“¡Dejad que los niños se acerquen a mí!”.

Américo Martínez Romero es abogado, pero de jovencito quería ser sacerdote y asegura que sus convicciones morales y religiosas le impiden representar a acusados de incesto.

En entrevista con Primera Hora, Martínez Romero contó que, cuando era niño, acompañaba a su madre a la iglesia católica en Santurce dos o tres veces en semana. “Participé en todo en la iglesia. Hasta monaguillo fui. Leía la palabra todos los domingos y, en la universidad, tomé cursos de teología”, narró el letrado, quien se negó el jueves a representar de oficio a Carmelo Adorno Castro, un hombre que está imputado de agredir sexualmente a su hija biológica desde los siete años.

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Ayer el abogado le solicitó por escrito al juez superior Javier Varela Rivera, del Tribunal de Carolina, que lo releve del caso. El jueves, el letrado le hizo la solicitud en corte abierta, invocando sus principios morales, pero el juez denegó el pedido.

“No represento estos casos, independientemente de que el acusado sea culpable o inocente”, sostuvo el letrado, quien entiende que su negativa a ver el caso no vulnera ni violenta los derechos constitucionales de Adorno Castro.

“Cada persona tiene sus criterios de cómo piensa, de cómo siente y yo también tengo mi forma de pensar y de sentir y eso no tiene que ver nada con la presunción de inocencia de un acusado”, dijo Martínez Romero.

“Yo he representado de oficio a personas acusadas de asesinato, de embriaguez... a todo tipo de caso. Llevo 26 años representando gratis (de oficio) a mucha gente en Puerto Rico. He representado de oficio casos no solamente aquí en Carolina, sino en San Juan, Bayamón y Ponce, en cualquier jurisdicción del Tribunal de Primera Instancia, pero este tipo de casos yo no los veo, no los veo”, insistió el abogado.

¿Por qué?

Es una cuestión mía interna, eso no tiene que ver con la culpabilidad o inocencia de la persona, es que eso yo no lo veo; es cuestión de principios, es mi dignidad, es mi moral, mi forma de pensar, mi forma de sentir y eso no tiene que ver nada con el imputado, puede ser inocente, pero esos casos no los veo.

¿Anteriormente había rechazado este tipo de casos?

Casos de incesto sí y me han relevado. Aquí en Carolina hace como 15 años me relevaron de uno. Aquí me dieron otro caso de asesinato y lo vi, pero este tipo de caso no lo veo.

¿Está dispuesto a llegar a las últimas consecuencias?

Yo me mantengo en mi posición. Creo que cada persona se debe respetar por lo que piensa y por lo que siente. Yo respeto a todo el mundo y creo que me merezco un respeto también.

¿Está dispuesto a coger un desacato y a ir preso?

Entiendo que no se debe llegar a esas consecuencias. Hay formas de resolver los asuntos, dialogando y resolviéndolo amigablemente y en beneficio del acusado, que en última instancia es lo que importa en este caso. Este y ningún otro caso de incesto yo nunca los veo... no puedo con eso... Yo iba a ser sacerdote y mire donde estoy, defendiendo a los indigentes.

¿De dónde es usted?

Soy natural de Trastalleres, de donde es mi hermano Andy Montañez.

¿Cómo llegó a ser abogado?

A golpes, vengo de la escuela pública, trabajando duro, con préstamos.

Martínez Romero proviene de una familia pobre. “En mi casa no hay profesionales”, dijo.

¿Y qué lo llevó a estudiar derecho?

La injusticia. Yo quería cambiar al mundo y quería cambiar al país, pero me he dado cuenta que es difícil.

Estudió su bachillerato en la Universidad del Sagrado Corazón y luego estudió derecho en la Universidad Interamericana. Allí entró con la idea de estudiar ciencias naturales, pues quería ser médico, pero después se dio cuenta de que sus intereses eran otros.

“En una ocasión, un profesor me escuchó y me dijo: ‘Usted se equivocó de profesión, váyase a estudiar cualquier bachillerato para que estudie leyes porque lo suyo no es naturales’”, recordó.

Se graduó de administración de empresas y después, con muchos sacrificios, estudió derecho. Como abogado, se ha desempeñado en la práctica privada como criminalista, civilista y notario. Su oficina está ubicada en el pueblo de Trujillo Alto.

Contó que recientemente a un primo hermano de su esposa lo ordenaron sacerdote y tuvo la oportunidad de acompañarla en el proceso. “Fue muy interesante para mí”, dijo Martínez Romero.

“Dios no nos bendijo con hijos, pero tengo 10 ahijados y mis vecinitos son mis hijos”, sostuvo el abogado.

“Yo no permito el maltrato de niños. Eso me quita la vida, me enferma”, afirmó.