Quien ve hoy día a Melanie Valdés Reyes desplazándose sonriente a toda la velocidad que le permite su silla de ruedas, y la destreza que ha ido adquiriendo para impulsarla, se contagia con ese entusiasmo que irradia.

Muchos son quienes se les acercan para ofrecerle palabras de aliento y le animan a seguir adelante, y a menudo hasta terminan tomándose una fotografía junto a ella, como ocurrió el día de esta entrevista con Primera Hora en el Paseo de la Princesa del Viejo San Juan.

El aura de positividad que le rodea, tanto a ella como a su inseparable pareja Pedro Olivencia, va acompañada de unas alas y el lema “nunca paren de soñar”, que muy bien describen a esa Melanie al no dejar que su condición le imponga límites

Además de haber conquistado carreras de larga distancia y hasta el surfing, recientemente la joven mujer sumó a su lista de logros la hazaña de “volar”, al lanzarse en rappelling sobre una cascada.

Pero la ruta para llegar a este punto no tuvo siempre esa velocidad que exhibe hoy, y mucho menos ha estado libre de obstáculos.

Recordó que la historia que la llevó a tener movilidad reducida comenzó a sus 19 años, mientras estudiaba sonografía médica y trabajaba como cajera en un supermercado. Comenzaron a aparecer las convulsiones, las que se hicieron más recurrentes y, tras una visita al hospital, le diagnosticaron epilepsia.

Las convulsiones se agravaron y llegó entonces el diagnóstico de epilepsia refractaria, que significa que el trastorno es resistente a los medicamentos.

Melanie encontró una motivación en el deporte, por lo que entrena para fortalecerse.
Melanie encontró una motivación en el deporte, por lo que entrena para fortalecerse. (alexis.cedeno)

Eventualmente, con convulsiones que no podía controlar, se vio forzada a dejar de trabajar y de estudiar.

Quise esconderme en mi casa. No quería que nadie supiera del diagnóstico, no quería que nadie me viera así. Perdí las amistades que pensaba que tenía en la universidad. Y fue bien duro. Fue bien difícil. Me diagnosticaron también con depresión y ansiedad, por la condición”, recordó Melanie, de 31 años, dejando ver una expresión sombría por primera vez desde el inicio de la entrevista.

Y fue en ese oscuro y triste momento que “Pedro llegó a mi vida, como si fuera un ángel”.

Al decir esas palabras, Melanie se colma de emoción y, pese a su esfuerzo, no logra contener el llanto. De igual forma, Pedro, que la observa y escucha con pasión y admiración, tampoco puede evitar que se le escapen lágrimas, y se acerca a abrazarla.

Pasado el instante, todavía con un nudo en la garganta, la mujer continúa narrando que, poco después de conocer a Pedro, “me diagnosticaron con la movilidad reducida, y para nosotros fue bien impactante que, siendo una pareja bien joven, recién conociéndonos, me diagnosticaran con esa condición también. Y ver cómo iba perdiendo el movimiento poco a poco de mis piernas, fue bien duro”.

“Pero Pedro me dijo que necesitaba una silla de ruedas, mi médico también me dijo que necesitaba una silla de ruedas, y en ella encontré la libertad que no tenía. Yo me la pasaba en la cama, preguntándome por qué estoy aquí. Y cuando encontré la silla de ruedas me quedé enamorada del ejercicio y verdaderamente vi mi motivo de vida, mi razón de estar aquí con esta silla de ruedas. Y ahí nació la atleta”, agrega, con la sonrisa de vuelta.

Explicó que, hace como un año, comenzó a correr. Y desde entonces anda imparable. Al punto que Pedro, que suele acompañarla en las carreras, admitió que recientemente, mientras subían una cuesta, no pudo mantener el ritmo en su bicicleta y veía cómo ella se alejaba sin que le apareciera la energía para alcanzarla.

Y yo quedé enamorada de hacer carreras, y me convertí entonces en una maratonista”, afirmó.

Al momento de la entrevista, Melanie ya sumaba 47 carreras a través de Puerto Rico, de 5K, 10K, 21K y los 42K del maratón, y tenía en agenda inmediata correr otras tres.

