Boricuas muestran mayor aceptación a la cremación
Lo económico de este método de disposición de cadáveres es una de las razones principales.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 2 años.
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La pandemia del COVID-19 trajo consigo un repunte en cremaciones en la Isla, tanto así que este trámite superó en el 2020 la cifra de entierros, según las estadísticas del Registro Demográfico.
La conveniencia económica y que se le ha perdido el miedo a la cremación resultaron ser las razones principales que dieron los funerarios y religiosos sobre el incremento registrado en este procedimiento para disponer del cuerpo una vez muere la persona.
La cremación la introdujo a Puerto Rico la empresa Celestium en el 1987. Según se explica en su página cibernética, “es el proceso por el cual un cuerpo es reducido a sus elementos básicos mediante el uso de calor y evaporación, eliminando así el poco edificante proceso de su descomposición”.
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Los otros dos tipos de método de disposición más comunes son el enterramiento, el cual se deposita un ataúd en la tierra, y la sepultura, en donde la caja es metida en una fosa de cemento. En ambos casos, el cadáver es embalsamado.
Si se unen el número de entierros y sepulturas que se realizan en la Isla año tras año, el total supera las cremaciones. Cifras oficiales del Registro Demográfico establecen que desde el año 2017 hasta el pasado 20 de octubre de 2022 ocurrieron 111,840 entierros y sepulturas, prevaleciendo los entierros con 82,857. Mientas, se reportaron 69,013 cremaciones.
El alza en las cremaciones se percibe cuando se observa cómo subió de un promedio de 10,000 entre el 2017 al 2019 a un promedio de 13,000 en el 2020 y en el 2021, respectivamente.
En ese primer año pandémico, se reportaron 13,151 entierros, 13,701 cremaciones y 4,999 sepulturas. En el 2021, hubo 15,251 entierros, 13,193 cremaciones y 4,491 sepultura. En este 2022, se han registrado hasta el pasado 20 de octubre unos 13,869 entierros, 11,030 cremaciones y 2,314 sepulturas.
Decidida la cremación
Según los líderes de las empresas funerarias entrevistados, la mayoría de las personas que llegan a buscar un servicio fúnebre tienen la mente clara en qué proceso escogerán una vez su familiar fallece.
El presidente de la Asociación de Funerarios de Puerto Rico y dueño de la Funeraria Cardona en Santurce, Eduardo Cardona, expuso que cuando llegan a la funeraria, donde más deben intervenir es en ese proceso de duelo, no en la selección del método de disposición del cadáver.
“Hay personas que vienen bastante sosegados, otros vienen bastante afectados. Eso va a depender de cada ciudadano, de su forma de ser y cómo lo visualizan”, indicó.
Por ejemplo, Diana López, residente de Guaynabo, contó que “mi papá quería que lo cremaran”.
“Entiendo que, si una persona dice que sea de esa manera, pues que se le complazca”, añadió, cuando habló sobre la experiencia de cremación que atravesó hace dos años, en medio del encierro de la pandemia.
En lo personal, López no quiso quedarse con cenizas de su padre Martín López, el cual tuvo un velatorio antes de ser cremado. Dijo que entre su hermana y hermano se las repartieron.
“Que estén las cenizas o no estén no representa nada. Para mí poner unas cenizas en un lugar y decir: ‘ahí está mi papá’ es como algo sin sentido. Yo sé que no siente nada. Yo creo que lo más bonito es tener un recuerdo, de esa persona que no está, en tu memoria. No significa estar dentro de un hueco, en un ataúd o ya cremado”, explicó la enfermera, al señalar que confía que su padre se fue al cielo y guarda su recuerdo como algo “especial”.
William Henry, quien murió a un día de cumplir los 93 años en el 2019, también le estableció a su familia que debía ser cremado.
“Si yo me muero, ni que me velen, ni me hagan velorio”, contó su hija Migdalia Henry Ortiz que decía su padre.
Explicó que la familia optó por complacerle, porque les resultó muy “complicado” hacer el proceso para exhumar cuerpos del panteón que poseen y hacer los arreglos funerales.
Comentó que la familia se quedó con las cenizas y no las enterró. Dijo que no es de las personas que le lleva flores, ni se sienta a rezarle a la urna en la que quedaron las cenizas.
“Lo recordamos en la fecha de nacimiento y eso. Pero, eso de hablar con él, no. Eso como de ir a un cementerio y estar un rato, no. Yo no asisto a la iglesia”, indicó.
Luisa Luciano Vera, también residente de Guaynabo, explicó que su madre y su padre también optaron por la cremación. La primera que falleció fue su madre, Margarita Vera, el 28 de marzo de 2011. Su padre, Oscar Luciano, falleció recientemente, el 22 de septiembre de este año.
Expuso que se optó por la cremación en “ambos casos, porque es más económico”. Además, ambos solicitaron este método.
Comentó que cuando murió su abuelo tuvo que hacer los arreglos fúnebres y todo resultó más complicado y más caro.
La mujer, que es una ferviente católica, señaló que no existe una diferencia espiritual entre el proceso de cremación o entierro.
“Es el mismo duelo y el mismo respeto y devoción. Lo que pasa es que en una se está el cuerpo entero y en otras sus cenizas… Es el mismo respeto, igual devoción. No hay diferencia, porque el alma va para el cielo en nuestra fe católica”, sostuvo Luciano Vera, quien, en fechas importantes, como el cumpleaños, le dedica una misa y le reza un Rosario a su familiar.
