Apasionado de la talla de santos
Antonio “Papo” Avilés se desvive por mantener presente el arte que brota de su ingenio y manos.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 6 años.
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Es considerada una de las profesiones artesanales más antiguas de Puerto Rico y estuvo a punto de desaparecer, hasta que una familia en Orocovis se encargó de revivirla.
La talla de santos de madera es una de las principales manifestaciones del arte puertorriqueño de la actualidad, aunque sus raíces provienen de mucho tiempo atrás. Y uno de sus máximos exponentes, el maestro Antonio “Papo” Avilés, es en gran medida responsable de que se mantenga viva esa tradición.
Fue a través de su papá, don Celestino Avilés, que adquirió el interés por la artesanía. A los 12 años visitó una feria en Barranquitas, donde conoció a un reconocido tallador de santos: Norberto Cedeño. A través de él sintió la curiosidad de esculpir y desde entonces no ha dejado de crear figuras en madera.
“Es difícil explicar lo que siento cuando estoy tallando. Me gusta hacerlo en la soledad y en silencio. Hay que concentrarse en el bloque de madera, profundizar y visualizar la figura que se quiere hacer. Luego, eliminas la madera que sobra y ahí sale la pieza”, contó Avilés, de 67 años y quien lleva 55 como tallador.
La talla ha sido pasión, su sustento y su vida. La única vez que hizo otra cosa, aunque relacionada, fue cuando para la década del 70, cuando fungió como maestro tallador en el Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico, como parte de los cursos que ofrecía el Taller de Bellos Oficios.
Ha sido ganador de múltiples competencias y reconocimientos y sus trabajos se exhiben en galerías de todo el mundo, incluyendo El Vaticano. Una de sus piezas más conocidas fue una imagen de la Virgen de la Providencia tallada a tamaño real. La hermosa pieza, de unos cinco pies de alto y sobre 500 libras de peso, le tomó más de un año para terminarla y actualmente permanece en la Catedral de Brooklyn, en Nueva York.
Sin embargo, la talla ha tenido sus altas y bajas. Según contó, para la década del 80 hubo una merma considerable de personas que practicaban este arte.
“Por ser la artesanía más antigua, los talladores se estaban muriendo y quedaban pocos. Entonces, a papi le dio con reunir a los que quedaban, y entre toda la familia decidimos organizar el primer encuentro de talladores de santos”, rememoró Avilés, cuya estirpe se ha destacado en distintas manifestaciones artesanales, como la talla de hueso, joyería artesanal y sortijas de corozo, entre otras.
Desde entonces, cada tercer domingo de diciembre, Orocovis se convierte en el punto de encuentro para talladores de santos de toda la Isla.
“El festival ayudó a que más personas jóvenes se interesaran por la talla. Al primer encuentro llegaron 12, y ya este año tenemos sobre 90 artesanos (confirmados) y muchos otros que no pueden llegar por distintas razones, pero que se mantienen tallando”, contó.
Este año, el festival se efectuará el domingo, 16 de diciembre en el estacionamiento público de Orocovis.
Para Avilés, a pesar de las dificultades que enfrenta el país, el éxodo de boricuas a Estados Unidos y de los altos costos en la materia prima, la talla de santos no desaparecerá tan fácilmente.
“Actualmente, está un poco más retenido, pero es por los efectos de María. Gran parte de la población se fue para allá afuera. La madera la han subido al doble y es más difícil conseguir materia prima, pero todavía le veo un buen porvenir a la talla de santos”, destacó el artesano orocoveño, quien aseguró que existen tres tipos de compradores: los devotos, los que compran piezas para regalar y los coleccionistas.
Para conocer más sobre el Encuentro Nacional de Talladores de Santos, o apreciar las piezas de Avilés, pueden comunicarse al 939-452-8001, o buscar en Facebook: Museo Orocoveño Celestino Avilés Meléndez.