A Nilsa Cintrón le dio por hacer los bacalaítos gigantes
Sus curiosas frituras vieron la luz hace 16 años.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 12 años.
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Toa Baja.- Los Bacalaítos Gigantes de Nilsa Cintrón miden como 12 pulgadas, son “tostaditos desde que empiezan hasta que terminan”, están garantizados –si no consiguen bacalao, le devuelven los $2.00– y con uno comen hasta cuatro, aunque hay algunas personas que tienen “una familia completa en el estómago y se lo comen completo.”
Uno de los clientes de este peculiar negocio a orillas de la carretera número 2, en Toa Baja, don Héctor Luis Muñoz, asegura que “ya no se consigue un bacalao así”.
Para este hombre de 65 años de edad, la visita a Bacalaítos Gigantes es una constante en su vida porque “el sabor (es) bueno y fresquecito, tostaíto, y le voy a decir la verdad, da como pa’ cinco personas”.
Y es que además del tamaño, los bacalaítos de Nilsa conservan celosamente su “receta secreta”, que le recuerda a muchos, especialmente a los más viejitos, “el sabor de los de antes, que es un sabor como el de nuestras abuelitas, que ya casi no se consigue”.
Sus curiosas frituras vieron la luz hace 16 años cuando “un día me dio con hacerlo grande, y la gente me decía: ‘Tú eres loca. No hagas eso, vas a perder’. Pero yo quería hacer algo diferente”.
Inició el negocio de manera ambulante, vendiendo en actividades, pero repetidamente Nilsa y su esposo, Edgardo Marrero, de 41 años, se topaban con comentarios de personas que le preguntaban dónde estaban ubicados. Por eso “decidimos pararnos aquí –hace tres años– porque somos de aquí, de Toa Baja”.
Desde entonces, los clientes acuden de miércoles a domingo, de 9:00 a.m. a 6:30 p.m., a este negocio familiar, desde famosos y extranjeros hasta puertorriqueños “que vienen de lejos”.
Para confeccionar cada bacalaíto, Nilsa utiliza un cucharón de 12 onzas, con la mezcla que guarda en una cubeta de 18 galones –que puede aumentar a dos durante fines de semana– y los clientes solo esperan de cinco a siete minutos si lo quieren recién sacado del ardiente caldero.
Desde entonces, el precio sigue siendo el mismo, aunque le digan “que los está regalando.”
“Para mí no, estoy ayudando a la economía para que con dos pesos coma la familia completa (…). ¿De qué me vale subirle un peso si con los dos puedo seguir vendiendo más”, dice a Primera Hora.
De hecho, Nilsa asegura devuelve los $2 porque “los bacalaítos son garantizados, si no le consigue bacalao, yo devuelvo el dinero para atrás”.
Además, apunta, “no es solamente venderlos, es que les gusten, me recomienden y vuelvan”, por eso para ellos es tan importante el buen trato al cliente.
Pero, ¿por qué comienzan a vender en actividades?
Nos encontrábamos mal económicamente y le decía a mi esposo aquí en casa no nos podemos quedar porque en casa solamente llegan los billes, pero si nos vamos a buscar el dinero, el dinero está, y a nosotros siempre nos ha gustado esto y pues salimos a vender.
¿Ya miras hacia el próximo nivel de tu negocio? ¿Ser más ambiciosa?
Sí. Otro carretón para hacer Bacalaítos Gigantes 2. Nuestra meta es llegar al área turística para darles buen producto a los turistas, y otros proyectos en mente. Esperen mucho más de nosotros porque aquí no nos pensamos quedar, queremos seguir hacia adelante.
¿Qué te ha enseñado este negocio?
Que no debemos de perder el tiempo quejándonos, que debemos de ser fajones y de buscar el peso, porque no vale la pena sentarnos a quejarnos, porque el dinero está, hay que buscarlo; y que no es fácil.
Y vaya que su fórmula y actitud ha sido un palo, como dicen por ahí, para esta mujer, sobreviviente de cáncer, sino pregúntele a Jayson de la Cruz, de 26 años: “La primera vez yo vine por curiosidad y después que los probé, pues seguí viniendo”.