Cada ladrido la motiva a continuar su misión
Adrienne Galler Lastra lleva casi ocho años administrando el albergue Amigos de los Animales, que se sostiene solo a base de donaciones.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 9 años.
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Adrienne Galler Lastra sembró su corazón en Loíza para convertirse en guardiana de perros desamparados. Su misión de amor, transformada en el albergue Amigos de los Animales (ADLA), comenzó en el 2007 y ya ha logrado ubicar en nuevos hogares sobre 2,000 canes rehabilitados.
La tarea es ardua y constante pues, actualmente, ADLA sirve de “orfanato” temporero para cerca de 100 perros.
Adri -como prefiere ser llamada esta amante de los animales nacida en Maryland- explicó que los trabajos en el albergue comienzan a las 6:00 a.m. y concluyen después del mediodía. Durante ese tiempo sacan a los canes de las jaulas por grupos, limpian sus áreas, les dan comida y tiempo de recreo.
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Algunos días, voluntarios dan la mano para apoyar con los trabajos del refugio. Otros, la labor es solo de Adri y de su esposo y cómplice, Robinson González. Durante los fines de semana es cuando se realiza limpieza profunda en la estructura, con ayuda de estudiantes de distintos colegios de la zona metropolitana.
Vocación en el trópico
En entrevista con este medio, la rescatista de 60 años, quien es música profesional y maestra de inglés, reconoció que la labor es ardua. Y no es para menos; lleva casi ocho años administrando el albergue, que se sostiene solo a base de las donaciones privadas que recibe y que, según Adri, han ayudado a miles de perritos.
Antes de fundar ADLA, Adri vivía en el estado de Virginia, en EE.UU., donde se desempeñaba como bajista mientras su esposo operaba un taller de mecánica. Cuando su mamá se enfermó en el 2002, la pareja decidió vender todo para mudarse a la Isla para cuidarla hasta que falleció.
Fue entonces cuando nació el albergue dirigido a “quitar el sufrimiento de los animales, rescatar los desamparados en la calle, rehabilitarlos y encontrar hogares para ellos”, en palabras de la educadora.
“No estoy viviendo para mí”
Al preguntarle a Adri qué la motiva a continuar el legado, la mujer de ojos azules y piel bronceada por el sol de Piñones se transforma y se llena de primor, cual roble en plena primavera.
“Porque no estoy viviendo para mí, estoy viviendo para ellos (los perros). Estoy viviendo para un mejor Puerto Rico, para los niños de Puerto Rico. Y yo sé que el propósito es más grande que yo. Yo me siento con energía todavía porque Dios me la da”, exclamó Adri con sus brazos levantados y rodeada de los perros que cuida y llama por nombre.
¿Y qué significan estos animales para ti?, preguntamos.
“¡Estos animales significan amor y creación de Dios! Y salud para todo el mundo. Eso es un dar y aceptar amor. Ellos son creación de Dios y cual