La sed de venganza que ha alimentado los cambios generacionales en el liderato del narcotráfico en el residencial Monte Hatillo, donde se ha librado una guerra sin cuartel con grupos rivales desde los años noventa, ha dejado una estela de violencia extrema que mantiene en vilo a residentes de comunidades cercanas hace unos de 25 años. 

La secuela más reciente de esa pugna ocurrió este miércoles cuando el fuego cruzado entre grupos rivales del residencial Monte Hatillo y Berwind se vinculó, nuevamente, con actos de venganza, en esta ocasión por el crimen de Héctor Nussa Román, de 27 años, ocurrido en la avenida Montecarlo en Río Piedras, de acuerdo con una pesquisa preliminar de la Policía. 

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Nussa Román, que fue arrestado el 13 de agosto por agentes de la División de Drogas del área de San Juan tras ocuparle 738 cápsulas de crack, era hermanastro del supuesto líder de los puntos de venta de sustancias controladas del residencial Monte Hatillo. 

Este medio supo que tras el crimen de Nussa, su hermanastro juró venganza contra grupos de la barriada El Polvorín, el barrio San Martín y el residencial Jardines de Campo Rico. 

Sin embargo, los conflictos entre grupos de los citados complejos de vivienda pública se remontan a 1993 cuando sicarios ejecutaron al entonces líder del residencial Monte Hatillo, identificado por el apodo de Germán el Monstruo. 

Sus sucesores fueron Alex Long y Kiko, quienes para mayo de 1993 le dispararon al actual jefe del Negociado de Drogas de la Policía, José J. García Díaz, cuando laboraba como agente de contacto en una operación encubierta.

“Fuimos activados para trabajar en una operación encubierta entre el edificio 22 y el puente peatonal y estos individuos armados con armas largas nos dispararon y me hirieron en la cabeza. Alex Long y Kiko fueron arrestados. Cuando me dieron de alta, 30 días después, el día de la visa preliminar llegó la madre de uno de ellos a la sala del juez con un acta de defunción porque habían sido asesinados”, relató García Díaz.

Luego recordó que fue baleado otro rival del dúo, identificado por el apodo de Canito Berwind.

Al transcurrir los años, para el 26 de septiembre del 2002 los narcotraficantes le declararon la guerra a la Policía con el asesinato de un agente encubierto, Wilbert "Chino" Rodríguez Sepúlveda, de 29 años, vecino de Cupey, quien se disponía a realizar una intervención junto a otro policía en un punto de drogas en la parte posterior del Edificio 5 del residencial Jardines de Campo Rico en Río Piedras.

Ese día, los agentes llegaron a un lugar donde los dueños del punto de drogas esperaban la visita de un individuo que estaba luchando por recobrar el control y había iniciado una guerra que había provocado varias balaceras que dejaron heridos en complejos de vivienda aledaños, según los archivos de este diario. 

Un mes después, el entonces superintendente de la Policía, Miguel A. Pereira, negaba el fracaso de la agencia en controlar las constantes balaceras entre pandillas de narcotraficantes que durante un mes les ha perturbado su paz. 

Los tiroteos habían ocasionado que unos 3,000 estudiantes del Departamento de Educación no pudieran asistir a clase por razones de seguridad en los planteles ubicados en las inmediaciones de los referidos residenciales. Esa situación por periodos se tornó cíclica y hoy, jueves, por iniciativa de los padres, las clases en escuelas cercanas a Monte Hatillo y Berwind fueron desalojadas al rumorearse que resurgirían tiroteos. 

En 2002, la Policía organizó un operativo en conjunto con el FBI en los residenciales Monte Park, El Flamboyán y Monte Hatillo, en busca de los sospechosos del asesinato del agente Rodríguez Sepúlveda.

Los tiroteos continuaron de forma esporádica en el transitado sector hasta que apareció en el escenario el narcotraficante Alexander Capo Carrillo, alias Alex Trujillo lo que provocó la ocupación en septiembre del 2006 del residencial Monte Hatillo con el fin de estrangular económicamente al prófugo estatal y federal. 

El joven, quien estuvo prófugo de la justicia hasta el año 2007, controlaba seis residenciales públicos en Carolina, Trujillo Alto y Río Piedras, donde se alega operaron unos 10 puntos de drogas bajo su mando.

La situación siguió fuera de control ante el malestar de los residentes sobre la manera de proceder de las unidades especializadas de San Juan lo que generó amenazas contra la Policía para el cese de las intervenciones.

El 6 de diciembre del 2006, el agente Juan J. Burgos Vélez, de 36 años, adscrito al precinto de Monte Hatillo, fue asesinado al intentar intervenir en una balacera entre con dos bandas rivales entre el lado norte y el lado sur del caserío. Además, la mujer policía Nadja Lugo, que transitaba en una motora hacia el residencial para atender la situación de emergencia sufrió un accidente de tránsito en la avenida 65 de Infantería frente al cuartel de San Agustín, en Río Piedras, que le ocasionó que perdiera una pierna. 

Las guerras continuaron tras el crimen de uno de los miembros de la pandilla de Alex Trujillo, identificado como Hommysan H. Cariño Bruno, de 30 años, el 30 de abril del año 2008, en la avenida Frontera final, cerca del residencial Park Court de Río Piedras.

En 2010 y 2011 se organizaron campañas gubernamentales para unificar las comunidades.Sin embargo, el mes de agosto del 2012, el cuartel de la Policía localizado dentro de los predios del residencial Monte Hatillo fue trasladado a la avenida 65 de Infantería por motivos de seguridad ya que los policías quedaban acuartelados en medios de las constantes balaceras. 

A pesar de las ofensivas policiacas para controlar la violencia entre estos grupos, los nuevos integrantes persisten en sus violentos ataques que convierten un amplio tramo de la avenida 65 de Infantería en una zona de alto riesgo, al igual que calles, parques y otras áreas públicas del céntrico sector capitalino.