Le otorgan distinción.

Antonio García Padilla deja la presidencia de la Universidad de Puerto Rico con la honrosa distinción de Decano de Derecho Emeritus que le otorgara ayer la Junta de Síndicos por “los méritos y la valiosa labor de este distinguido universitario”.

A pocos días de dejar la presidencia, Primera Hora lo visitó en la que fue su oficina.

Éste recogía afanosamente sus tereques, documentos, papeles, libros, recuerdos significativos, su memorabilia.

No parecía estar deprimido, ni afectado. Al menos no lo dejó traslucir en ningún momento, a pesar de que Primera Hora insistió con poco disimulo en escudriñar en las entretelas de sus sentimientos y emociones. Pero, nada.

El académico mantuvo su ecuanimidad en todo momento. Nada lo saca de su centro. Elude la confrontación, la polémica. Utiliza el don de la palabra, la diplomacia.

Aun en momentos cuando Primera Hora le menciona los dardos que le lanzaron y las críticas de las que fue objeto por los alegados gastos “alegres y excesivos” durante su presidencia, rechaza las imputaciones con tranquilidad y elegancia.

Aún más, cuando preguntamos por el vino, por su marca favorita, y las fiestas de baile, botella y baraja, ríe a carcajadas, para luego contestar con seriedad que “siempre se ha comprado el vino más barato”.

Cuando más aflora el entusiasmo en su semblante es cuando habla de lo que entiende que es “su legado a la Universidad de Puerto Rico, a su país, a la comunidad universitaria y a los estudiantes”.

Saludos, presidente. Se va pronto (ayer culminó sus funciones). ¿Duele?

Hay muchas satisfacciones y recuerdos bien vividos. Muchos reconocimientos por el privilegio de haber dirigido la Universidad por ocho años. Ha sido la presidencia más larga que ha tenido la Universidad desde la Ley 66. Pero, en esos ocho años las oportunidades han sido estupendas... los logros. Así que me voy lleno de satisfacción.

Entre las muchas cosas que haría si pudiese comenzar de nuevo, García Padilla mencionó que hubiese hecho más por Río Piedras, luego que Primera Hora le comentara sobre el abandono en que está sumida la Ciudad Universitaria.

Si pudiese volver atrás, dijo, sería más abierto con la prensa, de la que se protegió o evadió, al punto que no divulgó su obra, que para ser justos habría que reconocerle.

“Si pudiera volver al camino recorrido hubiera comenzado aún con más vigor en algunos campos, con más entusiasmo”, apuntó.

A usted se le reconocen muchos logros, como allegarse recursos económicos de afuera, la internacionalización de la UPR y que fue muy democrático (despolitizó los nombramientos). Pero, se le critica no haber dado más apertura a la docencia.

¿A qué te refieres?

No apoyó, dicen, el nuevo Proyecto de Ley Universitaria.

Mi posición con relación a la Ley Universitaria es uno de esos momentos de luz del siglo XX en Puerto Rico. Tenemos unas de las leyes más flexibles del sistema público. Es más flexible, más grande. Es una ley que le permite tanto. No hay nada que se quiera hacer en términos de investigación y de docencia que la ley no permita. Es un privilegio para la UPR.

Agregó que sólo cuando haya un problema específicamente identificado con la ley que no se pueda resolver es cuando se deba acudir al foro legislativo. De lo contrario, no cree que se debe ir a la Legislatura a jugar con la ley.

La política y la Universidad

El presidente defendió la Ley 2 que estableció la fórmula para allegar dinero a la UPR, la cual, según éste, se debe proteger, ya que es un mecanismo que garantiza una suma de dinero para lanzar su programa de mejoras permanentes.

“La mayor parte de las universidades del mundo darían mucho de lo que tienen a cambio de ese privilegio, sin pasar por la Asamblea Legislativa. No hay que pedirle permiso a nadie”, acotó.

Miembros de la comunidad universitaria le han reconocido al presidente Padilla que hizo nombramientos de decanos y rectores, independientemente de su ideología política, utilizando el criterio del mérito y no el político-partidista.

Comentamos que ése no es el criterio que impera por lo general.

“La autonomía universitaria, como la independencia de los jueces, tiene que ver con lo que se puede hacer. No hay ley que por sí garantice la operación. Hay sistemas universitarios que subordinan sus intereses universitarios a los intereses de partidos políticos. En ese campo, en Puerto Rico hay que desarrollarlo. Yo lo he planteado antes, que a veces en Puerto Rico se dan unas sintonías entre las percepciones de los líderes universitarios y los líderes del Gobierno. Puerto Rico tiene que aprender.

