Detestado al principio por su canto estridente y todavía amenazado con campañas para su erradicación porque pone en peligro las especies nativas, el coquí puertorriqueño que se ha reproducido con éxito en Hawaii ha logrado ganarse un cantito del corazón de estos isleños.

Según reseñado en el West Hawaii Today,  un estudio de la investigadora Emily A. Kalnicky sugiere que las personas con propiedades privadas habitadas por coquíes tienen una actitud menos negativa hacia este pequeño anfibio que el resto de la población. Al parecer, y no era lo que se esperaba del estudio, la gente ha empezado a tolerarlo y a acostumbrarse a su presencia constante.

Kalnicky realizó su investigación en el verano de 2008 en 85 propiedades privadas en 12 comunidades de toda la isla de Hawaii. Los investigadores midieron la relación entre la abundancia de coquíes, las actitudes de los residentes hacia la ranita, su participación en las actividades para el control de esta especie y las variables ambientales que afectan a la calidad del hábitat de la rana.

Los resultados de la investigación, hecha para la disertación doctoral de Kalnicky, podría cambiar el acercamiento que hace el Departamento de Agricultura al plan para erradicar al Eleutherodactylus coquí, acusado de poner en riesgo el equilibrio natural por comerse invertebrados que son la fuente de alimento de otras especies. Para erradicarlo, el Gobierno necesita la total colaboración de la ciudadanía en identificar e informar de la presencia del querendón de Puerto Rico que allá es una plaga.

A juzgar por algunos de los comentarios de residentes de Hawaii, el coquí tiene muy buenos defensores, como el cibernauta que firma como “sydsinger”, quien aseguró que la gente ya se disfruta el coquí pero se les hace difícil admitirlo porque llevan años diciendo que su dulce canto es contaminación por ruido.