Alvilda Anaya: “Necesitamos tener a nuestros artistas en la calle”
La artista regresó a Guayama para restaurar el mural del caballo Dulce Sueños
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 7 años.
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En tiempos de crisis el arte toma protagonismo, se apodera de las calles, se expresa más que nunca, es la catarsis, la voz del pueblo y la manifestación más genuina de los seres humanos.
Esto, Alvilda Sophia Anaya-Alegría lo sabe y por eso aceptó la propuesta de regresar a su natal Guayama para revivir a Dulce Sueños, un colorido y abstracto mural que guarda la esencia misma de los humano: las ganas de ser.
Según su creadora, Dulce Sueños regresa a su casa de Guayama, Puerto Rico es “el ensueño de un ser humano que sale de su propio ser”.
Con una mezcla de luces y un juego con el tiempo, los géneros y los colores, Anaya-Alegría ha revitalizado el mural que creó hace unos años y que, con el pasar del tiempo, se había deteriorado.
“Estoy encantada de la vida. Estoy luci’a”, nos confesó la artista vía telefónica.
La pieza nació de una conversación con su madre Ana Victoria Anaya.
“Dulce sueño se paseaba por esta plaza”, le contó su madre y fue la inspiración para la artista.
Y al igual que Dulce Sueños se paseará en unos días nuevamente por la Plaza de Recreo Cristóbal Colón de Guayama, así le gustaría ver Anaya- Alegría a los artistas del patio en estos tiempos difíciles en los que nos encontramos como pueblo.
“Es necesario, imprescindible, tener a nuestros artistas en la calle, trabajando, haciendo nuestra protesta”, puntualizó la boricua.
Para la guayamesa de corazón, los artistas marcan la historia. “Nosotros somos la voz, el puente de los ciudadanos”, explicó quien resaltó formar parte de un grupo en los Estados Unidos pro Universidad de Puerto Rico (UPR).
De acuerdo a la muralista, quien tiene una maestría en Economía, estos momentos son idóneos para transformar los pueblos.
“Hay que desarrollar más comunidades basadas en las artes. Es bien importante que se desarrollen más comunidades por el arte”, enfatizó la profesora de Economía.
Por esta razón, está encantada con las iniciativas socioculturales que se están desarrollando en pueblo como Caguas donde los artistas transforman los edificios de la ciudad. “Hay que hacer más de eso”, insistió.
Anaya-Alegría comenzó a pintar a sus nueve años, según recuerda. Sin embargo, la artista detuvo su proceso.
“Tú no sabes pintar”, le decían. “Tú pintas al revés”, escuchó en sus inicios.
No fue hasta sus 15 años cuando decidió olvidar los comentarios negativos y darles rienda suelta a sus habilidades. A esa edad, pintó su primer mural en Levittown, Toa Baja.
Desde ese momento su arte ha transcendido a gran escala. Hasta logró que el Museo de Arte Contemporáneo de la Universidad de Massachusetts en Amherst la eligiera entre unos 150 artistas y arquitectos internacionales para presentar su obra. En ese momento compitió con los grandes artistas del momento como el fallecido Vito Acconci.
Su arte lo describe como universalista, porque “es más sobre el sentimiento, algo abstracto, donde todo es y no es”, contó.
La boricua está muy contenta con lo que hace. “No hay nada como ser artista”, dijo.
Hoy, mientras pintaba en la plaza de Guayama, las personas le llevaron agua, comida y hasta flores.
“Uno se siente tan querido. Eso lo paga todo”, soltó la artista quien posee su propia galería de arte web en galerialalvilda.com.
En unos días, Anaya-Alegría volverá a Massachusetts, donde reside, pero no terminó la conversación sin resaltar el valor de las artes.
“Sin el arte no existe nada”, remató.