$275.37 fue lo que cobró el agente encubierto Alejandro González Malavé después de conducir a la muerte a los jóvenes independentistas Arnaldo Darío Rosado y Carlos Soto Arriví al Cerro Maravilla.

“Recibí de S-7 (agente contacto) la cantidad de $245 por concepto de mi paga correspondiente a la primera quincena del mes de agosto de 1978”, detalla un recibo firmado a puño y letra por “El Fraile”. En el recibo de la paga correspondiente a la segunda quincena de julio de 1978, la cantidad que recibió González Malavé, aparece en blanco.  Sin embargo, el talonario que acompaña el recibo, dice que la paga neta fue de $275.37.

Al cumplirse el lunes 38 años de los sucesos que culminaron con los asesinatos en Maravilla, miles de documentos y memorandos confidenciales de la desaparecida División de Inteligencia de la Policía, algunos con nombres tachados, muestran el doloroso carpeteo y la persecución que sufrieron miles de puertorriqueños.

Los documentos, que fueron transferidos al Archivo General de Puerto Rico en 2005, adscrito al Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP) junto con unas tres mil carpetas contra ciudadanos fichados por la Policía, están en proceso de ordenación, descripción y preparación de guías. Primera Hora examinó algunos folios del expediente  como confidente y agente encubierto de González Malavé, quien aquel 25 de julio de 1978 condujo a Rosado y a Soto Arriví hasta el área de Toro Negro en Villalba, bajo el alegado entendido de que iban a sabotear unas torres de antenas. A su llegada Rosado y Soto Arriví fueron emboscados por policías y asesinados de rodillas.

Reza en el expediente de González Malavé, una carta con fecha del 28 de febrero de 1979, del entonces jefe de Inteligencia, Ángel Luis Pérez Casillas denominándolo agente del año “por la brillante labor que usted realizó durante el transcurso del pasado año 1978”.

El 9 de agosto de 1978, dos semanas después de Maravilla, González Malavé reclamó en uno de los reportes que los días 18, 20, 21, 22 y 23 de julio de 1978 “se efectuaron gastos por $65.00 en las áreas de Río Piedras, Hato Rey y Santurce en comidas y refrigerios”.

En el expediente figuran también varios talonarios de pagos y recibos de adelantos que detallan que en julio de 1978, el agente encubierto devengaba un salario bruto mensual de $585.00 mensuales por sus servicios. El Fraile, mote que le puso la División de Inteligencia cuando lo reclutó en sus años mozos como confidente mientras cursaba estudios en la escuela Gabriela Mistral, en Puerto Nuevo, daba cuenta a sus agentes contacto de las reuniones y actividades en las que participaba, muchas de ellas en los días previos al 25 de julio de 1978.

En uno de los documentos González Malavé solicita que la Policía le reembolse $25.00 “del fondo con grupos subersivos” por su participación en reuniones  entre el 11, 13 y 15 de julio de 1978 en los negocios “Mi Casa”, en Carolina y Pastrana’s Mango Tree y el Burger King, en Río Piedras. “Estos gastos fueron hechos como parte de un acercamiento mayor con los individuos y para discutir en dichos lugares sobre posibles planes subersivos”, alegaba el entonces encubierto.

Entre el 8 y 9 de julio, reclama otros $25.00 en gastos de reuniones “con otros individuos subersivos” en “El Quijonés” y en Mastro Pizza Palace, en Río Piedras. “Estos gastos fueron hechos con el propósito de un mayor acercamiento y que adquieran mayor confianza en mi persona de la labor que realizo”, detalla El Fraile. Otra de sus facturas fue por $52.00 para “gastos de introducción” en reuniones entre mayo y junio de 1978 en el residencial Quintana, donde residía uno de los jóvenes asesinados en Maravilla y en la urbanización Villa Prades, en Río Piedras. Previamente, el 26 de mayo de 1976, facturó $60.00 por la compra de balas y un Smith & Wesson, calibre 32.

El 28 de abril de 1977, siendo ya agente encubierto, en otro memorando reclamó al entonces jefe de la División de Inteligencia “una asignación especial” ya que alegaba que hacía dos meses y medio que no cobraba. “El siguiente es un informe de mi situación económica, no paupérrima, pero si un tanto precaria”, dice otro de los manuscritos.

Uno de los documentos -también a mano- del policía, Carmelo Cruz, revela cómo reclutaron a González Malavé, primero como informante con una paga inicial de $15.00 semanales por sus servicios de espionaje. “Pude apreciar que era un muchacho listo, inteligente y que tenía habilidad para conseguir amistades. Se le dio el seudónimo de Fraile y la clave 80H6 para que se identificara con ese nombre cuando se comunicara a la oficina”, dice Cruz en el memorando del 22 de mayo de 1973 al teniente coronel, Desiderio Cartagena, entonces jefe de la División de Inteligencia.

El documento detalla que González Malavé comenzaría a prestar servicios en agosto de 1973, cuando comenzaría a cursar el décimo grado en la Escuela Gabriela Mistral, en Puerto Nuevo.

González Malavé nació el 20 de mayo de 1957. De una familia pobre, se crió con sus padres y un hermano menor en la barriada Monacillos, en Río Piedras.  Además de la Gabriela Mistral estudió en las escuelas Santiago Iglesias Pantín y Juan B. Heyke.

