Ante la lentitud del gobierno, los grupos comunitarios ayudan a los damnificados
“Ya es hora que FEMA entienda que en Puerto Rico hay una necesidad y hay que romper los protocolo", reclamó un legislador..
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 7 años.
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La asistencia gubernamental a los damnificados del huracán María llega tan lenta que varios municipios de la región de Arecibo han dependido inicialmente de las organizaciones sin fines de lucro para ofrecer ayuda alimentaria a los afectados.
El Acrópolis de Manatí sirve como un centro de acopio para el Ministerio Buen Samaritano, una organización afiliada al Banco de Alimentos de Puerto Rico, que ha repartido comida y agua a damnificados en Manatí, Vega Baja, Morovis y Orocovis y Florida.
Próximamente visitarán los pueblos de Luquillo, Ceiba y Fajardo, indicó el pastor Marcos Rivera Sánchez, coordinador de este esfuerzo en el que trabajan empleados del Acrópolis. En esa facilidad deportiva se preparan bolsas con alimentos para repartir en los diferentes pueblos.
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Desde allí también partieron algunas cajas de alimentos que aportó el gobierno central.
La compra consiste de arroz, frutas enlatadas, habichuelas, pasta, salsa y huevo en polvo, entre otros alimentos no perecederos. También se reparte agua y “snacks”.
Desde el segundo día que pasó el huracán ya habían impactado cerca de 8,000 personas a través de la asistencia de los alcaldes, dijo Rivera Sánchez.
“Llegamos directamente con las comidas a las casas”, dijo el pastor pentecostal.
Familias de Manatí y de otros pueblos cercanos también recibieron donaciones de alimentos del deportista Carlos Beltrán, que se distribuyeron en el coliseo de Manatí.
Agua y toldos una gran necesidad en Manatí
El alcalde de Manatí, José Sánchez González, dijo que el municipio dispone de dos camiones adicionales para repartir agua y la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados (AAA) le asignó dos camiones adicionales, después de que públicamente se quejara de los suministros de agua que recibían sus compueblanos.
“Todavía no te puedo decir que la distribución del agua es suficiente para satisfacer la necesidad que está teniendo nuestra ciudadanía”, dijo el ejecutivo municipal de este pueblo con 43,000 habitantes.
A esto se suma la dificultad que representa repartir agua en comunidades como el Cerro Gandía, que tiene empinadas cuestas y estrechas escaleras para acceder a las residencias. Allí los mismos vecinos se reparten el agua que traen en una cisterna y tiene que subir a pie con los recipientes cargados de agua.
Hay una pequeña parte del pueblo que tiene servicio de agua porque el Cuerpo de Ingenieros de los Estados Unidos, que trabajó el proyecto de canalización del río Grande de Manatí, instaló dos generadores eléctricos en bombas en dos pozos ubicados en la PR-2.
El Alcalde señaló que para reestablecer el servicio dependen de que entre en funcionamiento el Superacueducto del Norte. La planta Cambalache de Arecibo se logró poner en función para, entre otras cosas, energizar este sistema que llevaría agua desde Arecibo a Bayamón.
No obstante, todavía ayer en la tarde el servicio no fluía hacia Manatí, dijo Sánchez González.
El alcalde manatieño expresó que aunque el huracán provocó daños en todos los sectores de la municipalidad, las residencias en los cerros y en los campos sufrieron los más graves daños. Estimó que en los cerros hay cerca de 400 casas sin techo.
En Cerro Gandía necesitaban con urgencia toldos, según manifestaron vecinos a este diario.
“Aproximadamente unas 1,500 personas tuvieron pérdidas mayores porque el techo se les fue completo o mitad de ese techo. Eso es lo que estamos trabajando pero no han llegado los toldos”, mencionó el ejecutivo municipal. “Hay gente que está viviendo a la intemperie. Algunos están durmiendo con sus hijos en algún bañito o cuartito que tenían pequeño y que taparon con algunas planchas que recogieron”, relató.
El representante Gabriel Rodríguez Aguiló urgió también por la entrega de esos toldos debido a la gran cantidad de residencias sin techo en todos los pueblos que componen su distrito.
“Ya es hora que FEMA entienda que en Puerto Rico hay una necesidad y hay que romper los protocolos. Estoy hablando de que los materiales fluyan”, dijo el legislador. “No me puedes decir a mí que hay que esperar 25 o 20 días para que vaya un experto a certificar que el hogar fue afectado y qué tipo de toldo se instala”, añadió.