Camionero se siente afortunado de poder ayudar en la emergencia
Alberto, junto a su hermano Irving, realiza dos rutas de San Juan a Ponce, de lunes a viernes, con cerca de 10,000 cajas de suministros en cada viaje.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 4 años.
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Conocer que miles de personas dependen de la labor que realiza, llena de orgullo al camionero ponceño Alberto Pimentel, pues en medio de la emergencia generada por el coronavirus continúa transportando alimentos a los establecimientos.
Alberto, junto a su hermano Irving, se dedica al acarreo de mercancía a través de la compañía Pimentel Transport Inc. Así que salen todas las mañanas rumbo a San Juan en busca de los suministros que, posteriormente, distribuyen otros camioneros a cadenas de supermercados en el sur y oeste de la Isla.
Esa dinánica de llevar la mercancía hasta un almacén Ponce, dijo, se vio lacerada por los sismos. Hoy, en tanto, le satisface ser unos de los servidores que, a pesar del miedo al contagio del novel virus, continúan trabajando para que los ciudadanos tengan comida en la mesa.
“Nosotros, en cierta forma, la emergencia la hemos tomado, podríamos decir, como una bendición porque después de los terremotos, las rutas se nos cayeron, porque obviamente estaban los refugios llenos, todo el mundo le llevaba aportaciones y la gente no salía a comprar nada. Aparte de que los negocios estaban todos cerrados y se nos cayeron las rutas”, sostuvo.
Los hermanos realizan dos rutas de San Juan a Ponce, de lunes a viernes, con cerca de 10,000 cajas de suministros en cada viaje. Cargan todo tipo de comestibles y productos sanitarios que entregan a infinidad de comercios, cadenas de supermercados entre Maunabo y Rincón, así como centros WIC.
El continuar operando para que las personas puedan tener sus alacenas llenas le produce orgullo.
“Esto es una sensación que es inigualable. El nosotros hacer nuestro trabajo, como lo hemos hecho como siempre por los pasados 34 años. El ver que la gente depende de nosotros para llevar la comida a su casa, de verdad que nos sentimos sumamente orgullosos”, dijo.
“Nosotros con dos camioncitos estamos haciendo el trabajo como si fuéramos parte de una flota, pero gracias a Dios nos hemos mantenido y buscamos siempre dar el máximo”, añadió.
Pimentel entiende que las personas no deben preocuparse porque en el país hay suministros suficientes y continúan llegando. “Lo que tenemos que pedirle a Dios es que no cierren los puertos en Estados Unidos, porque la mayoría de los productos, por lo menos los que nosotros consumimos, llegan a través del puerto de Jacksonville”, indicó
Exhortó a la gente a mantener la calma y no abarrotar los supermercados como sucedió hace unos días. Recomendó no hacer compras de más y ser considerados con otros.
“A veces uno ve la histeria de la gente, porque como cualquier hijo de vecino también voy al supermercado y tengo que comprar mis cositas, y a veces yo digo: ‘caramba, ¿por qué están acaparando?; si usted acapara todo le va a dar (el coronavirus). Si usted compra todo el alcohol que hay en las góndolas de nada le sirve, porque tarde o temprano le van a pegar el virus a usted porque dejó a su vecino sin alcohol, sin poder limpiarse las manos…”, puntualizó.
Para evitar llevar el virus a su casa, donde está su familia, asegura que está al día con las debidas precauciones.
“Estamos tomando nuestras precauciones, nosotros no cargamos los vagones. Nosotros ponemos el vagón en puerta y allí ellos (empleados de la compañía a la que dan servicio) se encargan de llenarnos el vagón y nosotros lo llevamos al destino final. Tratamos de no bajarnos de los camiones a menos que sea absolutamente necesario. Tenemos nuestros wipes (toallas húmedas) y nuestras cositas”, indicó.
Sin embargo, el miedo está presente, más aún cuando es más vulnerable por ser asmático.
“El miedo siempre existe y más yo que soy asmático, tengo un hijo que es asmático también. El miedo siempre existe, pero tenemos que poner en una balanza que yo necesito también llevarle de comer a ellos”, sostuvo.
Precisamente, para cuidar de ellos, cuenta que luego de cumplir con la jornada de trabajo, ya en su casa se ha vuelto una costumbre saludar a la familia luego de darse un baño.
“Mi esposa me lo recuerda. Yo tengo tres hijos y tan pronto llego a mi casa lo que me dicen es ‘vete a bañar’. Y después que salgo de bañarme y todo eso, entonces es que saludo a todo el mundo”, relató con humildad.
Como otra medida preventiva dice que, antes de llegar a la casa, él es el que se encarga de hacer el mandado de su esposa al supermercado para evitar que salgan de la casa.