“Son especies de peligro de extinción. Necesitamos hacer más”.

Con el fin de proteger a la especie, la bióloga marina Ivanis Sánchez comenzó a analizar los resultados de una investigación única que lideró en Puerto Rico, en el cual estudió diferentes factores ambientales que podrían afectar el éxito de que sobrevivan y emergen los tinglares de sus nidos.

A través de su proyecto de investigación titulado “Caracterización del microambiente de los nidos de tinglar en Playa Grande, Arecibo” para la maestría en biología del Recinto de Mayagüez (RUM) de la Universidad de Puerto Rico (UPR), la experta evalúa cómo factores externos, como la humedad, la temperatura, el calor y hasta la granulometría de la arena, afectan el microambiente de los nidos.

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“Hay un sinnúmero de factores que pueden determinar (diferentes éxitos de eclosión y emersión de tinglares). Esos factores pueden ser intrínsecos, que se entiende que son genéticos, quizás la mamá no estaba apta y no puso huevos muy fértiles. Ahora, hay factores extrínsecos que influyen en eso y estos factores son los que nosotros conocemos o vemos más ahí a diario. Lo más común sería la humedad, la temperatura, factores ambientales. Basado en eso, con mi estudio pretendo hacer una caracterización de los nidos de tinglar en la Playa Grande, en Arecibo, …(y) voy a intentar ver si hay una correlación entre esas variables extrínsecas y lo que es el éxito de esos nidos en esa playa”, detalló Sánchez, quien cuenta con un bachillerato en biología de la UPR en Humacao.

"Con mi estudio, pretendo hacer una caracterización de los nidos de tinglar en la Playa Grande, en Arecibo”, detalló Ivanis Sánchez.
"Con mi estudio, pretendo hacer una caracterización de los nidos de tinglar en la Playa Grande, en Arecibo”, detalló Ivanis Sánchez. (Suministrada)

Según explicó la científica, las siete especies de tortugas marinas, cuatro de las que anidan en nuestra Isla (el tinglar, carey, la tortuga verde y olivácea), están en peligro de extinción. Entre estas, el tinglar, a pesar de ser un “keystone specie” (o especie clave) para el medioambiente por ser insustituible, es la que tiene menor éxito reproductivo. Es decir, independientemente cuántos huevos ponga una tinglar, la cantidad de individuos que finalmente emergen y sobreviven suele ser una cifra muy baja.

“Al ser una especie con menor éxito de eclosión, es preocupante la situación y deberíamos manejar esfuerzos para tratar de entender qué (está pasando) y poder tener estrategias de conservación más efectivas, porque cada especie difiere y nosotros, mientras más nos enfoquemos y nos concentremos en ver qué sucede, mejor. Tú no tratas de resolver un problema con soluciones generales, tú tratas de ir directo, específico”, planteó.

La bióloga marina, Ivanis Sánchez, capitaneó una investigación única en Puerto Rico.

“(Por eso), el estudio mide características de lo que está pasando dentro del nido, pero yo también voy a tratar de ir expandiéndome hacia lo más externo y ver como todo puede estar influyendo en el éxito de esos nidos. Al final del día, es más bien una definición de esos parámetros a ver si nosotros logramos entender qué está pasando”, añadió.

Mientras Sánchez examina los resultados de la información recopilada, dijo que su hipótesis es que aquellos nidos con temperaturas más altas podrían ser los que tuvieron menos éxito de emersión.

Según datos provistos por el censo del Programa de Especies Protegidas del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA) hasta el 15 de noviembre de 2023, durante la temporada pasada se contabilizaron 1,480 nidos de tinglares. Añasco fue el pueblo con la mayor cantidad de nidos con 235, seguido por Dorado con 218, Maunabo con 168 y Arecibo con 115. En Salinas, Vega Baja y Guayanilla se encontró solo un nido por municipio. No se especificó, sin embargo, cuántos tinglares emergieron de estos nidos.

“Me tiré de pecho”

Sánchez es pionera con esta investigación, pues en Puerto Rico no se ha publicado estudio igual. Por lo tanto, hacerlo realidad requirió un esfuerzo mayor y de mucha paciencia.

