Arecibo. “Mamá, oye. La que está llorando es tu hija. Vamos a orar porque Dios le dio otra oportunidad de vida”.

Esas fueron las palabras que dieron esperanza y calma a Eileen Gierbolini. Las escuchó de Abimael Rodríguez, el payaso que le salvó la vida a su pequeña de un año y siete meses.

Justo en ese momento, Xaileen Molina estaba siendo examinada en el Hospital Doctor Susoni de Arecibo. Apenas 15 minutos antes, Rodríguez había sacado a la niña del interior de una nevera portátil con hielo y refrigerios en la que la pequeña quedó atrapada. Estaba inconsciente, en paro respiratorio y cianótica. Pero, gracias a la pronta intervención de Rodríguez, se salvó.

“Cuando lo escuché, sentí alegría, emoción, tranquilidad. Ahí me desplomé y después empezamos a hacer una oración”, recordó Eileen sobre el suceso al recibir a Primera Hora en su hogar del barrio Garrochales en Arecibo.

Todo comenzó la tarde del 3 de agosto. Rodríguez, un bombero-paramédico de profesión y payaso por vocación, había sido contratado para amenizar un cumpleaños de una niña en la Iglesia Metodista del barrio Garrochales, de Arecibo. Hasta allí llegó para hacer reír.

Eileen llevó a sus hijos Xaileen y David a la fiesta.

Todo transcurría con normalidad y Rodríguez, en su papel del payaso Manganzón, ya había deleitado a grandes y chicos con su espectáculo. Hacía figuritas de animales con globos para los niños y de repente, las risas, los juegos y la alegría desaparecieron ahogados en los gritos de doña Ivelisse López, la abuela de la niña que cumplía años.

“De momento, siento un revolú en la cocina, un escarceo. Cuando miro estaban sacando a la nena de la neverita, estaba chorreando agua. Esto fue en cuestión de segundos”, recordó Rodríguez, miembro de la División de Operaciones Especiales de la estación de bomberos de Barceloneta.

“Cuando la miré, vi que era la bebé del traje rojo con florecitas blancas que había estado protegiendo durante el show porque era la más pequeñita del grupo y no quería que la tumbaran. Me paré bien rápido y se la arranqué de los brazos a la mamá”, contó emocionado.

Según el bombero, la nena estaba en paro respiratorio por lo que la acostó en un banco y comenzó a aplicarle resucitación cardiopulmonar (CPR). “Me mantuve todo el tiempo orando y dándole CPR”, dijo.

Consiguieron una ambulancia y Rodríguez, todavía vestido de payaso, se montó con Xaileen. Aunque la niña ya respiraba, lo hacía con dificultad y aun no se sabía si estaba fuera de peligro o qué daño, si alguno, había sufrido tras quedar encerrada en la neverita.

“Cuando entramos a la sala de emergencia aquello allí se paralizó por completo. Yo estaba gritando que necesitaba un triage (evaluación médica), porque tenía un CPR activo y nadie me hacía caso. A mí se me había olvidado que estaba vestido de payaso”, narró tras recordar que sus reclamos de asistencia y un grito agudo de la mamá de la niña pidiendo ayuda hicieron claro que había una verdadera emergencia.

“Me metí a la sala y empecé a dar instrucciones a las enfermeras, pidiendo oxígeno y otras cosas, hasta que caí en cuenta que estábamos en el hospital y que el médico estaba ahí para atenderla”, agregó.

Después de eso, dijo, pudo darle las buenas noticias a Eileen de que la niña estaba bien.

Vivirá agradecida

“Yo no sé como le voy a pagar por lo que él hizo. No hay palabras de gratitud. Mi hija fue su hija por todos esos minutos que él la atendió. Ella está aquí hoy porque él reaccionó, la atendió y se quedó con ella. Aunque ese es su trabajo (como bombero) ese día él no lo tenía que hacer. Él no estaba trabajando”, expresó Eileen.

De hecho, Rodríguez no abandonó el hospital ese día hasta que le aseguraron que la niña estaba estable.

Tanto Rodríguez como Eileen aseguran que la experiencia los marcó.

“Nunca voy a olvidar la fecha del 3 de agosto. Ese día Dios me regaló otra hija”, dijo el bombero, quien es padre de dos jovencitas de 18 años y 12 años, y de un varón de 17.

Para Eileen, su hija es un milagro y Rodríguez, su héroe.

Ayer, Rodríguez visitó a Xaileen en su casa. Le llevó una muñeca que la niña recibió con timidez. Luego, se dejó cargar y añoñar por el bombero de 6’ 4” de estatura.

El júbilo del hombre era evidente. Su alegría se completó cuando Xaileen lo despidió con un sorpresivo “te amo”.