El ejercicio cambió mi vida. Me dio mucha seguridad en mí. Por esto es que estoy viva, por sentirme bien, por superarme a mí misma. Yo pensé que la epilepsia me había quitado muchas cosas, mi trabajo, mis estudios, mi movimiento en las piernas. Pero llegó esta silla de ruedas a darme alas”, aseguró.

Y los beneficios no se limitan al área emocional, pues con el ejercicio y las carreras, también “puedo comer mejor, dormir mejor, los medicamentos tienen un efecto más positivo también”.

La atleta en silla de ruedas comparte cómo enfrenta su duro diagnóstico de epilepsia refractaria, una condición que limita su movilidad, pero no le ha impedido lograr sus sueños.

Motivación diaria

Otro aspecto que Melanie resalta como “increíblemente bello” es el respaldo de personas que le han animado a seguir adelante desde aquella primera carrera de 5K que pensó era una locura que ni sabía cómo iba a hacer.

“Y me siguen motivando todavía a través de la cuenta de Instagram. Y es bien bonito toparse con una persona y (me diga), ‘¿me puedo tirar una foto contigo?’, y eso me hace reflexionar, ‘wao, yo estaba en una cama hace un tiempo, y ahora las personas me ven como inspiración y motivación’”, aseveró.

Varios le han preguntado si pensaba correr en los Juegos Paralímpicos, algo que Melanie pareció empezar a considerar, pues bromeó con que tiene ahora cuatro años para lograrlo.

Precisamente, fue también esa inspiración que despierta en la gente la que llevó a que le ofrecieran el vuelo en rappelling sobre una cascada en Salto Plazuela, Orocovis. A pesar de sus temores iniciales, y del reto que suponía hacer algo así con movilidad reducida y con epilepsia, aceptó, y pasó la prueba.

“Eso me volvió la primera persona con movilidad reducida (en Puerto Rico) en ir a hacer esta actividad de deporte extremo”, recordó con evidente emoción. “Fue tremendo. Javier, de Aventura Vertical, nos invitó a hacer este reto. Yo le dije que tenía miedo, que esto era una locura, pero que sí, que quería practicar para poder hacer esta actividad. Hicimos los entrenamientos, hicimos prácticas… y me llevó a la cascada. Y todo salió perfecto. Estamos aquí, todo salió muy bien y es una experiencia que quiero volver a realizar”.

“Y la pasé increíble. Fue como si tuviera alas. Fue magnífico. Fue un momento mágico en mi vida. Fue el mejor día de mi vida, de verdad”, dijo entre risas, antes de agregar, mirando a Pedro y sin darle tiempo a reaccionar, que “cuando yo me case con él va a ser el mejor día de mi vida”.

Primero sonrojado, y acto seguido riendo a carcajadas, Pedro contestó que ese día sería, “ya mismo, ya mismo”, más ahora que lo estaban dejando saber a todo el mundo a través de este diario.

Y si bien los retos persisten, su condición médica está presente, al punto que tuvo dos pequeños episodios de convulsiones mientras hacía la entrevista, Melanie no quiso dejar pasar la oportunidad para enviar un par de importantes mensajes.

Por un lado, exhortar a la sociedad en general a ser más tolerante con las personas con diversidad funcional y promover la accesibilidad y la inclusión, pues a diario se topan como problemas tales como lugares donde no hay rampas de acceso, o las que hay están mal hechas o dañadas; o personas que ocupan los estacionamientos para personas con impedimentos.

Por otro lado, y no menos importante, envía un mensaje de ánimo para cualquier persona que pueda estar enfrentando momentos difíciles, para asegurarle que ni la movilidad reducida, ni una condición severa -como la epilepsia refractaria- suponen que tenga que poner límites a su vida.

“Yo no me imaginé estar aquí en esta entrevista. Todo lo que está pasando en mi vida nunca me lo imaginé. Pero también es cierto que nunca paré de soñar. Siempre busqué para mí algo mejor, algo más, algo como confianza en Dios. Siempre creí en Dios. Siempre creí que tenía alas. Y no es hasta ahora que las puedo mostrar”, insistió. “Así que nunca paren de soñar”.