Mayagüez. Severo Morales Rosado, de 83 años, quien nació, creció y todavía reside en un sector playero de Mayagüez, recuerda con lujo de detalles cuando, a finales de la década del treinta, el mar se retiró por algunos minutos y, a su regreso, llegó hasta donde ubica la catedral Nuestra Señora del Carmen, a pocos pasos del río Yagüez.

“Chanchán”, como apodan al hombre, que desde que tenía ocho años está relacionado con el mar, como pescador, buzo, submarinista y empleado de muelle, contó que, para ese entonces, ayudaba a un pescador a sacar su yola y le vendía el pescado que traía, como parte de su oficio de obrero del mar.

“Ahora que tanto se habla de tsunamis, pienso que los que desconocen de ese tema deben tomarlo en serio, porque en aquel entonces yo era un niño y entré corriendo al mar cuando se retiró, y “don Fundo” me decía que me fuera y yo seguía, inocente de lo que me pudo haber ocurrido si él no me ayuda, cuando una fuerte ola nos empujó hacia dentro del río Yagüez”, dijo Morales Rosado a Primera Hora.

“Eso jamás se me olvidará, y siempre estoy a la orilla de la playa, porque aquí nací, me críe y moriré, como pez en el agua, y si veo que el mar se retira otra vez, corro o me meto por el río hacia adentro”, expresó el anciano, quien reside en la comunidad playera El Seco de Mayagüez, terrenos que formaban parte del mar y que fueron secados para dar paso a ese complejo de viviendas.

Explicó que don Fundo llegaba de pescar, cuando de momento la yola se quedó atascada por la retirada del mar y, cuando fue a ayudarlo, el experimentado pescador le gritó que corriera a ponerse a salvo, pero siguió porque quería que le diera pescado para venderlo por el barrio, para ganarse algunos chavitos.

“En aquel tiempo, una ensarta de pescado valía como 35 centavos, y cuando llegué a la yola me empujó hacia adentro y, cuando regresó el mar, una fuerte ola nos metió dentro del río, y siguió remando hasta donde está la iglesia del Carmen”, recordó.

Recuerda que don Fundo le dijo, “muchacho, tú estás loco, pudiste haber muerto ahogado, estás vivo de milagro”, por lo que ahora entiende que el peligro de un tsunami es algo serio, y que las nuevas generaciones deben ensayar un plan de acción para protegerse.

En sus tiempos, Chanchán tenía botes de pesca, y siempre se dedicó a ese oficio, al punto de que buceaba a pulmón, sin tanques.

Ayer, mientras se realizaba un simulacro de tsunamis en toda la zona costera de Puerto Rico, caminó hacia el frente al mar como hace todas las mañanas, donde rememoró sus tiempos y la ocasión en que estuvo a punto de perder la vida por una retirada del mar, y su ignorancia de niño.