Vega Alta.- A Karla Candelaria Oquendo le enseñaron que si uno se propone las cosas, tiene disciplina y se esfuerza puede alcanzar su meta. Ahora, esta joven, que ayer cumplió sus 16 años, pondrá a prueba esa doctrina en la que ha creído tenazmente.

A los 13 años decidió separarse de su familia para estudiar en el Centro Residencial de Oportunidades Educativas de Mayagüez (Croem), una escuela especializada en matemáticas y ciencias, en donde terminó con un promedio de 3.8 tras completar en dos años el currículo de tres y obtener una de las más altas puntuaciones en el College Board.

En estos momentos, su principal objetivo es ingresar a la Embry Riddle University, en Florida, uno de los centros de estudios en ingeniería aeroespacial, programa al que fue aceptada.

Karla ha trabajado para conseguir esa meta, pero ahora tiene que comprobar si su esfuerzo será suficiente para alcanzarla.

“Yo tengo fe en mí. Yo sé que puedo si me lo propongo, si establezco mis metas y mis rutas y no me desvío del camino que en estos momentos es estudiar y luego recoger los frutos, no sólo para mi propio consumo sino para compartirlos con el mundo”, señaló.

Karla tiene seguridad, liderato, desenvoltura al hablar, madurez, conocimiento y una sed de aprendizaje envidiable. Ahora sólo le falta conseguir las becas para costear los $40,000 anuales para sus estudios porque sus padres, quienes tienen dos hijas más, no pueden sufragarlos.

Sin reflejar frustración, lamentó que para alcanzar sus logros académicos se ha visto forzada a luchar contra un sistema que le parece que tiende a desalentar a los estudiantes y los obliga a limitar sus metas.

“Yo he visto cómo mucha gente talentosa se frustra porque no hay ayuda para los estudiantes talentosos”, comentó Karla. “Estos estudiantes talentosos se frustran y empiezan a cortar porque le aburren las clases y así se van colgando. Así no pasan el College Board, no pueden entrar a la universidad y no pueden hacer lo que pudieran haber hecho”, agregó.

Karla no requería ningún esfuerzo en obtener una A en las escuelas públicas de Vega Alta, en las que estudió la elemental e intermedia. Por eso, cuando llegó a Croem le fue difícil alcanzar al inicio el ritmo de estudios.

“Al principio me amanecía, me acostaba a las 4:00 de la mañana para levantarme a las 6:00 (a.m.), escondida en el baño porque se supone que después de las 12:00 (de la medianoche) todo el mundo esté durmiendo”, relató la muchacha.

Lee desde los 3 años

Su mamá, Nancy Oquendo, aunque un poco asustada, estimula y apoya a su hija en sus metas porque desde que era pequeña supo que su primogénita tenía un talento especial. Sin estar en centros preescolares, Karla comenzó a leer a los tres años y medio, en la escuela sobresalía, no sólo por sus notas sino también por su oratoria y liderato.

Karla no cumple con el estereotipo de la niña estofona que sólo está pegada a los libros porque siempre se involucró en clubes de teatro, en actividades deportivas, en el consejo estudiantil y le gusta “el jangueo” con sus amistades.

Esta vegalteña se distingue también por su disposición. Cuando supo de Croem, ella sola se puso en contacto y envió la solicitud sin que sus padres lo supieran. Asimismo, antes de solicitar en la Universidad en los Estados Unidos hizo una investigación exhaustiva de sus ofrecimientos para luego dedicarse a convencer a su papá y mamá para que a los 16 años recién cumplidos la dejen abandonar el país en su sueño de llegar al espacio.

Sin ayuda, la opción es el ejército

Karla lamenta que no recibió la orientación adecuada sobre carreras universitarias ni sobre las becas disponibles. Por eso, no las solicitó a tiempo y al menos para este año, con lo único que cuenta es con $10,000 que le aprobó la Embry Riddle University.

“Me decepcioné mucho, me frustré porque pude haberlas aprovechado”, dijo la estudiante, quien ahora se dedica a orientar a sus amigos para que no se conformen con carreras tradicionales, sino que conozcan la diversidad académica y becaria que existe.

La meta de Karla es estudiar ingeniería aeroespacial, pero si no logra conseguir ayuda económica mencionó dos opciones: irse al Recinto Universitario de Mayagüez a estudiar ingeniería mecánica, o esperar cumplir con la edad reglamentaria para entrar a la Fuerza Aérea y conseguir el dinero para sus estudios en ingeniería aeroespacial, aunque aseguró que eso le generaría una lucha ética porque repudia los conflictos bélicos.

Esta joven lo que realmente quiere es construir, aportar, innovar para su país y para el mundo entero en lugar de quedarse a trabajar en empresas “para hacer más ricos a los que ya son ricos”.