Buscan impulsar la crianza de cabras en la Isla
El rancho JN Boer se especializa en estos pequeños rumiantes para la producción de carne de una buena línea genética.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 1 año.
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En una vivienda en las colinas del barrio Dajaos, en la zona rural de Bayamón, pasando una puerta que parecería dar a una de las habitaciones del hogar, el visitante se topa con la inesperada escena de un establo donde conviven una veintena de fornidas cabras. Cada cual está en su propio pesebre, a excepción de una pequeña traviesa, de color negro, que se las ingenia para entrar y salir a su voluntad de cualquiera de los demás espacios.
Se trata del Rancho JN Boer, uno de los esfuerzos que intenta dar impulso a la cría de cabras y ovejas en la Isla como alternativa para la producción de carne, leche y otros productos derivados de animales de granjas, más allá de las tradicionalmente favorecidas con pollos, vacas y cerdos.
“Aquí criamos la cabra de la raza Boer, una raza que está hecha para la producción de carne. Pero nuestro fin es (criar animales) a nivel competitivo”, afirmó Joel Agosto Ramírez, mientras mostraba orgulloso una hermosa y corpulenta cabra blanca y marrón.
Relató que comenzó a criar cabras en el 2020, y eligió las Boer “por ser un animal robusto”, con gran volumen de “carne excelente”.
Sus particularidades
Explicó que se trata de una raza original de Sudáfrica, desarrollada por holandeses, con el propósito de poder “tener carne todo el tiempo”, que “tienden a incrementar el peso mucho más rápido que cualquier otra raza de cabro”. Agregó que la raza llegó a Estados Unidos para el 1993, mismo año en que se creó una asociación dedicada a su cría, y con el tiempo también llegó a Puerto Rico.
“Es una cabra robusta, pero son animales bien dóciles, fáciles de manejar”, afirmó mientras la cabra asomaba su cabeza y se dejaba acariciar, como si quisiera validar la descripción que acababa de hacer Agosto Ramírez.
El también policía municipal de Bayamón explicó que, en contraste, la cabra lechera, “que es muy buena también”, no luce tan corpulenta como la Boer.
Explicó que la cría de cabras se puede hacer tanto espacios cerrados, como su rancho, como en áreas abiertas con espacios para pastoreo. Detalló que la alimentación de los animales en espacios cerrados consiste de granos, heno y alfalfa. Cuando están en espacios abiertos, pasan el día pastando y en la tarde se les da un complemento de grano.
“Es un animal fuerte. Pero hay que estar pendiente siempre a las pezuñas, porque por ahí es que entran la mayor cantidad de bacterias. Si no están bien limpiecitas (las pezuñas), pues van a tener problemas en el futuro”, comentó, agregando que, como parte de los cuidados, las desparasita cada tres meses.
Las Boer, al igual que otras razas de cabras, tardan unos cinco meses para parir, y pueden tener entre uno y cuatro crías. Aunque pueden tener más de un parto al año, Agosto Ramírez explicó que prefiere darles tiempo de descanso y recuperación entre ellos.
Enfocado en la genética
El criador de 44 años reiteró que su cría de cabras, que incluye animales que han traído de otros estados luego de cuidadosa selección, tiene como objetivo primordial “mejorar la genética aquí en Puerto Rico”. Aunque puede que vendan alguna que otra para consumo de carne, insistió que “mayormente, se venden a otros aficionados que quieran comenzar, para que tengan un buen animal y puedan arrancar con su línea de sangre pura”.
“Tenemos varias de ellas que han competido y las hemos sacado campeonas aquí en Puerto Rico. De las que yo he criado, ya hechas aquí en mi rancho, también hemos sacado campeonas ya”, aseguró con orgullo, mientras la traviesa cabrita negra había salido de la última jaula a la que había entrado y, tras un par de simpáticos brinquitos, se estaba frotando contra sus piernas, como si quisiera dejar claro que, si había allí alguna criatura que se iba a robar el show, esa iba a ser ella.
Listos para el Festival Nacional del Cabro
El trabajo de Agosto Ramírez, de hecho, será reconocido en los próximos días, cuando se celebre la 16ta edición del Festival Nacional del Cabro, entre el 29 de septiembre y el 1 de octubre, en la Bahía de Cataño, ocasión en la que será galardonado como criador de cabras de carne del año, al tiempo que se exponen ante criadores y el público en general algunos de los mejores ejemplares de cabras y ovejas que son parte de esta industria en alza, pero con mucho espacio todavía para crecer.
