Culebra. El pintoresco terminal de lanchas en Culebra se caracteriza por su ambiente alegre, donde reciben a los pasajeros del ferry con música de calipso y la humildad de un pueblo hospitalario que se esmera por dar lo mejor al visitante.

Desde allí, resaltan los rostros que moldean su jornada para agradar a la gente, unos de manera voluntaria y otros con sus respectivos ofrecimientos, que comparten mientras se ganan la vida.

Justo en el garaje Ricky & Lili, un puesto de gasolina que parece sacado de una película antigua, está Juan Davis, quien voluntariamente carga con una bocina que emite cadenciosos ritmos, entre estos el calipso. Este género musical define a la población culebrense por su proximidad a las hermanas islas caribeñas.

Davis, conocido como “Guan Guan” o “Johnny”, se jubiló de la Autoridad de Energía Eléctrica, donde trabajó durante 31 años, pero no quiso quedarse en su casa y prefirió entretenerse haciendo felices a los demás.

“Aquí yo me entretengo con la gente que viene por ahí y los mismos de Culebra, saco la bocina y pongo calipso, salsa… ahí hay de todo. Hago esto desde hace como 20 años en la estación de gasolina y, cuando hay cumpleaños voy como ‘disc jokey’. Pero yo tenía una banda que se llamaba Los Dinámicos, pero ahora, la mayor parte (de los integrantes) de la banda murieron y yo descontinué la música, ahora me dedico a esto”, confesó “Guan Guan”, de 73 años.

“Lo hago de manera voluntaria. Alguna gente me paga, pero yo no estoy para que me paguen sino para divertirme y divertir a otras personas. Yo me alegro cuando viene la gente y tiran su bailecito y se alegran porque este es el único terminal en Puerto Rico que te reciben con música, soy yo aquí. Ni en Vieques ni en Ceiba; no hacen na’ de eso”, sentenció.

De hecho, tanta es la confianza que inspira el hombre, que los turistas le piden recomendaciones sobre las mejores playas y restaurantes en la isla municipio.

“Las veces que estoy aquí me tienen como un guía turístico, porque me preguntan dónde comer, a dónde ir y cómo llegar a los sitios. Hay muchos que me dan regalos y me dicen que les gusta estar aquí, que les gusta la isla porque es bien tranquilo. Aquí dondequiera hay ‘party’ y se divierten”, manifestó.

“Culebra es mi primer hogar y las mejores playas son Flamenco, Zoni, Melones, Tamarindo, Dátiles y Punta Soldado. Para comer, le digo en el Dinghy Dock o Mamacitas. La gente siempre viene buscando pescado”, acotó.

Johnny Davis  “Guan Guan” y Luis Alberto Velázquez “Grasita” procuran alegrar a los visitantes con música y brindándoles cualquier ayuda.
Johnny Davis “Guan Guan” y Luis Alberto Velázquez “Grasita” procuran alegrar a los visitantes con música y brindándoles cualquier ayuda. (Isabel Ferré Sadurní Photography)

Por lo general, Juan Davis no está solo, sino que casi siempre lo acompaña “Grasita”, un culebrense por adopción que le ayuda a montar la bocina y se queda para colaborar con los clientes que llegan a la estación de gasolina.

Vino por una emergencia, se enamoró y se quedó

Se trata de Luis Alberto Velázquez Camacho, quien llegó a Culebra para trabajar luego del paso del huracán Hugo en 1989.

“Me dicen ‘Grasita’, porque cuando llegué a Culebra por primera vez, después del huracán Hugo en 1989, yo siempre estaba engrasa’o, se me rompía el truck y lo arreglaba y seguía trabajando. Trabajaba como camionero cuando vinimos a limpiar a Culebra cuando Hugo y era la primera vez que venía”, contó Velázquez Camacho, de 63 años.

“Esto estaba destruido, se me rompió el corazón. La gente estaba triste, sufriendo porque no tenía quien los ayudara. Ahí mismo, empezó a llegar la Guardia Nacional, empezaron a llegar ayudas de la Isla. Vinimos a recoger escombros y después a reparar las calles que quedaron destruidas por el agua. Fue difícil, pero lo logramos”, agregó.

Sin embargo, se enamoró y desde entonces, se convirtió en uno de sus más pintorescos residentes.

“Yo quise mudarme desde el mismo día, porque me enamoré de una muchacha, Yolanda Ivette Quiñones, con la que tengo tres nenas que ahora tienen 21, 18 y 16 años y un nieto de 3 añitos. Ahora estoy aquí ayudándolo a él (‘Guan Guan’) y a la señora del garaje, porque salgo de trabajar y vengo para acá”, manifestó mientras se ofrecía a ayudar a una turista que llegó a echarle gasolina a un carrito de golf.

“Culebra es una isla del encanto, esto es otro mundo. Esto es un paraíso, podemos dormir con las puertas abiertas, dejamos los carros con las llaves pegás sin temor a que nada pase. La gente es cariñosa”, acotó.

Complace al cliente

Al cruzar hacia los demás negocios que quedan frente al muelle, se aprecia la típica escena del heladero, con su colorido carrito paseándose de un lado a otro.

Su nombre es Joaquín Ascencio y de la Cruz, natural del municipio de Miches en la República Dominicana. Sin embargo, se unió a la población de Culebra en 1989, luego de participar de los Juegos Panamericanos del 88 en San Juan.

Joaquín Ascencio y de la Cruz es natural de República Dominicana.
Joaquín Ascencio y de la Cruz es natural de República Dominicana. (Isabel Ferré Sadurní Photography)

Al igual que “Grasita”, Joaquín también llegó durante la reconstrucción de la isla en 1989 y allí se quedó.

“Estoy vendiendo helado desde el 2006, pero yo doy el servicio lo más clásico que se puede y me desprendo de cualquier cosa por ayudar. Hay heladeros que ponen el helado como sea. Yo le pongo diseño, le ligo el helado, porque el cliente es el que me da la vida, me da de comer porque si no me compran, no como”, apuntó.

Mientras tanto, cientos de visitantes entran y salen de la paradisiaca isla, interactuando con los culebrenses que se esmeran en dar su mejor sonrisa para que todo el que llegue solo sueñe con regresar.