El Recinto de Ciencias Médicas (RCM) de la Universidad de Puerto Rico arrancó sus clases hoy con vítores por ser la primera institución universitaria que abre sus puertas tras el paso del huracán María.

En una actividad de bienvenida en el Anfiteatro del Recinto –abarrotado de estudiantes-, a la que comparecieron el presidente de la UPR, Darrel Hillman, el presidente de la Junta de Gobierno de la institución universitaria, Walter Alomar, y los legisladores Abel Nazario y Guillermo Miranda, se hizo hincapié una y otra vez en que abrir las puertas del Recinto universitario eran símbolo de levantar el país. 

“La única crisis amenazadora es la tragedia de no querer luchar para superarla”, enunció el rector interino del Recinto, Segundo Rodríguez, en la actividad de bienvenida en el Anfiteatro del Recinto.

Sin embargo, reinicia el semestre académico con la amarga sombra de la devastación que dejó el fenómeno atmosférico, que, sobre todo lejos del área metro, mantiene al país en un delicado estado de emergencia.

Piden flexibilidad 

Para Ashley Vargas, regresar a la rutina de clases, exámenes y presentaciones representa mucho más que un simple reajuste en tiempo y espacio.

“Entiendo su posición de comenzar las clases para no atrasarnos, pero debe haber más flexibilidad con lo que los profesores nos ofrecen y nos exigen, porque ahora mismo, yo regreso para en dos días tener prueba corta y presentación. Cómo voy a llevar una presentación efectiva, cómo voy a demostrarle a mi profesor lo que sé, si realmente no pude estudiar en ningún momento. No estábamos de vacaciones. Estábamos recogiendo agua, buscando alimentos”, reclamó la estudiante de primer año de patología del habla.

Vargas es oriunda de Aguada. Justo este fin de semana, las fuertes lluvias que cayeron sobre la isla inundaron su pueblo. Contó, de primera mano, sobre los numerosos derrumbes, los escasos suministros de comida, los supermercados vacíos, la ayuda que no llega. Ahora, pierde contacto con su familia, todavía incomunicada, para regresar a la rutina de exámenes y presentaciones.

“Es difícil por esas personas que se hospedan y que vienen de otros pueblos, tener que dejar a sus familias pasando necesidades y tener que venir a las clases”, reconoció su compañera, Adriana Alabarse, oriunda de Gurabo.

Por su parte, al estudiante de radiología de Mayagüez, Dilan Maldonado, le preocupa el impacto económico que pueda tener reiniciar las clases en la coyuntura actual. A su compañero, Christopher González, de Yauco, le inquietan los brotes de sarna, las bacterias, las enfermedades por el orín de ratón.

Toman medidas 

En esa línea, la decena de la Escuela de Profesiones de la Salud, Bárbara Segarra, instruyó a los directores de cada programa a entrevistar a cada uno de los estudiantes e indagar sobre sus necesidades individuales y familiares. 

En caso de los estudiantes que perdieron acceso a hospedajes, la facultad, en coordinación con el Consejo General de Estudiantes del RCM, planea establecer una especie de “hogares de acogida” o “Foster homes” en habitaciones disponibles de los propios profesores. En términos de alimentación, el programa de nutrición preparará una boleta con posibilidades saludables de comida.

Y en el resto del Recinto, se han tomado medidas para afrontar el momento. Se han establecido centros de orientación y consejería, donde se brindarán servicios psicológicos a la comunidad universitaria, y se facilitará llenar el formulario de reclamación de ayudas de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA). Se han extendido los horarios de las áreas de estudio por la falta de servicio eléctrico en múltiples zonas del país, y se ha establecido una ruta segura para brindar transportación a los estudiantes hacia sus hospedajes.

Colaboran con el país

El RCM sufrió dos golpes significativos en términos de infraestructura. Por un lado, perdió el edificio del Decanato de Estudiantes, cuyas oficinas tuvieron que relocalizarse en su totalidad. Por otro, quedaron abatidas cuatro torres de extracción del edificio de la Escuela de Medicina, donde ubicaban los laboratorios, lo cual retrasó el inicio de clases por motivos de seguridad.

Mientras se rehabilitaba la unidad educativa, la comunidad universitaria del RCM se mantuvo colaborando con el país durante las semanas de emergencia.

La facultad y los residentes de la Escuela de Medicina han estado visitando refugios en Cayey, Cataño, Toa Baja, Loíza y Canóvanas para auxiliar con las necesidades médicas de adultos y de niños. Mientras, los residentes de la Escuela de Medicina Dental han estado laborando en las salas de emergencia del Hospital UPR, entre otros, ofreciendo servicios de cirugía maxilofacial y oral.

A su vez, los alumnos y profesores de la Escuela de Enfermería están brindando apoyo al Hospital de la UPR, al Hospital Universitario, al Instituto de Ciencias Forenses, al Centro Comprensivo de Cáncer, al Hogar Casa Cuna, y al Residencial Manuel A. Pérez, a través de Centros de Promoción de Salud.

Por su parte, los estudiantes y profesores de la Escuela de Farmacia, en coordinación con Iniciativa Comunitaria, están asistiendo con las necesidades de medicamentos a los refugiados del Head Start Pablito Ortiz en Levittown. Además, en colaboración con la Fundación Bechara y la Fundación Hospital Pediátrico, la Escuela recibió 13,500 libras de medicamentos y suministros médicos procedentes de Yale New Heaven Health, los cuales fueron entregados al Hospital Pediátrico Universitario