Caridad Colón nunca pasó hambre ni se quedó sin trabajo y sin techo en sus 47 años viviendo en Puerto Rico.

Fue financieramente independiente durante casi tres décadas, trabajando primero como cajera en un restaurante chino y luego, tras estudiar tres años en la universidad, como secretaria de una empresa de transportes mundiales.

Hace poco, no obstante, la empresa para la que trabajaba se sumó a una creciente lista de firmas que cierran en medio de una recesión que ya lleva seis años en la isla. Colón perdió su trabajo y también su casa.

"Siempre he trabajado", expresó. "Es muy frustrante. Una siente una impotencia horrible y piensa ¿en qué momento llegué a esto".

La cantidad de indigentes que hay en Puerto Rico ha aumentado marcadamente en los dos últimos años de crisis económica, que incluye una tasa de desempleo de casi el 14%. Y las autoridades pronostican que la situación se agravará.

Más de 1,650 indigentes viven en el interior, comparado con los 980 de hace dos años, según la Coalición de Coaliciones Pro Indigentes de Puerto Rico. Las autoridades dicen que hay un incremento similar en el área metropolitana de San Juan, mucho más poblada, aunque ese informe todavía no se ha terminado.

"Es la mayor cantidad que he visto hasta ahora", declaró su director ejecutivo Francisco Rodríguez.

A lo largo y ancho de esta isla de 3,7 millones de habitantes se puede ver indigentes durmiendo en los bancos de las plazas, debajo de puentes o en las entradas de las casas. Muchos son adictos a las drogas y es común verlos mendigando en los semáforos y en San Juan.

El problema se agrava por los embargos hipotecarios, que aumentaron este año fiscal, en el que ya se han registrado más de 13.600 casos, de acuerdo con la Administración de Cortes. Hubo más de 13.400 casos el año fiscal previo, comparado con los 7.300 casos del 2003.

El ingreso promedio por hogar, en tanto, bajó en los últimos años, en que la tasa de pobreza llegó a casi el 47%.

Rodríguez dijo que casi el 80% de los casos de indigencia que se registraban en el pasado involucraban a drogadictos, pero los problemas económicos y familiares inciden cada vez más.

"Hay cada vez más mujeres en la calle", manifestó.

Colón dijo que agotó sus escasos ahorros y luego vendió su microondas, su juego de living y otras pertenencias antes de verse obligada a dejar su departamento.

Dado que no viven sus padres ni sus abuelos ni tiene hijos ni otros parientes cercanos, terminó en la calle.

Pasó una noche como indigente y decidió ir a un Wal-Mart que está abierto las 24 horas en la municipalidad de Bayamón, al sur de San Juan.

"Era la única manera, el único sitio que era más o menos seguro", explicó.

Llegó a eso de la una de la mañana y se fue al salir el sol, luego de pasar varias horas caminando por el negocio.

"Fingí como si estuviese shopping", relató Colón. "Es bien difícil. Te preguntas, '¿cuántas horas faltan?'. Quiero dormir".

Esa mañana usó el dinero que le quedaba para alquilar una habitación en un complejo de San Juan al que, sin que ella lo supiese, le dicen "Crackville" por la cantidad de crack que se consume allí. Comparte un baño con dos adictos a la heroína y antes de salir de su habitación, escucha los sonidos del pasillo.

"Le tengo terror a mis vecinos", afirmó. "Subo y bajo esas escaleras corriendo".

Personal de la organización sin fines de lucro Hospicio de Jesús, de San Juan, dijeron que la situación de Colón es típica y que abundan los indigentes como ella que tratan de encontrar una vivienda permanente, que puedan costear. Para colmo de males, Puerto Rico no tiene demasiados refugios de emergencia ni viviendas transitorias, indicó Rodríguez.

Hay apenas 24 camas disponibles para indigentes del sur y el oeste de la isla, en tanto que Ponce, la segunda ciudad más grande de Puerto Rico, puede alojar a unos 200, según Rodríguez.

La mayoría de los indigentes viven debajo de puentes o duermen en parques y playas de estacionamiento, como Yadis Agosto, una mujer de 45 años que hace poco regresó a Puerto Rico desde Ohio.

Se trata de una adicta al crack, hija de un alcohólico y quien comenzó a consumir drogas a los 14 años.

"Ahora estoy limpia", aseguró Agosto. Pero todavía no encontró un lugar donde vivir.

Ivette Pérez Toro, asistente especial del secretario del Departamento de la Familia, atribuye la creciente cantidad de mujeres indigentes a la violencia doméstica y la crisis económica.

"El desempleo tuvo un efecto dominó", dijo Pérez. "Pierden sus casas, sus autos".

Puerto Rico recibió 16 millones de dólares del gobierno estadounidense el año pasado para hacer frente al problema de los indigentes. Si bien esa suma representa un importante incremento comparado con los 3 millones de dólares que la isla recibía a comienzos del 2000, hace falta mucho más, afirmó Pérez.

Unos 1.500 indigentes visitan el Hospicio de Jesús en San Juan en un año, señaló Edwin Otero, director de servicios externos y voluntarios.

"Tenemos que seguir buscando recursos para hacer frente al incremento de indigentes", indicó.

Caridad Colón es una de decenas de personas que hacen cola a diario para comer en el hospicio.

"Igual que ellos, si no vengo, no como", declaró.

Colón dijo que cuando buscó la ayuda de este programa no podía contarle su situación al personal porque no paraba de llorar.

"Ir de ser una persona totalmente independiente a una totalmente dependiente de alguien para todo, incluida la comida, es algo que cambia toda tu perspectiva.

Lleva ocho meses sin trabajo y se postula a cada rato como cajera, guardia y empleada de mantenimiento.

"Cuando consiga trabajo, podré pagar mis cuentas y retomar el control de mi vida", expresó.