Fajardo. Una vorágine de coraje y sufrimiento protagonizaron la continuación del juicio contra dos jóvenes implicados en el asesinato de la fiscal Francelis Ortiz, quien según su viudo murió por encargo tras un nebuloso caso que involucra a personal del Departamento de Justicia y no por un carjacking como han establecido las autoridades.

Los trabajos del día en la sala de la jueza Gema González Rodríguez, del Tribunal de Fajardo, se tornaron intensos tras las desgarradoras declaraciones del esposo de la fiscal, Fermín Arraiza, quien fuera de sala advirtió públicamente estar tras un supuesto autor intelectual del crimen.

“Yo no tengo la menor duda de que ellos (los acusados) llegaron allí y que ellos dispararon contra mi esposa. Pero alguien los mandó y estoy detrás de esa persona”, reiteró durante un receso en el juicio que se lleva a cabo por jurado.

A preguntas sobre la identidad de ese autor intelectual se limitó a decir lo siguiente: “(Tiene que ver) con denuncias que (la fiscal) hizo públicas de malos manejos del personal del Departamento de Justicia y no voy a hacer más comentarios”.

Por su parte, una de las fiscales del caso, Leilani Vargas,  negó los señalamientos de Arraiza y dijo que de la información surgida en la pesquisa se trata de un crimen en medio de un carjacking y así se mostrará durante el juicio.

Con anterioridad al serio bache de lodo derramado sobre el Departamento de Justicia, Arraiza protagonizó en sala un incidente cuando desvió el interrogatorio que le hacía el fiscal Gabriel Redondo para dirigirse directamente a los acusados.

“Mírame, que te voy a perseguir en esta vida o cualquier otra... mírame, así mismo”, expresó un airado Arraiza con los ojos clavados a los acusados Daniel Vázquez Cubilete y Rafael Aponte Peña, quienes observaban con detenimiento el proceso.

Las expresiones de Arraiza -quien es abogado de profesión- se suscitaron cuando narraba el momento en que se enfrentó al cadáver de su esposa en el hospital regional de Carolina.

Dijo que entró a un cuarto donde vio el cuerpo sobre una camilla. Estaba arropado con una sábana blanca, pero su rostro estaba al descubierto.

Dijo que puso su mano sobre el pecho de la difunta y comenzó a orar. 

“Le pedí perdón por no poderla salvar y le prometí que los iba a coger a todos (los asesinos). Le di un beso en la frente y otro en la boca”, dijo el viudo entre sollozos.

Fue en ese instante que le lanzó el grito cargado de dolor a los acusados. 

Previo a esta narración, Arraiza dio estremecedores detalles de la noche que ocurrió el crimen de Francelis.

Explicó que la tarde antes la fiscal trabajó en San Juan y él se quedó en su casa en el barrio Guzmán de Río Grande, al cuidado de la hija de ambos, Camila, quien tiene 5 años.

Detalló que mientras dormían,  poco más de la medianoche, el sonido de dos disparos lo levantaron. Se asomó por varias ventanas, pero al no ver nada anormal se recostó nuevamente. Antes texteó a su esposa en dos ocasiones y la llamó, pero ella no respondió y él pensó que se había retrasado en el trabajo.

Sin embargo, varios minutos después el sonido del abanico del radiador del auto Mini Cooper de la fiscal lo despertó por lo que decidió ir a la planta baja de su residencia y llevó consigo su arma.

Allí, vio el auto de su esposa y a ésta malherida e inconsciente recostada hacia el área del pasajero. 

“Me la mataron”, gritó quien por medidas de seguridad disparó hacia un zafacón y maleza de su casa.

Posteriormente, añadió que sacó el cuerpo de su esposa y lo colocó en la parte de atrás del Mini Cooper. 

Luego despertó a la niña, la puso en la parte de al frente del carro no sin antes decirle “mamita, mamá está herida... no mires para atrás”.

Detalló que en el camino al Mini Cooper se le explotaron dos gomas, por lo que le urgía buscar ayuda. Por eso se detuvo en un garaje cercano a pedir auxilio a unos policías que había divisado. 

Este momento y lo que sucedió en adelante fue grabado por las cámaras de seguridad del negocio.  Las imágenes  se mostraron en sala.

Al llegar al garaje Arraiza pidió ayuda a los policías para que transportaran a su esposa a un hospital. Y así ocurrió. Todos se montaron  en el vehículo oficial.

Uno de los policías que ayudó fue Daniel Pagán, quien también testificó en sala.

Compungido el agente rememoró el momento en que Arraiza cogió a su esposa “como si fuera un bebé” y se montó con ella en la parte trasera de la patrulla. 

Mientras, él se montó al frente con la niña y la abrazó a su regazo para tratar de calmarla pues estaba “temblorusca”.

Pagán dijo que mientras se dirigían al hospital, Arraiza lloraba y le pedía a Francelis que reaccionara. 

Al mismo tiempo, la pequeña Camila, miraba a la parte posterior del carro y decía: “mataron a mami, mataron a mami”. 

En ese instante Pagán le agarró la cabecita para que no mirara más aquella trágica escena en la que su progenitora estaba moribunda y su padre angustiado tratando de revivirla con respiración boca a boca.

El policía dijo que el caso lo trastocó pues es padre de dos niños. Su relato hizo llorar a miembros del jurado y a otros espectadores en sala. 

Con esa angustia llegaron a la 1:10 de la mañana al Hospital Regional de Carolina. Tristemente,  doce minutos después la doctora Glaymar Dominguez declaraba muerta a la fiscal.

La fiscalía reveló que en total se sentarán a testificar 20 personas y que esperan la conclusión del caso para finales de este mes.

El juicio continúa hoy a las 9:00 de la mañana.