Confesó que colocar el medidor de temperatura en los nidos una vez el tinglar emergía de la arena -proceso para el cual obtuvo permiso del DRNA- fue “una misión, porque no hay manera de tú decir ‘hoy llegó una tortuga. Voy pa allá’”.

“Me tiré de pecho y dije ‘voy a hacer esto, aunque nadie más lo ha hecho en la Isla’. Este estudio daría base para, primero que todo, definir las temperaturas dentro de los nidos”, señaló.

Esta dedicación nace de su amor innato por la especie, que ha sido evidente a través de su labor voluntaria. Desde la escuela superior, ha trabajado para conservarla, tanto en playas puertorriqueñas como en las del estado norteamericano de Florida.

Fue precisamente la pasión hacia el tinglar la que motivó a Sánchez a dedicar su vida profesional a la biología marina.

“En realidad, mi ‘background’ ha sido bastante diverso, pero siempre enfocado en tortugas. La realidad es que el amor siempre ha sido hacia la especie. Todo me devolvía a las tortugas marinas, específicamente el tinglar, que es la especie que más anida aquí en Puerto Rico”, rememoró al mencionar que enfocó su investigación en Playa Grande por ser la tercera playa de mayor anidaje en la costa norte y por también tener “un significado especial, porque fue una de las playas en la que me formé como tortuguera”.

A protegerlas

  • El tinglar, cuyo nombre científico es dermochelys coriácea, es la tortuga marina que ha mantenido su forma primitiva por más de 100 millones de años. Es, además, la más longeva, llegando a vivir hasta 50 años, y la más grande, algunas llegando a medir hasta siete pies de largo y pesando casi 2,000 libras.
  • Negra con manchas blancas, es la única tortuga marina que no posee un caparazón duro. Por lo contrario, está protegida por una piel coriácea. Tiene, también, enormes aletas delanteras que la asisten a nadar miles de millas en mar adentro, mientras que las tinglares hembras usan las traseras para cavar la arena y hacer sus nidos.
  • Las distancias que recorren son largas, por lo que puede hacer su nido a lo largo de la costa norte de América del Sur y de ahí nadar hacia el norte, siguiendo la Corriente del Golfo, a lo largo de la costa oriental de América del Norte. El DRNA señaló que, en ocasiones, se ha divisado alimentándose en lugares tan lejanos como Nueva Escocia, en Canadá.
  • Su dieta mantiene el balance ecológico del planeta, ya que se nutre con su fuerte y afilado pico de aguavivas y otros animales gelatinosos marinos, como la medusa venenosa y el sifonóforo.
  • “Si tú quitas esa especie no hay otro animal que pueda tomar su lugar. Son especies en peligro de extinción. Necesitamos hacer más”, puntualizó Sánchez.
  • Para aportar a su conservación, es de suma importancia no intervenir con sus nidos, evitando caminar sobre ellas. Máxime, no se deberá conducir “four tracks” en la playa ni montar caballos donde podría haber nidos, porque la presión de los vehículos y las pisadas de los equinos puede compactar la arena y atrapar a los neonatos que intenten emerger. Del mismo modo, los plásticos, latas de cerveza y polución en general de las playas son dañinas para los tinglares, así como para toda la vida marina.
  • Se deberá evitar encender luces brillantes y hacer fogatas en las costas donde hay nidos, por cuanto las tortuguitas se guían por el reflejo de la espuma de mar cuando salen de sus nidos. Las luces brillantes pueden confundirlas, distraerlas de su rumbo y llevarlas a la muerte.
  • Si detecta cualquier tortuga marina mientras está conduciendo una embarcación, deberá reducir la velocidad, de modo que no genere olas. Es importante anclar la embarcación en fondos arenosos y no desechar aceite de motor en el agua.
  • No deseche líneas de pesca o plásticos en el agua y revise las redes cada hora para asegurarse de que no hay tortugas atrapadas. Asimismo, deberá recoger las redes que se han puesto a secar sobre la arena cuando anochezca.
  • Si ve una tortuguita en la playa o mientras bucea, no deberá tocarla bajo ninguna circunstancia ni “ayudarla” en su rumbo hacia el mar.
  • El DRNA mencionó que, en Puerto Rico, una de las causas principales de muerte de tortugas marinas es la cacería ilegal. Nunca consuma su carne ni apoye a personas que utilicen su piel o cascarón para la creación y venta de artesanías.