Guánica. El CENSO de Estados Unidos dice que Guánica es el lugar más pobre de la Isla, con una media salarial de $14,525. Para los hijos de este pueblo, sin embargo, eso no es noticia. No era necesario informe alguno, conteo o investigación para revelarles lo que ya han vivido en carne propia.

Guareciéndose del picante sol desde su balcón, y rompiendo el quieto silencio que permeaba en el pueblo, doña Isabel León, de 71 años, recordó con lástima la decadencia del lugar que la vio nacer. Apuntaba a edificios vacíos y desfigurados, recordando el uso que tenían en antaño. Algunos eran comercios que abrían sus puertas a clientes 24/7, mientras que en otros se vendía ropa o eran supermercados. Hoy día, no son ni la sombra de eso.

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“Me siento mal. Imagínate tú que otros pueblos están subiendo y en Guánica permanecemos en el anonimato. Ya no es aquel Guánica de antes”, lamentó mientras que con sus manos trigueñas alisaba su cabellera canosa.

“Aquí el que quiera comprar algo tiene que irse a Ponce. Esto es un desastre lo que hay”, concordó su amiga y vecina, Carmen Rodríguez, quien cruzó la calle para platicar con ella desde la acera.

La desdicha del pueblo no es un asunto que se queda en tinta y papel, o uno que se puede ignorar, pues trastoca a los residentes diariamente. Estos han tenido que recurrir al extremismo para ahorrar el poco de dinero que tienen, por más humilde que sea su estilo de vida. Para doña Isabel, quien además cuida de su esposo paciente de una discapacidad mental, esto significa residir en una casa vacía, sin muebles, apenas sillas. También, es sinónimo de intentar salvar un carro que, por el pobre drenaje de las aguas pluviales del casco urbano, ha quedado “podrido” por las veces que las inundaciones urbanas lo han ahogado.

“Yo soy pobre. Yo me crié pobre”, resaltó. “No te creas, no es fácil. (Pero), mientras Dios nos dé vida hay esperanza”, agregó.

Pese a los análisis que podrían surgir del por qué un municipio, con 28 playas envidiables y una rica historia, está en una situación tan precaria, los guaniqueños ya tienen la respuesta a esta interrogativa. No necesariamente fueron los temibles seísmos que sacudieron el suroeste a principios del 2020, afectando edificios, hogares y planteles escolares, que los llevó a esto. Tampoco fue la pausa económica que produjo la pandemia por el COVID-19 del 2020. Ni tan siquiera el huracán María en el 2017.

Todo esto tan solo exacerbó lo que ya existía, aseguraron los residentes: es la dejadez gubernamental, tanto municipal como estatal, y la presunta avaricia de los líderes políticos, dejando a un pueblo y su gente víctima de los pleitos banales, protagonismos y divisiones, así como la burocracia de aquellas agencias que pretenden brindar alivio a desastres.

“La política nos divide. Yo trabajaría para la sociedad, para la gente, no por la política. Está fuerte”, mencionó un guaniqueño que, para evitar represalias en su empleo, optó expresarse bajo anonimato. “¿Qué obra se ha hecho? ¿Dónde está el dinero? Todo es pelea, guerra”, continuó.

Como ejemplo, el guaniqueño señaló que, por los pasados dos años, vive sin energía eléctrica en el hogar que él construyó, precisamente por la lentitud de que se le aprueben los múltiples endosos que ha tenido que conseguir.

“Ahorita me falta que me pidan que vaya a donde el gobernador (Pedro Pierluisi) a pedir un endoso. Es pésimo. Yo entiendo que los permisos hay que (entregarlos y se aprobarán) escalonadamente, pero wao, esperar dos años. Lo más seis meses”, subrayó el hombre de 57 años y quien es padre de un varón y una fémina, ambos adultos y quienes viven y trabajan en los Estados Unidos.

“No podemos decir que Guánica está ‘en buenas manos’. ¿Dónde?”, cuestionó al hacer referencia al lema del alcalde incumbente, Ismael ‘Titi’ Rodríguez Ramos.

“Prácticamente es un pueblo fantasma. Sí. Yo salgo de aquí, salgo a Yauco y veo que está echando pa’ lante, a pesar de todo que ha venido de los efectos atmosféricos. Igual que Lajas. (Pero), llegamos a Guánica y esto es un pueblo fantasma. No hay nada”, reiteró.

“Es triste. A veces yo digo, ‘caramba, a la bajeza que ha llegado mi pueblo’. Lo mejor es quedarse en su casa tranquilito”, dijo León, quien es exempleada municipal.

¿Habrá solución?

No todo está perdido. Eso garantizan los que viven y apuestan por Guánica. La solución para ellos no es abandonar su hogar y refugiarse en otro pueblo o país.

Aquella propuesta antigua de consolidar municipios podría ser una vía de salvación, afirmaron. Otra solución es que, simplemente, los alcaldes verdaderamente trabajen por el pueblo y que se abran a colaborar con sus homólogos para el bien de sus constituyentes.

“Limpiar las cunetas no es obra. Eso es un deber. Para eso pagamos contribuciones. Obra es el desarrollo, que haya comercio, crezca y la gente regrese”, comentó el hombre.

“Más urgencia y menos burocracia”, dice el alcalde

El alcalde de Guánica reaccionó a los datos del CENSO y expresó que la situación actual del pueblo se debe, en gran parte, a los recortes masivos de fondos por las políticas del Gobierno central de quitarle fondos a los municipios.

“En el caso de Guánica, hace cinco años el presupuesto anual era de poco más de $10 millones y actualmente está en $6.9 millones. Afortunadamente hay soluciones a la vista, necesitamos más urgencia y menos burocracia para atender los proyectos de reconstrucción, como el proyecto del Malecón y la plaza pública, con fondos ya asignados y donde faltan permisos estatales. De igual manera, urge la remodelación de las facilidades del DDEC, para crear empleos. De igual manera, hay que flexibiliar la dinámica relacionada a los estorbos públicos para poder repoblar nuestro pueblo”, sentenció Rodríguez Ramos en declaraciones escritas.

“Los datos del Censo Federal evidencian la realidad: Guánica es uno de los municipios más pobres a nivel socioeconómico, aunque su potencial como centro turístico e histórico es una gran oportunidad”, acotó.