La reciente liberación a la vida silvestre de dos manatíes hembras, que fueron rescatadas cuando eran bebés y estaban solas y sin posibilidad de sobrevivir, ha sido motivo de gran júbilo entre la comunidad de científicos y voluntarios que trabajan por conservar esa especie en peligro de extinción, así como por público en general que también respalda la preservación del ambiente y las especies.

Por otro lado, las noticias sobre hallazgos de otros que aparecen muertos, como ocurrió hace unas semanas en la Bahía de Guánica, es un recordatorio de cuán importante es esa labor de rescate de manatíes, que se lleva a cabo gracias a los especialistas del Centro de Conservación de Manatíes del Caribe con la colaboración de diversas organizaciones defensoras del ambiente, como la fundación Alma de Bahía.

“Los manatíes son animales que están en peligro de extinción, y sus números son muy bajos. En Puerto Rico se estima que hay entre 500 y 700 manatíes”, indicó Marcela Cañón Escobar, bióloga marina y directora ejecutiva de Alma de Bahía, citando “números suministrados por el doctor Antonio Mignucci, que es el experto principal de manatíes en Puerto Rico y el Caribe”, y además logró movilizar la comunidad en general en Puerto Rico sobre la necesidad de proteger a los manatíes “desde el momento del rescate de Moisés”.

La experta recordó que, antes de ganar esa consciencia, los manatíes en la Isla enfrentaban un panorama crítico, e incluso se les cazaba para consumir su carne. Sin embargo, pese a los avances en su protección, no están libres de amenazas, pues los manatíes grandes enfrentan “la pérdida de hábitats y situaciones que suceden en el mar que vienen de los cambios climáticos y cambios internacionales, y otro más puntual es el tema de los botes y cómo los botes los ponen en riesgo”, y tan solo este último año “han muerto varios manatíes en Puerto Rico, alrededor del archipiélago, por impacto de botes”.

La bióloga marina, sin embargo, destacó que “al mismo tiempo se ha hecho un avance gigantesco en rescate y rehabilitación de la especie”, liderado por el Centro de Conservación de Manatíes del Caribe, con el que la organización que dirige colabora desde el 2008, y que “ha hecho un esfuerzo muy grande”.

Los cuidados

El esfuerzo ha rendido frutos con 11 manatíes liberados, una cifra que “es un número significativo” al tratarse de una especie en peligro de extinción.

“Y tenemos que entender que los manatíes, además, son mamíferos y tienen un cuidado parental extendido, o sea, que las madres se quedan con sus crías hasta cuatro años. De tal manera que una hembra manatí puede, típicamente, tener 20 crías durante su vida, pero se demora alrededor de cuatro años, a veces solo son dos y entonces se reproduce nuevamente y tiene una nueva cría y puede estar con dos crías al mismo tiempo, pero el tiempo estimado son cuatro años. De tal forma que, siendo tan largo el cuidado materno, el manatí toma leche como nosotros, son mamíferos, y tiene que estar con su madre por mucho tiempo, así que esa labor grandísima del Centro de Conservación de Manatíes, a la que nosotros como fundación Alma de Bahía nos hemos unido, precisamente ha sido ese muy largo tiempo de recuperación, porque esos manatíes requieren por lo menos entre tres y cinco años para poder ser rehabilitados y liberados nuevamente en su ambiente natural”.

En esta foto: Se encuentra, La bióloga colombiana Marcela Cañón Escobar dirige Alma de Bahía.
En esta foto: Se encuentra, La bióloga colombiana Marcela Cañón Escobar dirige Alma de Bahía. (Isabel Ferré Sadurní)

En el caso de las manatíes liberadas hace unas semanas, una de ellas estuvo bajo cuidados cuatro años y medio, y la otra más de cinco años. Durante ese tiempo, primero se requiere “darles leche constantemente, así que se les hace un cuidado de 24 horas con biberones cada tres horas, y luego se les transiciona a una comida regular”.

