Jayuya-Un colorido espectáculo agrícola y artesanal enmarcó la celebración del Festival del Tomate en Jayuya, un evento cuyo interés principal es recuperar el sitial que tuvo una vez este pueblo de la cordillera central como principal zona de producción de este fruto en la Isla.

Miles de personas viajaron desde pueblos distantes para apreciar las exhibiciones que engalanaban las inmediaciones del complejo deportivo Filiberto García, lugar donde se celebró la decimocuarta edición del festival cultural.

El cultivo del tomate- un fruto blando de pulpa acuosa- se desarrolló a grandes escalas en Jayuya a mitad del siglo pasado, según explicó el productor del evento Jesús Arce. De ahí, que conozcan al municipio como “La ciudad del tomate”.

“Lo que queremos con este festival es precisamente recordar que tuvimos una gran producción de tomate y un poco también exponer a los nuevos agricultores que están evolucionando  y tratando de rescatar esta siembra. De hecho, aquí en Jayuya hay muchas siembras de tomate, al extremo de que los pueblos del centro de Puerto Rico consumen el de aquí”, agregó Arce.

En el festival, el público pudo disfrutar de una variedad de productos confeccionados con este fruto el cual es un buen antioxidante y fuente de vitamina C.

De todo... pero  con tomate

Entre los kioscos que llamaron la atención se encontraba el de doña Noemí Irizarry, quien tenía a la venta flan, budín y bizcocho de tomate.

“Es una receta propia y será el legado que le dejaré a mis hijas”, expresó la mujer que vendió los 700 postres que confeccionó para la actividad que se celebró durante el wikén.

Otros artesanos como doña Leticia Negrón, aprovecharon la ocasión para promocionar jaleas a base del fruto.

La mujer explicó que utilizó sobre 50 libras de tomate para realizar decenas de jaleas que vendió enre $5 y $15 en el festival.

“A la gente le encanta. Yo primero les doy a probar, y luego se las vendo”, contó sobre la receta.

Para los amantes a la siembra o huertos caseros también hubo disponible un espacio de venta y orientación sobre la forma adecuada de cultivar los tomates.

Entre los que mantuvo cautivos al público con sus consejos se destacó Ida Pagán, quien vendía la matita de tomate en $1 y le explicaba  a la gente cuál era el próximo paso a seguir para lograr  que la planta “pariera”.

“De aquí lo sacas y lo siembras en tierra para que produzca rápido. Ubícalo en un lugar donde coja mucha agua y sol. Si la cuidas bien, en dos o tres meses vas a tener los tomates”, explicaba la artesana que también tenía disponible otras plantas para la venta.

Aquellos que preferían comprar el tomate fresco, acabado de bajar de la planta, tenían la oportunidad de hacerlo en una pequeña placita que transformaron los agricultores del grupo Tierra Alta, quienes tenían tres variedades del cultivo en venta. Además, vendieron hortalizas, cilantrillos y otros productos agrícolas.

Como en ediciones anteriores, también hubo un concurso culinario basado específicamente en el tomate, donde participaron 12 personas, la mayoría amas de casa. Entre los platos  se destacó el tomate roll (tipo sushi), pechuga de pollo en salsa de tomate y el tomate relleno de malanga y bacalao.

 El comelón de tomate

Un dato singular de la edición de este año del festival es que hubo una competencia en la que se premió con $100 a la persona que más tomates comiera y a la que más jugo del fruto ingiriera.

Un hombre de Adjuntas resultó ser el ganador tras comer 12 tomates. Mientras, que un sujeto de Ponce cargó con el otro galardón al ingerir nueve vasos de 12 onzas de jugo.