Cristóbal Jiménez no ve sus propiedades listadas en Airbnb solo como un dinero extra, sino como una experiencia cultural. 

“Comencé con mi compañera, hace años, con un kiosco de pinchos en la playa Seven Seas en Fajardo. Lo interesante es que teníamos un libro de firmas y un día, revisándolo, vi que teníamos más de 120 países anotados y me dije: ‘esto es una oportunidad, la gente se está quedando en casetas de campaña y les podemos dar más que eso’”, indicó Jiménez a Primera Hora.

Entonces, decidió poner en alquiler a través de Airbnb una habitación de su propia vivienda .

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“En el patio hay palos de aguacate, de chinas, de mangó y les encanta, y me preguntan si pueden llevarse las frutas y claro que sí, por qué no”, comentó..

Económicamente, no le va mal al empresario

Con alquiler desde $70 la noche, el precio es más bajo que el de un hotel y con servicio más personalizado.

Con más de 200 evaluaciones, sus propiedades son bien acogidas, ya sea por la cercanía a la playa, la sencillez de la residencia o el buen trato del anfitrión.

Más allá de esa experiencia, Jiménez dice que no tiene quejas y sus inquilinos, ciertamente, tampoco porque llenan su página de mensajes positivos. 

Lo que más destaca no es tanto la residencia, sino la oferta turística que brinda, la entrega de mapas, enseñarles los sitios más interesantes de Fajardo, y hasta los espera para entregarles las llaves personalmente y ponerse a su disposición las 24 horas.

“Friendo y comiendo”

José Fraticelli, residente en Toa Alta, decidió comprar una propiedad para vacacionar y un vecino le sugirió que la alquilara cuando no estuviera en uso, y “entonces me presentó Airbnb”.

Fraticelli, quien es maletero desde hace 17 años en el hotel Caribe Hilton en San Juan, cree que lo único que cambiaría es que la plataforma depende de la información que dé el anfitrión.

“Alguien podría mandar una foto del Ritz y ser una caseta de campaña, pero es un riesgo que se corre el invitado”, dijo.

La garantía es que quien alquila le deja una evaluación a la propiedad y eso, como si se corriera de “boca en boca”, va dándole mejor idea a los demás usuarios de lo que encontrarán allí.

En su caso, tiene ahora tres propiedades (uno en la calle Loíza y dos en la calle Del Parque) y cuenta con más de 300 evaluaciones.

“Los inquilinos se han portado bien. Solo una persona me rompió el tope de la estufa y le mandé la reclamación a Airbnb, con evidencia y el pago, y enseguida me reembolsaron. ¡Ha sido una bendición! Buscan los apartamentos por la aplicación; en temporada baja los tengo en $50, $55, y en temporada alta en $70”, indicó Fraticelli.