Gran parte del tiempo, la sociedad misma se hace de la vista larga y de oídos sordos ante la necesidad de las cerca de 200,000 personas que componen la comunidad sorda en Puerto Rico.

Adneris Lorenzo, por ejemplo, tiene en su núcleo familiar a cuatro personas sordas.  Dos de sus hermanos, su esposo y su hijo de 16 años no escuchan y dependen 100 por ciento de su asistencia cuando deciden lanzarse a la calle.

“Siempre tengo que estar con ellos en las citas o gestiones para interpretarles y como quiera a veces se me hace complicado decirle palabras que son más técnicas porque solo cogí un curso avanzado que terminé hace un mes”, explicó Lorenzo.

Si su rol como hermana y esposa ha sido agobiante, sus vivencias como madre de un joven sordo la han llevado a sus límites, aunque sigue en pie de lucha.

“Cuando comencé con mi hijo tuve que luchar durante mucho tiempo en la Oficina de Personas con Impedimentos para que me consiguiera un intérprete que lo acompañara en la escuela.  El problema para esta población es que no hay intérpretes y tienes que solicitarlo y te dejan esperando mucho tiempo”, expresó preocupada la madre de 36 años.

“En ocasiones mi hijo me ha expresado que la gente le dice que sí por salir de él y que no lo entienden. Hubo un  tiempo en que mi hijo me hacía expresiones que quería quitarse la vida, por lo que necesitábamos un psicólogo, pero estuvimos seis meses esperando porque no había uno que conociera lenguaje de señas.  En ese tiempo hubo muchas noches que me desvelaba pendiente a que él no fuera a atentar contra su vida”, relató Lorenzo.

Preparados pero no aceptados

Así de complicado se le ha hecho el camino a Elston D. Grafals, un joven aguadillano de 27 años, quien se ha preparado académicamente para integrarse al mundo laboral, más la incomprensión de la sociedad no le ha permitido lograr sus metas profesionales.

“Tengo un certificado en Artes Culinarias, un grado asociado en Administración y Servicios de Restaurante y finalicé un bachillerato en Gerencia de Hotel, pero ahora mismo no tengo trabajo.  Llevo mi resume a diferentes lugares y me dicen que tengo una 'excelente experiencia', pero cuando voy a la entrevista personal se ve el desconocimiento al tratar con personas sordas.  Me dicen que me van a llamar y nada”, expresó mediante conversación escrita Grafals, quien hizo tres internados; uno en un restaurante y dos en hoteles, además haber trabajado en una línea de hoteles muy prestigiosa en Park City, Utah.

Según su experiencia, “no hay interés en la comunidad sorda”, lo que complica su desenvolvimiento en cualquier esfera de la sociedad.

“Piensan que somos un grupo pequeño. Hay mucho desconocimiento sobre los sordos.  Llevamos mucho tiempo luchando por nuestros derechos y nadie hace nada”, resaltó Grafals.

Igual de impotente a veces se siente la maestra Yamilette Luciano Ruiz, quien también padece de sordera  profunda e imparte clases de lenguaje de señas en la Escuela Mariano Riera Palmer de Mayagüez.  Ella es una de seis maestros que tienen solicitud de acomodo razonable por condiciones auditivas.  En su caso, la condición no ha sido impedimento para desenvolverse en sus labores, pero sí ha tenido muchos retos para recibir la ayuda y aceptación del sistema.

“Todos se quedan sorprendidos por mi forma de hablar debido a que yo no hablaba nada, solo utilizaba señas, pero con mucho esfuerzo desarrollé el habla, aunque tengo dificultades.   Aún así se me hizo difícil manejar mi condición a la par con mi profesión por tanto discrimen en el campo de la educación y en la sociedad”, expresó Luciano, quien lleva 14 años en el magisterio y desde hace dos que espera por un equipo tecnológico por parte del Departamento de Educación.

“Llevo dos años esperando un equipo llamado Programa Interact que es un intérprete avatar y consta de un micrófono que se pone la persona con la que estoy hablando y en una pantalla aparece un avatar comunicándose en señas.  No lo he recibido, pues me dicen que no hay fondos.  Me siento incómoda porque no entiendo a algunos estudiantes y maestros y ese equipo me ayudaría a mejorar mi área de trabajo”, lamentó Luciano, quien de manera independiente imparte talleres para educar a maestros acerca de cómo trabajar con estudiantes sordos, además de concientizar a estudiantes que respeten a quienes padecen de la condición.

Por su parte, el DE confirmó a través de su portavoz de prensa, Alexis Ramos, que el equipo solicitado por Yamilette está aprobado a través del área de Recursos Humanos. “El trámite para adquirí el equipo está en el área de compras y ya tienen identificados los fondos para la adquisición del mismo”, confirmó.

Habla la voz de la experiencia

Para el trío que de alguna u otra forma viven a expensas del silencio y de la falta de comprensión, el que se trabajen ideas para alivianar su carga, resultaría en un verdadero alivio.

“Sería buenísima idea que se adiestren a los empleados y que en cada lugar, gobierno y empresa privada, tengan una persona con conocimiento en lenguaje de señas.  También sería bueno que haya un sitio- como cuando llamas a la operadora- para que llames si necesitas un intérprete y que puedan llegar a dónde estás para brindarte el servicio”, sugirió Adneris Lorenzo. 

Mientras que Yamilette Luciano sostiene que debería integrarse como requisito el lenguaje de señas en las escuelas, tal y como establece la Ley Núm 56 del 24 de enero de 2018 que fue aprobada en enero del año en curso. 

“Los estudiantes desde escuela elemental deberían tomar el curso de lenguaje de señas como se hace con el inglés porque el lenguaje de señas es otro idioma.  Esto ayudaría a que los niños sordos no se sientan discriminados.  También establecería que la facultad y el personal estén capacitados en este sentido”, solicitó la maestra.

Por su parte Elston D. Grafals, avaló  la implementación del lenguaje de señas en las escuelas, además de sugerir la utilización de la tecnología para beneficio de la población.

“Hacen falta buenos servicios de interpretación en vivo o un sistema que facilite la comunicación. También creo que el lenguaje de señas se debe enseñar en la escuela para que todos puedan aprender.  Nuestro impedimento es invisible y lo más importante es que entiendan que somos iguales, son la diferencia de que no podemos oír”, sostuvo el joven.