“Es más de lo que esperábamos”, dijo ayer sobre las decisiones del Tribunal Supremo de Estados Unidos Carmen Milagros Vélez, la madre gay que Puerto Rico conoció por luchar a favor de que le permitieran a su pareja del mismo sexo adoptar a su hija biológica, a la que ambas habían criado.

No es que la opinión del Supremo le parezca suficiente, pero Vélez considera que las decisiones del alto foro definitivamente le abren un mundo de posibilidades para reivindicar a personas como ella y su compañera.

Vélez espera que las sendas opiniones del Supremo, las que defienden la igualdad del matrimonio gay con respecto al matrimonio heterosexual –el que es legal–, tengan repercusiones positivas en Puerto Rico.

Ella y su compañera, Ángeles Acosta, no ceden en su empeño de conseguir que las parejas homosexuales puedan adoptar en la Isla.

El Tribunal Supremo de Puerto Rico rechazó esa posibilidad, pero la Legislatura podría cambiar el panorama si aprueba una ley al efecto.

“A nosotras nos tienen que conceder los beneficios federales de los que habla la opinión del Supremo”, dijo Carmen Milagros, quien recordó que ellas se casaron en Nueva York.

Lo de los beneficios es magnífico, pero lo que realmente motivaba a Vélez a celebrar es que el Supremo le dio validez y reconocimiento al matrimonio gay, a que familias como la suya puedan vivir con la dignidad que se merecen.

“Lo que voy a hacer ahora es darle la buena noticia a mi hija... Vamos a celebrar esto juntas”, dijo.

La hija de Carmen Milagros y Ángeles tiene ahora 12 años.