Cañón Escobar explicó que el cuidado de manatíes es bien diferente a cuando el rescate es de una cría, a cuando es un adulto, si bien en todos los casos hay un cuidado veterinario especializado, incluyendo de emergencia.

En el caso de los bebés, además de ese cuidado 24 horas y alimentación regular, esa fórmula que se les da es especializada, adecuada “a las necesidades de cada individuo”.

Todo eso, además, tiene que hacerse con el cuidado de que ese manatí pequeño no se acostumbre demasiado a los humanos, por lo que los voluntarios que trabajen con ellos tienen que ser muy disciplinados en mantener ese balance entre cuidado y distancia para que el animal no se habitúe tanto a nosotros.

En cambio, en el caso de los manatíes adultos, que suelen llegar por situaciones de accidentes o enfermedad, no necesitan ese aprendizaje, y lo que requieren son cuidados de emergencia o médicos, y una rehabilitación médica. “Así que son aproximaciones totalmente diferentes, en todos los casos con cuidado veterinario, cuidado nutricional, cuidado de las madres para la cría”.

El costo y su aportación

Pese a que todo ese trabajo con la vida silvestre y la conservación del ambiente tiene unos costos muy altos desde el punto de vista financiero, los beneficios son mucho mayores, pues “el equilibrio ambiental y la sostenibilidad es algo que, si no se logra, puede generar desastres de todo tipo”.

Los manatíes en particular son una especie que se considera “indicadores de lo que está pasando en el ecosistema”, y también “controlan las áreas de pastos marinos y todo el ecosistema alrededor de esos pastos marinos, que además está asociado con los manglares”.

“Ellos (los manatíes) tienen un valor increíble. Y el costo de rehabilitarlos, aunque es alto, (unos $100,000 por año por animal, según los datos del Centro de Conservación), y necesitan del apoyo del público y la comunidad para cubrir esos gastos, el beneficio de tener una especie como los manatíes es mucho mayor que ese costo, son beneficios ambientales invaluables”, afirmó la bióloga marina, reiterando que, al ser una especie considerada indicador, supone que su ausencia en alguna zona donde ellos habitan significa que esa área está en problemas.

La experta comentó que la fundación Alma de Bahía, que nació de la responsabilidad social y ambiental del Bahia Beach Resort en Río Grande, comenzó a colaborar con el Centro de Conservación de Manatíes en el 2008 para ayudar en la conservación de manatíes que hay en el área donde está localizado, pero desde entonces ha ido extendiendo su alcance y colaborando además con otras organizaciones y el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales, y también trabajan en la conservación de tortugas, algunas de ellas también especies en peligro de extinción, así como en el rescate de perros y gatos “que le ponen mucha presión a los ecosistemas”.

No quiso terminar su entrevista con Primera Hora sin exhortar al público a apoyar, de la forma que puedan (dinero, voluntariado, cuidado del ambiente), a la conservación de los manatíes, y también para que, aprovechando la liberación reciente de la dos manatíes y otros dos que también se liberaron hace poco, que tienen todos unas boyas conectadas a un sistema de GPS, a que si los ven se comuniquen al número 787-400-2782 para notificar ese avistamiento, o también lo pueden notificar al email info@manatipr.org. También pueden usarse para notificar alguna situación que consideren importante con respecto a los manatíes.

Asimismo, hizo un llamado particular a los operadores de embarcaciones, botes o jet skis, y sus familiares y amigos, a que “por favor en las áreas que son costeras y cercanas a desembocaduras de ríos, mantén la velocidad máxima de cinco millas. Eso es muy importante porque durante el último año hemos tenido varios accidentes fatales donde los manatíes han resultado con heridas de muerte por impactos de botes. Si van a esa velocidad, los van a ver, porque ellos son gigantes, y estos que tienen boyas aún más”.

“Creo que aportar al mejoramiento de esta especie, aporta al mejoramiento de nosotros como seres humanos. Y eso también es una labor de todos”, insistió.