De acuerdo con Carlos Díaz Rojas, fundador del Festival Nacional del Cabro, en la Isla “hay un auge en esto de la crianza de cabros en general, y puedo hablar de ovejos porque nos compete, y es tanto cabros de carne como cabros de leche. En esta raza (Boer) como tal, a nivel competitivo ha habido un auge. O sea, que hay más criadores trayendo animales de Estados Unidos, mejorando genéticamente o comprando en fincas que ya están especializadas como JN Boer, que tiene cabros que puedes comprar para mejorar la genética”.
Asimismo, hay otra finca “que saca la marca ahora este próximo mes, de una carne que va a ser solamente carne de cabro de la raza Boer. Eso ya está en Puerto Rico y en dos semanas debe estar promocionando esa carne”.
Díaz Rojas, quien suma 23 años de experiencia en el mundo de la capricultura, comentó que en la Isla se manejan una docena de razas, la mitad de ellas para producción de carne y la parte para leche. Agregó que, aunque existen muchas más razas a través del mundo, el manejo en Puerto Rico se limita a razas “que son legales en los Estados Unidos”.
Subrayó que la leche de cabra tiene la distinción de ser la que “más se asemeja a la leche materna. Cuando la madre (humana) no produce leche, la leche más similar a lo que es la materna es la leche de cabra. Es más tolerable, está menos tiempo en el sistema digestivo y por eso se la dan a los niños.
En cuanto a la carne de la cabra resaltó que “tiene menos grasa” y “tiene proteína”.
Díaz Rojas indicó que, pese a las fincas que hay en la Isla para producir leche y carne de cabra, “todavía hay espacio para crecer 100%”.
“No puedo dar los números exactos de lo que se trae de Australia, lo que se trae Estados Unidos, a nivel de carne y de leche, pero si a nivel local se pudiera lograr conseguir por lo menos un 25% o un 30% de todo lo que se está trayendo… Se puede producir. O más, o un 50%”, indicó el guaynabeño de nacimiento, pero residente en Toa Alta.
Resaltó que, en estos momentos, hay al menos una lechería de cabras en Juncos, “que produce quesos, yogurt y jabones. Y eso se está manejando. Pero haría falta nueve o diez lecherías más de cabras”.
“En el caso de la producción de carne, tenemos muchas fincas que producen carne para matadero, pero podemos doblar o triplicar la cantidad y se va a vender”, afirmó.
Sostuvo que el consumo de cabro, “es algo cultural, que la gente está acostumbrada a hacer el fricasé de cabro en la finca, reunir la familia”. Aceptó, sin embargo, que “hay un reto grande de educación. Tú le mencionas fricasé de cabro a alguien y te dice, ‘pero esa carne es fuerte’. Quizás lo han probado en algún lugar donde… la carne de cabro, al igual que todas las carnes, hay que saber manejarla. Puede tener un sabor un poquito más fuerte. Igual que la de ovejo, que puede tener un poquito más de grasa y hay que saber manejarla también. Pero es cuestión de educación”.
De manera similar, sostuvo, a algunas personas les puede resultar “bien fuerte” el queso de cabra. “Pero no es malo. Es exquisito. Yo soy fanático del queso de cabra”.
“Es cuestión de educación y eso es lo que hacemos con los festivales, con las actividades, las competencias que hacemos, se lleva esa información”, agregó, aprovechando para invitar a la gente al venidero Festival Nacional del Cabro.
Por otro lado, contrario a lo que sucede con la cría de cabra y oveja en otras naciones, en la Isla no se aprovecha la lana, que se utiliza para confeccionar prendas de vestir, en particular para protegerse del frío. Tampoco se aprovecha el cuero, que se usa para la elaboración de carteras y zapatos, piezas de vestir, instrumentos musicales y artesanía, entre otros.
“Lamentablemente, se pierde (la lana). También se pierde el cuero, que en otros países se usa para muchas cosas. Aquí no se aprovecha. Y mucho cuero que se bota. Es otro renglón que se podría trabajar artesanalmente”, comentó Díaz Rojas.