Costureras luchan por mantener fábrica abierta en Utuado
A las féminas de la Cooperativa Industrial Creación de la Montaña, -empresa liderada por jefas de familia utuadeñas- les sobra la voluntad, pero les falta apoyo económico para mantenerse operando.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 2 años.
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Utuado. Hace 20 años, varios trabajadores de la industria de la aguja decidieron rescatar el espacio a donde laboraron bajo la compañía Ranger Manufacturing en Utuado, transformando el cierre de la fábrica en una oportunidad para continuar llevando el pan a sus hogares.
De esa manera, echaron a un lado la problemática que los llevaría al desempleo, para juntar voluntades a través de la Cooperativa Industrial Creación de la Montaña que, además de generar nuevas plazas de trabajo, les permitió salvar el edificio que dejó su antiguo patrono.
Según Carmen Delia Borrero Maldonado, quien laboró por más de dos décadas para la antigua empresa, el movimiento cooperativo ha mantenido una veintena de puestos de trabajo, entre estos, 17 costureras, que a diario madrugan para hilvanar miles de piezas.
“Eso fue en 2002 y, hasta el momento, hemos estado aquí. Nos dedicamos a la manufactura de ropa escolar, trabajamos para diferentes agencias del gobierno, entre estas, la Policía de Puerto Rico, Departamento de Corrección y escuelas. También hacemos ropa, por ejemplo, si la persona llega y quiere que se le haga unas piezas, si hay espacio se le pueden hacer”, destacó Borrero Maldonado, de 64 años.
“Tenemos una línea de ropa más exclusiva porque tenemos una clienta que las vende en las boutiques. Además, se hacen gorros, carteras, trabajamos la línea Con Calma y, trabajamos para Rogative, una muchacha que se dedica a hacer carteras, cojines y los vende en los aeropuertos porque tiene diferentes diseños, la tela, emblemas como las puertas del Viejo San Juan, el coquí, flamboyanes, etcétera”, sostuvo con orgullo la administradora de la cooperativa.
Asimismo, expuso que la veintena de empleados reside en Utuado y, casi todas son jefas de familia entre los 40 a 70 años de edad.
“Estamos todo el año trabajando, haciendo polos, pantalones, camisas, batas de laboratorio. Ahora mismo tenemos 20 empleados a tiempo completo. Hay costureras, otros en la mesa de corte, bordado, el mecánico, la que inspecciona. Son 17 mujeres y tres hombres que uno es el mecánico, otro trabaja en la mesa de corte y el que borda es varón”, reveló.
Destacó que “no necesariamente tienen que ser socios para trabajar aquí”.
“Es triste y lamentable decirlo, pero no le están dando la importancia que debe tener la manufactura, porque en Puerto Rico hay mucho talento. Pero no sé qué es lo que está pasando, porque la gente se va a Estados Unidos a comprar piezas que se pueden fabricar aquí”, denunció.
Igualmente, apuntó la necesidad de rescatar la industria de la aguja porque las que están no dan abasto.
“En Puerto Rico hay otras fábricas, pero casi todas son de ropa militar. Pero las fábricas que manufacturan ropa como la que nosotros hacemos, hay muy pocas. Que yo sepa, estamos nosotros y hay otra en Comerío. Creo que deberían hacer algo para que hubiera más fábricas de costura”, manifestó.
Un desafío mantener la operación
Entre los retos que enfrenta la cooperativa son los altos costos para mantener la operación, que se vio interrumpida durante un mes tras el paso del huracán María, en el 2017, y varios días luego del impacto de Fiona.
“Honestamente, en estos años hemos caído en pérdidas, porque la mano de obra está tan alta. Esta fábrica, como hay que pagar tanto; se pagan casi $12 mil del seguro del edificio. Los costos de operación están tan altos, que las ganancias no son tantas”, reveló.
“Lo más difícil fue la pandemia, pero nos mantuvimos trabajando desde que empezó. Para el huracán María estuvimos como un mes fuera porque no había luz. Entonces, ¿cómo íbamos a trabajar? Para la pandemia hicimos mascarillas y batas. Trabajamos para Manos por Puerto Rico”, expuso.
Pero las adversidades no detienen la buena voluntad de estas costureras que, para hacer más, necesitan renovar su maquinaria, pues la mayoría está casi obsoleta.
“Necesitamos equipos más sofisticados, porque las máquinas que tenemos son del 2002. Esas máquinas nos las donó INSEC (Instituto Socioeconómico Comunitario). Otras las hemos comprado. Pero depende del tipo de trabajo que hace cada máquina. La más costosa es la de pegar botones, la máquina de cortar. Las de costura recta pueden salir entre 2 a 3 mil (dólares)”, puntualizó.
“Uno de los problemas que estamos confrontando es que las máquinas son tan viejas, que, si tuviéramos la oportunidad de obtener maquinaria automática, fuera más fácil, para agilizar el trabajo y producir más. Necesitamos como $100 mil para poder tener ciertas máquinas más adelantadas”, sostuvo.
Por eso, instó a apoyar la labor que realizan desde la montaña.
“Imagínate, aquí en Utuado no hay nada más, solo esta fábrica de costura. Está la fábrica donde hacen los bolsos de papel. Si esta fábrica cierra, toda la gente se tiene que ir para la calle porque aquí no hay otra fuente de empleo. Por eso es importante, luchar por ella”, concluyó.
Para conocer más detalles puede acceder a: creacionmontana@gmail.com