Disponer de un cuerpo con el método de cremación ya no es novedad ni supone mayores arreglos pero, diferente al procedimiento tradicional en el que la persona fallecida termina en el cementerio, con la incineración los restos, convertidos en cenizas, pueden acabar en el tiesto de una planta o en la sala de la casa.

La vicepresidenta de Celestium, Millie Castellano, tiene claro lo que quiere que hagan con sus cenizas y así se lo ha comunicado a sus familiares cercanos.

“Yo quiero que me siembren un árbol en el patio de Celestium. Yo imagino que esas cenizas las mezclen con tierra fresca, que huela a tierra, que siembren un árbol de sombra”, indicó, serena y hasta ilusionada, como quien imagina algo que le resulta agradable.

De la cremación y las cenizas, aunque sean las suyas, habla con tranquilidad. La década y media que lleva en la compañía de cremación fundada por su esposo la han curado de espanto. “Yo voy a ser cremada y Carlos (Rodríguez, su esposo) también”, afirmó.

Su papá, fallecido en 2004, quería ser enterrado de manera tradicional y tenía panteones comprados, pero cambió de parecer y optó por la cremación. Su madre, muerta en 2006, escogió lo mismo que su difunto esposo.

¿Y qué hizo con las cenizas?

¿Qué hice con las cenizas? Las tengo ahí y sirven de ejemplo.

Como su padre era ebanista, Castellano colocó las cenizas en una urna de madera. Su madre, artesana, está en una de porcelana. Su suegro y suegra también están en urnas que se exhiben. Así, las cenizas de sus seres queridos están en el mismo lugar en donde sus cuerpos fueron cremados.

Lo común (y lo que se espera) es que la gente se lleve las cenizas y disponga de ellas como mejor le parezca, pero hay quienes firman y pagan para no tener que llevárselas.

¿Hay gente que no reclama las cenizas?

Hay gente que las dona. Según donan cuerpos para estudios en la Escuela de Medicina, donan las cenizas.

Con la incineración, los restos de un cuerpo se reducen a calcio y otros minerales, por lo que, según Castellano, no contaminan.

“No representan peligro para la salud humana. Lo que hacemos es adelantar el proceso de lo que hace la naturaleza”, aseguró y añadió que ella probó cenizas.

El doctor Carlos Carazo, de Salud Ambiental, confirmó que no hay un reglamento sobre cómo disponer de las cenizas más allá de que deben ser guardadas en recipientes adecuados.

En el reglamento general de Salud Ambiental lo que se establece es que “las cenizas deberán ser guardadas en recipientes adecuados provistos para tales fines” y “la parte interesada será responsable de la disposición final de las cenizas”.

En teoría, cada cual podría hacer lo que quisiera.

Castellano aclaró que, aunque las cenizas no contaminan, se debe tener presente que en los cuerpos de agua no deben ni pueden ser lanzados otros artículos, como las coronas.

Según contó, una persona fue a decirle que habían lanzado al río las cenizas de un fallecido, pero junto con las cenizas tiraron la urna y las coronas, con cintas y todo.

“En eso es que hay que orientar. No se pueden tirar la urna ni plástico”, señaló.

Quizás por tener un acceso relativamente fácil al mar, en Puerto Rico es bastante común que las cenizas sean lanzadas al agua y, quienes las quieren conservar, tienen la opción de comprar un nicho en un lugar destinado para conservarlas, como los existentes en algunas iglesias.