Entre los reportes, González Malavé detalla reuniones, mítines, piquetes y actividades sociales del movimiento independentista a las que él asistía como la boda, el 4 de julio de 1974, del entonces líder estudiantil, ahora periodista y profesor universitario, Luis F. Coss, en una residencia en Cupey. “Asistieron a dicha boda alrededor de 200 personas”, dice el informe, que identifica por nombre y apellido a 43 de los invitados.

Los informes, aunque tienen nombres tachados, revelan sus servicios secretos como inflitrado en grupos como la Federación de Estudiantes Pro Independencia (FEPI) -de la que llegó a ser líder-, la Federación de Universitarios Pro Independencia (FUPI), el Partido Socialista Puertorriqueño (PSP) y el Movimiento Revolucionario Armado MRA), supuesto comando que iba a sabotear las torres en Maravilla y al que según El Fraile, pertenecían Rosado y Soto Arriví.

El 13 de enero de 1977 otro memorando indica que González Malavé era candidato a agente encubierto. En ese momento era militante del PSP y había alcanzado el “carnet rojo”, un peldaño que sólo alcanzaban los cuadros en esa colectividad actualmente desaparecida. Otro documento sostiene que en 1975 ingresó a la Universidad de Puerto Rico (UPR), “pero fue dado de baja por malas notas”.

En marzo de 1980, el agente encubierto reclamó protección a la División de Inteligencia y al Negociado de Investigaciones Especiales (NIE) por amenazas.

Los policías que participaron en Maravilla alegaron que actuaron en defensa propia, pero en las vistas que realizó el Senado en 1982, bajo la batuta del abogado Héctor Rivera Cruz, se develó que los jóvenes fueron asesinados. Los policías fueron encontrados culpables a nivel local de asesinato y en el foro federal de perjurio. González Malavé fue acusado de secuestrar al chofer Julio Ortiz Molina, pero fue absuelto en febrero de 1986.  En abril de ese mismo año fue asesinado a tiros en la marquesina de la residencia de su madre, en la urbanización Santa Juanita, en Bayamón. El caso nunca se esclareció.

Abogado de El Fraile, alega que fue una víctima

Su abogado, Héctor Santiago, dice que González Malavé “también fue una víctima como los muchachos que murieron allá arriba” y que la Policía lo utilizó. “Alejandro me dijo a mí que estaba arrepentido”, sostuvo el abogado. Sin embargo, durante las vistas del Senado ni en ningún otro proceso público, González Malavé expresó arrepentimiento de los fatídicos sucesos.

Santiago también dijo González Malavé y el agente William Colón Berríos le brindaron información que compartió con el ahora fenecido exlegislador independentista David Noriega, quien instó en los tribunales el caso contra el gobierno por el carpeteo de ciudadanos independentistas. “Para mí esa fue la mayor aportación que yo pude sacar de Maravilla”, indicó Santiago en entrevista con Primera Hora.

“Alejandro y Colón Berríos me explicaron cómo era que funcionaba todo el operativo de inteligencia y cómo era que se confeccionaban las tarjetas en todos los niveles. Sin la información que nos brindó González Malavé y William Colón Berríos hubiera sido imposible haber radicado el pleito de las carpetas”, sostuvo Santiago.

Dijo que la primera información que levantaba un agente encubierto de una persona y de sus actividades le llamaban platillo y era la información base. “Con eso era que empezaba a abrirse una carpeta en la División de Inteligencia. Después esa persona ya estaba marcada y por ahí seguían todas las investigaciones y las consecuencias que eso tenía para las personas sobre sus trabajos, estudios y su vida personal”, indicó el abogado.

Explicó por ejemplo, que una persona era fotografiada por informantes y agentes encubiertos en el Festival de Claridad, “se abría el platillo y luego la carpeta”. Añadió que se fichaba “a los más activistas y con características de líderes”.

Sin embargo, el exrepresentante independentista, Víctor García San Inocencio calificó la versión de Santiago como una “fabula”. San Inocencio sostuvo que Noriega instó el caso de las carpetas después que el agente Colón Berríos, estando preso,  hizo público el proceso de carpeteo contra independentistas en una entrevista con el entonces periodista Abraham González Laboy, en la radioemisora WKAQ.

Relató que en la entrevista se reveló que el entonces superintendente Carlos López Feliciano era uno de los fichados “como simpatizante de los separatistas” y ante reclamos de otros ciudadanos que alegaban que habían sido encarpetados, el gobernador de turno, Rafael Hernández Colón dijo que las carpetas serían quemadas.

“Ahí tomamos la decisión de ir al tribunal como medida cautelar para que se ordenase la preservación de las carpetas”, sostuvo García San Inocencio, quien entonces era asesor legal de Noriega. Añadió que  radicaron una petición de información para evitar que las carpetas fueran quemadas.

“Tengo que pensar que hay alguna confusión en el recuerdo de quien afirme que como parte del pleito de David hubiese habido alguna entrevista con González Malavé o con cualquier otro policía. El caso surge claramente de la petición de información tras las admisiones que le hizo el agente Colón Berríos al periodista”, afirmó el abogado.