Una investigación realizada en la Universidad de Puerto Rico (UPR) en Cayey apunta a que el mosquito que trasmite el virus del chikungunya no logra sobrevivir temperaturas templadas, por lo que se sospecha que en pueblos como Aibonito hay menos posibilidad de contagio que en pueblos más calurosos como San Juan y Guayama.

De acuerdo con la estudiante de Ciencias Naturales Angélica M. Rosario Santos, quien trabajó el estudio, el Aedes Aegypti, capaz de trasmitir el dengue y el chikungunya a través de picadura, no logra completar su ciclo de vida en temperaturas menores a los 77 grados Farenheit.

La universitaria, cuya concentración es Matemáticas, estudia un modelo que pretende describir la propagación de esta enfermedad a través de su investigación titulada Rol de la temperatura en la epidemia del chikungunya en Puerto Rico en el 2014. Fue en mayo de ese año cuando se confirmó el primer caso de contagio en Puerto Rico de esta enfermedad que presenta como síntomas fiebre, dolor muscular y articulaciones.

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Rosario Santos concentró su investigación de la epidemia en el registro de temperaturas en los pueblos de Aibonito, San Juan y Guayama. Sus hallazgos estuvieron basados en funciones que involucran la temperatura con diferentes parámetros relacionados al vector.

Por ejemplo, en Aibonito, la temperatura apenas superó los 77 grados Fahrenheit. 

“Esto indica que el riesgo de contraer chikungunya en Aibonito es mínimo. Por tanto, se podría afirmar que la mayoría de los casos registrados en dicho pueblo fueron exportados o adquiridos en otros pueblos y tratados allí”, explicó la joven investigadora en un comunicado de prensa.

Mientras, en San Juan y Guayama la temperatura alcanzó los 90 grados Fahrenheit, lo que permitió al vector tener las condiciones óptimas para trasmitir el virus.

“Estamos elaborando y proponiendo el modelo para orientar a los puertorriqueños sobre las temporadas más propensas para que el mosquito se propague, y ayudar a su prevención”, expuso la estudiante, quien anticipa que en los meses más calientes, entre mayo y septiembre, aumenta la probabilidad de contagio. Señaló, además, que hay otros factores que influyen en el ciclo de vida del vector que se estudiarán más adelante con el propósito de mejorar el modelo.

La mentora de la investigación es la doctora Mayteé Cruz, quien también trabaja junto con sus estudiantes otros modelos epidemiológicos de la influenza y las células beta, que producen insulina en el cuerpo. 

Esta investigación fue presentada junto a otras decenas de investigaciones relevantes durante el Segundo Encuentro Estudiantil de Investigación, Creación y Servicio Comunitario celebrado recientemente en el recinto cayeyano.