¿Quién lo recomendó a usted?

Yo fui decano de Derecho 16 años. Y fui decano ininterrumpidamente durante esos 16 años. Yo espero que mi nombre haya salido por mi trabajo de esos 16 años y que a eso responda el endoso que tuve de la comunidad.

Dicen que usted es el más político de los García Padilla. ¿A qué se debe?

Pues yo no sé, pero quien lo dice no me conoce bien. (Se ríe). Mis hermanos más chiquitos están en la política, pero yo nunca he estado. Cuando regresé de Estados Unidos, Rafael Hernández Colón me invitó a ser su ayudante. Estuve en La Fortaleza seis meses y me fui a la Facultad de Derecho, porque lo que me gustaba, y es lo que me gusta, es la vida universitaria.

¿No aspiraría a un cargo político electivo?

Ni se me ocurre. Nunca he ido ni a un fund raiser político, ni de mis hermanos. (Se ríe).

Pero, hizo fund raisers para la UPR.

Para la Universidad he hecho muchos. Pero no soy de ese mundo. De hecho, a mí no se me asociaba con ese tema de la política hasta que mis hermanos se metieron, pero ya yo era decano de la Facultad de Derecho.

La UPR y la Privatización

Mucho se ha hablado de maquiavélicas intenciones de privatizar la Universidad de Puerto Rico. García Padilla rechaza la veracidad de esos rumores.

“Para nada. No hay intenciones de entregar la UPR a ningún interés privado. Yo creo que todo el mundo conoce cuál es mi posición. Creo que la Universidad es el gran proyecto público exitoso de Puerto Rico”, mantuvo.

“Los puertorriqueños preferimos el agua de botella al agua de la pluma, las escuelas privadas a las escuelas públicas, buscamos a la Wackenhut que nos dé seguridad, además de la Policía, compramos plantas eléctricas para ponerle a las casas, pero cuando escogemos la educación superior, sin ambages, sin remilgos, sin dudas, escogemos la Iupi.

Por dos razones...

El precio no tiene que ver. Es por un solo factor: la calidad. La gente está dispuesta a hacer sacrificios de enviar a sus hijos a una escuela privada que no pueden pagar. De lo que se trata es que el pueblo de Puerto Rico piensa que la calidad está en la UPR.

De copas, vinos y agasajos

Al presidente saliente le hicieron múltiples señalamientos en torno a alegados gastos excesivos por concepto de fiestas y agasajos en su residencia oficial.

Como que descubrieron su talón de Aquiles... el vino.

(Se ríe).

¿Qué marca de vino le gusta?

(Risas)

Dicen que compraba cajas de Muga.

¿Qué es eso?

Una marca de vino ( cara).

Los estudiantes decían que daba Lambrusco por montones. (Risas)

Seriamente, ¿qué vino compra?

Yo no sé cuál es el que se compra, pero yo sé que es baratísimo. Se compra el más barato que esté. Quien hace la compra es la señora Jackeline Biscombe, a cargo del protocolo.

“La casa de la Universidad funciona como una residencia. Tú estás abriendo tu casa a personas de la comunidad, ya sea a un científico que obtiene un grant, a un artista o escritor que publica una obra, el coro de la Universidad que sale y gana un premio…

¿Qué atención se les da a las personas que dan dinero?

Se les da un trato especial.

Primera Hora supo que en esa casa se recibió a conocidas figuras del mundo empresarial, económico, social y político, muchos de los cuales dieron sustantivas aportaciones. Fueron muchos penepés también. Todos tomaron vino.

Se aisló. Se cerró a la prensa. ¿Nos tenía miedo?

Nunca. Creo que es más importante hacer que divulgar.

¿Usted cree que le hicieron una faena política?

No sé. No quisiera verlo de esa forma... Puerto Rico tiene sus dinámicas, sus lógicas.

Se marcha. ¿Le duele?

No. (Se ríe). Me voy con un orgullo y una satisfacción muy grande. Vuelvo a mi cátedra en la Escuela de Derecho.

Antonio García Padilla continuó recogiendo sus tereques, sus escritos, las columnas publicadas y los apuntes de un libro que gesta sobre la Universidad, sobre su alma máter.