Chef Peter Schintler regala frutos locales y comidas a sus empleados
El propietario del restaurante Marmalade asume el costo de los alimentos, confección y entrega a 33 familias puertorriqueñas.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 5 años.
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El galardonado chef estadounidense Peter Schintler, radicado en la Isla hace 15 años, no cree que sea el mejor en el mercado de la gastronomía local, pero reconoce que hay algo que lo destaca sobre los demás: la calidad de gente que lo rodea.
Natural de Iowa y producto de un hogar donde la mamá era una aficionada de la escritura y el papá era administrador de una finca familiar, Schintler llegó a Puerto Rico buscando establecer una residencia en territorio estadounidense para que su esposa Henriett, natural de Budapest, obtuviera la ciudadanía americana.
Para entonces, había recorrido importantes cocinas de Estados Unidos, Europa y Asia. En el 2000 evolucionó de chef a gerente de operaciones del restaurante del lujoso Shangri-la Hotel, en Singapur. Su extraordinaria labor le ganó el premio de “Chef Estrella del Año” en el 2003, y el restaurante fue reconocido como uno de los mejores en el mundo.
Con ese bagaje profesional y cultural, llegó a la Isla, un lugar del que conocía poco, pero no tardó en hacerlo su casa. Es también la patria de su hija, Siena Love, de 12 años. Aquí estableció su primer restaurante, Marmalade, en el Viejo San Juan, espacio que desde que inició la cuarentena se transformó en almacén, centro de distribución y confección de comidas para sostener a sus 33 empleados.
Para hacerlo más claro, este experto de la cocina gourmet -al igual que lo hizo en el post María, cuando adoptó a agricultores de Ciales para ayudarlos a mantener sus fincas a través de la Fundación Retoño-, ahora usa los recursos que tiene en sus manos, incluida su propia economía, para colectar frutos locales y regalárselos a sus empleados, tanto frescos como cocidos en exquisitas alternativas culinarias. Las acompaña con opciones de postres y a veces con algún vino, como fue el menú de Pascua.

Lo ha hecho así por el pasado mes y lo continuará haciendo hasta que sea necesario, porque si algo agradece, es la calidad humana de su equipo.
“Siempre he estado bien agradecido de contratar y atraer a gente fascinante, que me ayuda a compartir la misión que tenemos aquí, y de eso se trata el éxito, de la gente que forma mi equipo por muchos, muchos años”, resaltó Schintler durante una pausa en la faena de ayer.

Es consciente que su negocio se trata de servir y la comida viene a ser un complemento, y en este tiempo de incertidumbre, su mayor satisfacción es servirle a los suyos. “Es una oportunidad para nosotros escapar de la melancolía y algunas veces de la tristeza de la situación, e ir a la estufa y hacer una comida y tomar fotos y compartirlas con los compañeros de trabajo y amigos. La comida tiene la habilidad de hacer eso. Son momentos mágicos que te trasladan y te hacen olvidar”, dijo.
Esos momentos los tiene grabados en un chat grupal, en el que además de las fotos, responde a las peticiones de consejos sobre cómo combinar las frutas con yerbas hasta lograr un sabor único.

Schitler entrega dos cajas a cada uno de sus empleados, en las cuales les incluye alternativas de carnes, sopas, salsas, majados, pastas y otros, para cubrirlos por un mínimo de una semana y media. Esto lo repite semana tras semana, pues sabe que entre lo poco que se tiene a la mano en la actualidad, sentarse a comer puede ser un momento de felicidad.