Merecen el más ensordecedor de los aplausos por la tenacidad, esfuerzo y compromiso con la que atienden la emergencia del COVID-19 desde que inició la pandemia. Su trabajo incansable y su sacrificio el lado humanista de los trabajadores de la salud en Puerto Rico.

El novel coronavirus fue tan sorpresivo para la ciudadanía como para la clase médica del mundo entero. Doctores, personal de enfermería, terapistas respiratorios... todos se enfrentaban a una enfermedad desconocida y peligrosa. Y su función desde siempre ha sido salvar las vidas de los que se contagian y desarrollan síntomas graves del virus.

Según datos provistos por los gremios de salud son más de 1,200 los enfermeros y 200 médicos puertorriqueños que se contagiaron con el virus y tuvieron que recurrir a cuarentena desde que comenzó la pandemia hace 12 meses, una crisis sanitaria que ha causado la muerte de unos 30 de estos profesionales en la isla.

“Ciertamente, ha sido un año difícil para nosotros y para el país, aun cuando creo que lo hemos hecho mucho mejor que en otros lugares. En algún momento fuimos el país que mejor seguía las restricciones en el mundo. La gente confío en lo que decíamos los médicos y seguían instrucciones. Y lo más importante, no dejamos que colapsara el sistema de salud, uno que de entrada es frágil”, puntualiza Víctor Ramos, presidente del Colegio de Médicos Cirujanos de Puerto Rico.

Rememoró los tiempos de mayor tensión durante el pasado año. En primera instancia menciona los primeros meses en los que circuló el virus. Luego aquella peligrosa ola de noviembre, producto del desenfreno de muchos en festividades o eventos políticos.

“Al principio, no conocíamos el virus como ahora. Todos, incluidos nosotros, pensábamos que nos íbamos a morir. En el caso nuestro, el trabajo, nos causó miedo. No lo podemos negar. A todos nos daba miedo ir al hospital y regresar a tu casa y contagiar a tu familia. A la misma vez veíamos la preocupación en los pacientes. De verdad que esos primeros meses fueron bien duros”, rememoró.

Mencionó, incluso, que hubo profesionales de la salud que se separaron de sus familias para evitar posibles transmisiones del virus.

“También hubo colegas que fueron marcados por las comunidades porque eran consideradas personas peligrosas. Algo así como si fueran los dueños de un punto. Nadie nos quería cerca. Honestamente, esta pandemia fue fuerte para todo el mundo, pero para los profesionales de la salud fue bien, bien difícil”, acotó.

Al momento, 210 médicos en Puerto Rico se contagiaron de COVID-19, decenas fueron hospitalizados y 14 murieron.

“Hemos perdido gente cercana, conocida. Y no solo tenemos a los fallecidos, hay otros que han quedado incapacitados a causa del virus. Tengo a cuatro médicos dependiendo de oxígeno después de que les diera COVID. No murieron, pero tienen esas secuelas graves que llaman el “Long COVID””, detalló Ramos.

Precisó que actualmente hay tres galenos hospitalizados. Todos con expectativas de sobrevivir.

“Ha sido un año agotador. Todos estamos cansados y no solo físicamente, también emocionalmente. Imagina que eres la única persona con esos pacientes enfermos o a punto de morir porque sus familias no pueden estar con ellos. ¡Eso está brutal!”, reflexionó.

De otra parte, Julio Irson, portavoz del Colegio de Enfermería Práctica, advertía en noviembre que los contagios en estos profesionales alcanzaban los 800 casos. Actualmente, esa cifra pudiera sobrepasar los 1,200 casos. Son personas que de alguna manera u otra se contagiaron y estuvieron expuestos al virus, por lo que fueron identificados en el sistema de rastreo y tuvieron que cumplir una cuarentena de entre 10 a 14 días.

De otra parte, se han reportado entre 16 a 18 muertes de profesionales de enfermería.

En aquel momento, Irson advertía que había una sobrecarga de trabajo para el personal que ya se mostraba agotado por todo el trabajo generado durante la pandemia. Indicó que en muchas ocasiones se trabajaron turnos de 12 horas para “cubrir el vacío que deja el personal que tiene que ser retirado a cuarentena o aquellos que han decidido renunciar para no contagiarse o exponer a sus familias”.

“Esto nos ha permitido reflexionar la manera en que todos nosotros, los profesionales de la salud, hacemos contacto con el paciente y cómo debemos de ejecutar nuestro cuidado”, expresó mediante comunicación escrita a Primera Hora.

Por su parte, el secretario del Departamento de Salud, Carlos Mellado, reconoce los desafíos enfrentados con la emergencia y con optimismo detalla que ahora las estrategias del gobierno están enfocadas en vacunar a la población.

“La prioridad ahora es diferente a cuando comenzamos la pandemia. En aquel momento se tomaron decisiones que habían que tomar y con las que estuve de acuerdo. Ahora, obviamente, tenemos las vacunas, el tratamiento monoclonal y nuestra estrategia va dirigida hacia la vacunación e ir, exactamente, en el orden de mortalidad. Una vez bajemos la cantidad de mortalidad la ansiedad que se genera en la población irá disminuyendo”, subrayó Mellado.

Sin embargo, hizo hincapié en que hay que mantener las medidas de prevención con el uso de mascarillas, el distanciamiento físico y el lavado de manos.

“Hay mucha gente joven que se convierten en vectores y, lamentablemente, se lo pegan a los adultos mayores... y ese es nuestro reto ahora mismo: que entiendan que la pandemia continúa y no podemos bajar la guardia. Hay que continuar protegiéndose”, añadió.

Indicó que el llamado a la conciencia ciudadana urge tomando en consideración que hay una amenaza latente con la confirmación que en Puerto Rico hay presente tres variantes nuevas del SARS- CoV-2. Se trata de la variante de Brasil P.2 y la de California B.1.429. Hacía un par de semanas que se había confirmado unos casos de la variante británica B.1.1.7

Este fin de semana, Mellado anunció por comunicado de prensa que dos nuevas variantes del coronavirus se detectaron en la isla y fueron catalogadas como “de interés”.

El funcionario aseguró que las variantes son monitoreadas por el equipo de vigilancia epidemiológica de la agencia y que, al momento, las vacunas de Johnson & Johnson, Pfizer y Moderna muestran eficacia contra estas mutaciones.