corriendo de su residencia en Barrio Obrero.
A las 6:00 de la tarde del miércoles, Teresa estaba tranquila en su cuarto. Estaba decidida en pasar el mal tiempo en su hogar.
Por las fuertes ráfagas, el árbol plantado frente a su casa cayó sobre unos cables eléctricos de alta tensión con 4,160 voltios.
“Cuando vi eso encima de mi casa me puse histérica”, dijo la residente de la calle 10 de Barrio Obrero, comunidad aledaña al Caño Martín Peña.
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En medio del huracán, como si fuera poco, comenzó otro caos.
“Tuve que brincar la verja de la vecina. Arranqué y me vine para acá [a la casa de otra residente]”, contó Teresa.
Allí tuvo que pernoctar.
Al día siguiente, a las 8:00 de la mañana, Bomberos le comunicó que su caso no era prioridad, aseguró Teresa.
“Solo me preguntaron que si me quería ir a un refugio”, indicó la residente, quien lleva unos 20 años en el lugar.
No fue hasta las 10:00 de la mañana, cuando Zona Urbana se encontraba con la Brigada de Impacto de San Juan recorriendo los alrededores del Caño, que se comenzaron los trabajos de remoción.
De inmediato, Henry Arriaga, encargado de la Brigada, desalojó toda la calle por la “alta peligrosidad” de la situación.
“Lo primordial es la vida de los residentes”, dijo Arriaga.
El líder de la Brigada informó que, en las ocho comnunidades que rodean al Caño, no hubo incidencias mayores, solo árboles caídos.
"La gente también está cooperando y están colocando los residuos en las aceras", destacó Arriaga.
A diferencia de otros eventos climatológicos, esta vez, ninguna de las comunidades sufrió inundaciones.
Julia Méndez Feliciano, la vecina que ocupa la residencia frente a Teresa, indicó que había llamado en múltiples ocasiones para que podaran el árbol, pero sus esfuerzos habían sido en vano.
“Eso se supone que no pasara y cortaran los árboles, pero tú se lo dices a ellos y no vienen”, expresó la mujer de 85 años.
En medio de la incertidumbre, llegaron varios vecinos que le extendieron ayuda a la residente damnificada.
“Yo vine corriendo para acá cuando vi que era tu casa”, le dijo una de las vecinas mientras abrazaba a Teresa.