A 40 años de la visita del pontífice Juan Pablo II a Puerto Rico
Su mensaje todavía está vigente, pese a que han pasado cuatro décadas de este histórico momento.
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Un día como hoy, hace 40 años, pisó suelo boricua el único pontífice de la Iglesia Católica que ha visitado a Puerto Rico, el santo Juan Pablo II.
Aunque hayan pasado cuatro décadas, el mensaje que emitió en la tarde del 12 de octubre de 1984 en los predios del centro comercial Plaza Las Américas, en Hato Rey, todavía resuena en hechos tan actuales e inconclusos para el pueblo puertorriqueño.
Karol Józef Wojtyła, nombre de pila de Juan Pablo II, dirigió la Iglesia Católica desde 1978 a 2005. El 27 de abril de 2014 fue declarado santo.
Se le conoció como un “papa viajero”. Fue con motivo de la celebración del Descubrimiento de América que se registró su visita a Puerto Rico, que solo duró varias horas.
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Sus dos actividades principales fueron la misa en los predios de Plaza Las Américas, así como una reunión con religiosos católicos en la cancha de la Universidad del Sagrado Corazón.
La travesía del papa San Juan Pablo II inició en Zaragoza, España, luego visitó la República Dominicana. Llegó al Aeropuerto Internacional Luis Muñoz Marín, en Isla Verde, a eso de las 4:00 p.m. y se marchó alrededor de las 11:00 p.m.
Desde este acontecimiento, ningún otro pontífice ha visitado a Puerto Rico. Tampoco la Isla ha sido considerada por la Santa Sede a la hora de nombrar un cardenal, mientras aquí en Borinquen no se ha completado el proyecto que Juan Pablo II animó a realizar: un santuario en honor a la Virgen de la Providencia, patrona de los puertorriqueños. En la actualidad, ese proyecto está inconcluso, aunque los terrenos en que se edificaría en Cupey, San Juan, son utilizados para múltiples congregaciones religiosas.
“Queridos hijos e hijas de Puerto Rico: El obispo de Roma y Sucesor de Pedro profesa hoy junto a vosotros la fe”, destacó Juan Pablo II en el inicio de la homilía.
Poco después, afirmó: “Sé que ahora tenéis el propósito de edificar a María, Madre de la Divina Providencia, un santuario, donde vosotros y vuestros hijos aprendáis a caminar mejor hacia Jesús por medio de María. Quiero alentar vuestro deseo y pido al Señor que os conceda poder realizarlo. Este santuario mariano deberá recordaros que vosotros sois las piedras vivas del templo espiritual y universal que es la Iglesia. Esa Iglesia que vive también en Latinoamérica, en cuyo contexto estáis situados”.
Asimismo, Juan Pablo II clamó por mejorar las condiciones de la pobreza, impregnar a la familia con valores cristianos, darle alternativas a la juventud para que no sucumban y logren encontrar esperanza, así como pidió combatir “la delincuencia, la droga, la corrupción, el alcoholismo”.
“La apertura a otras sociedades debe, pues, serviros para enriquecer la vuestra. Pero no permitáis que concepciones ajenas a vuestra fe y peculiaridad como pueblo destruyan la familia, atacando la unidad y la indisolubilidad del matrimonio. ¡Salvad el amor fiel y estable!, y superad la concepción divorcista de la sociedad”, manifestó.
Este significativo mensaje del santo católico se dio a un pueblo que desconocía que la actividad estuvo amenazada en no realizarse hasta el último momento, debido a la intervención de las autoridades federales por temor de que ocurriera un atentado terrorista en su contra, recordó Miriam Ramos Rodríguez, quien fue la secretaria personal del fenecido cardenal Luis Aponte Martínez por 42 años y estuvo involucrada en la organización del evento.
¿Cómo ocurrió la visita?
Contó que fueron múltiples las ocasiones en las que se le invitó al papa Juan Pablo II a visitar a la Isla, pero las respuestas no llegaban.
Todos los meses de julio, Aponte Martínez solía irse de vacaciones a Europa. En ese julio de 1984 fue acompañado de un grupo de 30 puertorriqueños, incluida la secretaria.
Ramos Rodríguez señaló que durante una reunión privada entre el papa y el cardenal en la ciudad de Castel Gandolfo, al sureste de Roma, Italia, fue que el pontífice le anunció al religioso su visita a Puerto Rico.
El miércoles posterior a esa misa, el grupo de boricuas tenía boletos para asistir a la audiencia papal. Tan pronto anunciaron su llegada, fueron llevados al obelisco del Vaticano. Allí los recibió Juan Pablo II y anunció públicamente su visita a Puerto Rico.
“Esos momentos para mí fueron bien bonitos”, indicó Ramos Rodríguez mientras lloraba. “Ahí todo el mundo supo que la visita del papa era oficial. Todo el mundo estaba emocionado. Nos pudimos abrazar (con el papa). Él tenía una mirada tan profunda”.
Aunque el anuncio oficial se dio en julio de 1984, desde un año antes se anticipaba la posibilidad de la llegada del pontífice, comentó por su parte Félix Méndez, quien estuvo a cargo de la visita del papa a la Universidad del Sagrado Corazón.
“Se estaba preparando en el silencio de la noche”, indicó el hombre, quien pudo ser parte del ente organizativo a sus 29 años por designio del cardenal Aponte Martínez.
La propuesta inicial, dijo, era que el papa visitara Cuba, Venezuela, República Dominicana y Puerto Rico para la celebración del Descubrimiento de América. Pero, los primeros dos países quedaron fuera de la lista y se añadió la parada a Zaragoza, España.
Fue el 11 de octubre de 1984 que Juan Pablo II llegó al vecino país dominicano y al día siguiente pisó suelo boricua. Al bajar del avión, se inclinó y besó la pista del aeropuerto. Le esperaban el cardenal; el secretario de Estado de los Estados Unidos, George Shultz; el exgobernador Carlos Romero Barceló y la primera dama Kate Donnelly, así como el comisionado residente Baltasar Corrada del Río. También estuvo el exgobernador Luis A. Ferré.
Méndez reveló que, de las primeras cosas que hizo el papa en la Isla fue tener una comunicación telefónica con el expresidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, de quien salió la invitación oficial para visitar el país.
Desde este histórico acontecimiento, ningún otro pontífice ha regresado a la Isla. El arzobispo de San Juna, Roberto González Nieves, ha aceptado que en los pasados 12 años no ha surgido una invitación formal para que el líder de la Iglesia Católica a nivel mundial regrese al país.
Los coordinadores del evento opinaron que condiciones políticas, así como afecciones de salud de los sucesores de Juan Pablo II, tras su muerte el 2 de abril de 2005, Benedicto XVI y el papa Francisco, han influido para que Puerto Rico no haya vuelto a tener una visita papal.