¿Qué recuerdo de la salida de la Marina de Vieques, de los últimos  trece años de lucha intensa del pueblo de Puerto Rico por liberar a sus hermanos de la  Isla Nena de los efectos mortales del  bombardeo de la Armada?

Mucho.

Como reportera  fue mi corresponsalía de guerra.

El  día de los arrestos de los desobedientes civiles del 4 de mayo de 2000 recuerdo a un periodista español que no podía entender por qué lo asumíamos así. No estábamos ni el Golfo Pérsico, ni en ningún otro escenario parecido desde los que él había reportado.

Pero existía una realidad: la mía y la de Vieques que vivía su propia  guerra y  había decidido enfrentarla con la única arma que podía serle efectiva: la paz.

A 10 años de la salida de la Marina de Vieques también recuerdo el llanto contenido de un agente de la Fuerza de Choque frente a mí y mi propia resistencia por no involucrarme emocionalmente cuando arrestaban a las monjitas, a líderes religiosos, a Lolita Lebrón, a líderes del Partido Popular que recién se estrenaban en actividades de protesta, y  los independentistas que ya  marchaban con las manos  entrelazadas por esposas blancas.

La marcha de la Fuerza de Choque por un lado y de los desobedientes civiles por otra,  y los helicópteros que revoloteaban rumbo a los demás campamentos se cruzaban ante mis hijos como si se tratara de una película de Hollywood.

 La tonada del “Yo quiero un pueblo que ría y que cante...”, de Danny Rivera,  no nos ayudaba ni a mí ni a la Policía en nuestro esfuerzo por no llorar.

Adentro, en la zona de tiro,  comenzaban a llevarse presos a otros puertorriqueños, a los desobedientes  que vivieron meses en campamentos rudimentarios,  a los que nosotros los periodistas visitábamos retando el fuerte oleaje del mar. Íbamos como en taxis acuáticos, junto a los valientes pescadores de Vieques.

Sí, esos mismos que por años habían entorpecido en alta mar las prácticas de la Marina más poderosa del mundo.

¿Miedo? Ninguno, aunque mi familia me recomendó que comprara un salvavidas y lo hice.

¿Qué más recuerdo?

A los jóvenes encapuchados que nunca tuvieron protagonismo, ni nadie los citó, aunque ellos fueron los  que rompieron  las verjas que permitieron la entrada a la zona de los bombardeos.

Me tocó cubrir a dos gobernadores que lucharon por Vieques: a Pedro Rosselló y a Sila M. Calderón.

Tuve el privilegio de ser testigo del orgullo del pueblo de Puerto Rico con  el “don't push it” de Rosselló en pleno Congreso; de escuchar a un superintendente  –Pedro Toledo- diciendo que la Policía no colaboraría con ninguna detención de los desobedientes civiles y que Calderón, serena, le diera permiso a los populares para que violaran la ley del Navy. ¿Insólito, no?

La Marina se iba y se fue  el 1 de mayo de 2003 y el hecho no hay duda de que fue tan histórico como la unidad que se vivió en Puerto Rico durante todo el proceso hacia la salida definitiva de la Armada. Pocos resquebrajaron la unión de un pueblo y fue casi al final del proceso.

Ese día,  el 1 de mayo de 2003, el líder histórico de la lucha de Vieques, Ismael Guadalupe, no parecía  contento. No había compromiso de la entrega de las tierras ocupadas y eso a una persona tan comprometida como él con el futuro de su Isla Nena, lo atribulaba. Le dije: “Ismael, tú eres como Mandela, el éxito de  tu lucha lo lograste ver en vida”. Sonrió.

Del 1 de mayo de 2003 tengo otra imagen, la del fuego provocado por el incendio de unos vehículos que había dejado la Marina abandonados en  los terrenos ya liberados.

Era de noche, al fondo se veía el fuego y ya habían tumbado la verja de la entrada principal que separó a los viequenses de las que también eran sus tierras por 60 años.  Me agache y tomé un pedazo de aquella verja.

Lo tengo guardado, como muchos guardaron en Berlín los restos del Muro.

Es mi tesoro.

Otros periodistas en el “campo de batalla”

"Vieques retó a un pueblo a reconocer un reclamo legítimo para una mejor vida y el llamado resonó en el antiguo campo de tiro donde documenté, junto a otros colegas periodistas y fotógrafos, los actos de desobediencia civil, los arrestos de los manifestantes y el traspaso de los terrenos".

Francisco Rodríguez-Burns - Periodista

“Con apenas tres años de experiencia como fotoperiodista, siendo un  “rookie” y “outsider”,  para mí fue un privilegio  poder documentar una de las historias más importantes y más emocionantes del país. Además, fue una experiencia de cómo lidiar con la angustia, tensión, coraje físico y especialmente emocional para poder seguir documentando con objetividad”

Andre Kang - Fotoperiodista

“Cuando me enviaron a cubrir la muerte de David Sanes el 19 de abril de 1999 no imaginaba la magnitud de lo que acontecería más adelante. Sin duda, ha sido la cobertura más significativa de mi carrera. La espera previa a que se produjeran los arrestos fue de días y noches largas repletos de incertidumbre, tensión y ansiedad. Dormí varias noches con las botas puestas para estar lista para cuando llegaran los militares. La madrugada del 4 de mayo del 2000, la emoción era fuerte. Comencé a retratar con un nudo en la garganta, sobre todo cuando los religiosos cantaban mientras los arrestaban. Estar en primera fila como testigo de la historia del país es la mejor recompensa de nuestro trabajo.

Vanessa Serra - Fotoperiodista

“¡¡¡Ciudadanos  bombardeados!!! La agresión y el horror al que eran sometidos los habitantes de Vieques se pusieron ante mi cámara, mi corazón y mi conciencia. La oportunidad de poder conocer, valorar y transmitir al mundo la valentía de un grupo de hombres y mujeres que, desafiando a la Marina de Guerra de Estados Unidos, respondían a los bombardeos  con una lucha pacífica, histórica y  memorable para Puerto Rico, la  llevaré siempre conmigo  como uno de los momentos más emocionantes y gratificantes de mi carrera profesional”

Luis Alcalá del Olmo - Fotoperiodista

A una década de la salida de la Marina de Guerra de los Estados Unidos del territorio de la Isla Nena, te presentamos una serie de fotos históricas, hasta llegar al hoy.