En el ocaso de sus vidas, la soledad y la distancia -aseguran- forman parte de su “normalidad”. No obstante, la pandemia ha trastocado el contacto que tenían estas personas de la tercera edad con sus familiares y amistades, por lo que este Día de Acción de Gracias será uno atípico, en algunos casos más solitarios que de costumbre y en otros… tan solitario como cualquier otro día del año.

Para Luis A. Freires, quien es oriundo de Caguas, los últimos 10 meses han sido sumamente difíciles. La pandemia lo ha obligado a no visitar a su familia, primero por motivos de prevención y, segundo, porque no tiene la transportación debido a la falta de servicios de guaguas públicas en la zona de Loíza.

“(Antes de la pandemia) me iba viernes y venía lunes, pero ahora no se puede porque como no hay guaguas públicas, no puedo ir a ver a mi mamá y a mi hermano. Mi mamá tiene 85 años y hacen 10 meses o 11 que no la veo, pero siempre estoy en comunicación con ella. Yo le digo que no se puede ir pa’ allá”, dijo apesadumbrado el hombre de 61 años.

Don Luis, quien hace dos años reside en el Loíza Home Ederly, asegura que la regla del distanciamiento para evitar contagios de COVID-19, lo mantiene la mayoría del tiempo solo en su apartamento.

“Me siento un poquito solo… regular como no se puede ir a ver (a la familia) ni na’. Me quedo algunas veces aquí (áreas comunes) o me quedo en casa y no salgo. Si no me voy pa’ la plaza a dar la vuelta, pero hay que bregar con eso”, expresó resignado don Luis.

“Si esa enfermedad coge a uno… por eso yo me cuido”, comentó.

No obstante, para Acción de Gracias, don Luis suele pasarlo en su apartamento en compañía solo de la programación televisiva y, este año, más aun por la pandemia.

“Yo me quedo en casa metí'o siempre, solito en casa viendo televisión. Es lo único porque ahora con eso (COVID-19), no se puede estar en corillo, no se puede estar hablando con aquel porque no se sabe si tiene la enfermedad”, comentó el sexagenario, quien sale a las áreas comunes del proyecto de vivienda a coger fresco y a dialogar con otras personas que residen en el lugar, aunque tomando las debidas precauciones.

Otro que pasará solo el Día de Acción de Gracias es Ángel Ríos De León, quien tiene 58 años y es oriundo de Río Piedras.

“Esta semana estuve como cinco días con mi hermana porque estuve enfermo y volví para acá. Se siente (la diferencia) porque uno no puede estar con la familia como antes. Ahora hay que estar a ocho o nueve pies de distancia de ellos”, expresó.

En cualquier otro momento, Ángel estaría preparándose para ir a compartir la cena de Acción de Gracias con sus familiares. Sin embargo, este año asegura que, lamentablemente, eso no ocurrirá.

“Antes estaba con ellos, pero este año lo voy a pasar acá (en su apartamento) solo, porque no puedo compartir, vamos a estar separados. Todos los planes se nos cambiaron a todos. ¡Imagínate! Es más triste porque no puedes compartir con nadie, tienes que compartir solamente en tu apartamentito encerra’o. Es acostumbrarte a estar por primera vez solo, sin tu familia”, dijo Ángel, quien también extraña las actividades entre residentes, con quienes jugaba dómino y cartas, entre otras.

Para el moroveño, las expectativas en diciembre son las mismas.

“En Navidad va a ser igual, porque vamos a estar separados. ¡Es malísimo!”, dijo.

En el caso de Héctor Ortiz, quien es oriundo de Morovis, la vida -asegura- le ha dado un giro drástico que ha trastocado sus emociones.

“Ha cambia’o bastante, diría que casi un 100%. Ya pa’ en casa de papi, pa’ ir es a través de la ventana, de mi tío también por la ventana. De mi hermano no, porque yo puedo entrar por la parte de atrás y meterme en un cuarto allí”, explicó Héctor, quien tiene 64 años de edad.

Usualmente, don Héctor celebra las festividades en casa de sus familiares, pero ahora por el COVID-19, las pasará en su casita solo, lo que le genera nostalgia.

“Siempre iba a casa de papi o a casa de mi hermana; siempre se hacía su actividad familiar, se compartía. (Ahora) en casa encerra’o ahí, quietecito. Así como estamos. Le llega la pena a uno, el sentimiento. Uno se pone a pensar en esas situaciones. Esta va a ser la primera vez de todos, creo yo que ya esto (pandemia) había pasado. Nos tocó ahora a nosotros vivir esta situación que no es nada agradable”, afirmó.

En cambio, para Migdalia Román, mejor conocida por todos como “Yaya”, la vida sigue siendo la misma que antes de la pandemia, ya que cuenta con una tutora y, de vez en cuando, algunos de sus siete hijos le dan la vueltecita.

“Como siempre, ha sido la misma, tranquila, no hay problemas. Sí, vienen de vez en cuando, los hijos están trabajando y están cuidando a mi nietecito…”, sostuvo la mujer de 73 años.

Mientras conversaba con Primera Hora, Yaya aun esperaba saber qué haría en Acción de Gracias. “Creo que lo mismo, depende de mi tutora, si me dice que me vaya pa’ allá pues… uno o dos días”, dijo Yaya tras asegurar que es muy alegre porque es “una bailarina profesional”.

En cambio, Ángela Guzmán Romero, de 73 años también, espera pasar la festividad de hoy, junto a quien le acompaña a diario: su hijo de 38 años.

“Ahora tenemos que estar más recogidos y cuidarnos más. Mi hijo vive conmigo. En Acción de Gracias (hoy) la pasaré con él. No tengo mucha familia”, indicó.

Otra que espera pasarla con su familia más cercana es Gladys Saavedra Badillo, una artesana de tejido de Quebradillas, quien a principios del año sufrió la pérdida de su esposo, situación que ha trastocado aún más sus emociones.

“A principios de la pandemia tuve una pérdida de mi esposo, pero no fue por COVID, fue una caída que se dio. Ha habido unión entre la familia directa y más por la pérdida de mi esposo. Ellos se han unido más a mí. No me dejan sola en ningún momento, están pendiente a mí”, comentó Saavedra.

Será una celebración no tradicional de Acción de Gracias, pero en algo coincidieron todos: viven agradecidos por tener salud y vida.