¿Por qué la cremación?
Según el presidente de la Cámara de Dueños de Funerarias y propietario de la funeraria Santa Ana, en Cabo Rojo, Luis González, la cremación se ha tornado en una opción por varios aspectos.
La primera que mencionó fue “las situaciones que están ocurriendo en el país con los cementerios. Hay pueblos que ya no hay donde sepultar, los cementerios están llenos. Las familias no exhuman los cadáveres para poder limpiar esas fosas y la juventud que está creciendo en estos momentos cree más en la cremación que en el enterramiento”, sostuvo.
El costo, sin embargo, prevaleció entre las razones que más enfatizaron los funerarios sobre la causa para que la cremación haya ganado adeptos.
Emmanuel Rodríguez, presidente de Celestium, indicó que el costo de este proceso inicia desde los $795.
Dependiendo de la urna que se elija, y la decisión de si se enterrarían las cenizas, una persona podría pagar por el servicio hasta más de $1,000, añadió González.
El costo de los entierros, entretanto, inicia en los altos $2,000. Pudiese alcanzar miles de dólares adicionales, dependiendo de la funeraria que se escoja, el tipo de velatorio y el ataúd.
“Hay ataúdes que son exageradamente costoso y, al sumar el servicio, puede llegar a los miles de dólares, sobre $15,000, $25,000″, señaló, por su parte, el presidente de la Asociación de Funerarios.
Más allá de la economía, los funerarios destacaron que se ha perdido el aspecto sentimental y religioso de la muerte, como visitar a los cementerios para rezarle a los difuntos o hasta arreglar los panteones de sus familiares.
Por otro lado, González explicó que cree que la cremación dio un importante aumento en el 2020, ya que el Departamento de Salud ordenó en los primeros meses de la pandemia a que todo cadáver fuese cremado sin que se le realizara un velatorio.
Señaló que fue cuando se comenzó a aprender sobre la enfermedad que se permitieron velatorios de una hora y el entierro o cremación de inmediato.
El Registro Demográfico no proveyó a Primera Hora las cifras mensuales de cremaciones que se dieron en el 2020 para comparar el impacto de esta directriz dada por Salud.
¿Cómo es el proceso?
Según los entrevistados, las personas que llegan a una funeraria tienen claro el procedimiento que desean realizar para disponer de los cadáveres de sus familiares.
El presidente de la Cámara de Dueños de Funerarias aludió a que aquellos que se oponen hacen alusión a que “eso es como morirse dos veces. Pero, la mayoría que ya tienen en la mente la cremación”.
Según disponen los reglamentos del Departamento de Salud, para realizarse una cremación debe contarse con una autorización del Instituto de Ciencias Forenses (ICF), para que no haya dudas sobre la causa de muerte. Además, debe haber pasado un periodo de 48 horas del fallecimiento antes de iniciar el proceso.
Durante una presentación del procedimiento de cremación para Primera Hora, Rodríguez comentó que en lo que transcurre el periodo de 48 horas ordenado por Salud, los cadáveres son guardados en neveras para evitar su descomposición.
“Los pasos para llevar a cabo la cremación, desde que fallece la persona, un caso estándar es que fallezca en un hospital. El hospital nos informa que el caso está listo para recoger. Cuando se recoge el caso, nosotros lo traemos a nuestras facilidades y en lo que tramitamos los documentos, el cuerpo va a estar en refrigeración en unas neveras que tenemos en Celestium. Tenemos capacidad para 80 o 90 casos. El cuerpo espera en refrigeración hasta tanto podamos organizar los documentos que van a Forense”, indicó el funerario.
Posteriormente, el ICF da un permiso preliminar que pasa al Registro Demográfico. Es esta agencia la que finalmente, da el permiso de cremación. “Luego llamamos a la familia para hacerle la entrega de las cenizas”, añadió Rodríguez.
Para hacer la cremación, según contó, el cuerpo es ubicado en un “insert”, que es “como (una caja) de cartón, donde ese cuerpo se introduce, como si fuera un medio de transporte para entrarlo en la máquina de cremación”.
Como preparativo, esa cámara de cremación está a una temperatura de unos 1,200 a 1,300 grados Fahrenheit. Una vez se está listo para introducir el cadáver, la máquina abre, recibe el cadáver y cierra en unos 10 segundos. Cuando ese “insert” entra con el cuerpo, todo se enciende en fuego de inmediato, según se observó.
“Cuando el cuerpo entra, la máquina es automática, entra el cuerpo y está alrededor de una hora, hora y media. Eso es entre fuego y aire”, detalló el presidente de Celestium.
Asimismo, Rodríguez explicó que “lo que es cartón, lo que es cualquier parte del cuerpo que no sea los huesos, desaparece completamente con la temperatura”.
Tras este procedimiento, “lo que queda es la osamenta, que son los restos cremados, los huesos. Eso se recoge, se ponen en un envase de metal y luego se pasan a lo que es la pulverizadora, que lo convierte en la famosa ceniza”, añadió.
Expuso que esas cenizas no son dañinas. “Con la cremación se elimina cualquier bacteria, virus, cualquier situación, enfermedad que tenía la persona”. Lo que queda en esas cenizas, indicó el experto, son “huesos triturados”.