Triste historia de un vil asesinato- Ve vídeo
El cuerpo del cajero de una farmacia de Salinas fue encontrado días después del crimen en Juana Díaz, y ayer acusaron a los asesinos.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 13 años.
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Salinas. Hasta hace poco, el retrato de Mario Alberto Colón Pérez colgaba en una pared de la farmacia donde laboraba como cajero. Su humildad, su respeto y su responsabilidad le valieron ser reconocido como empleado del mes de julio.
Ahora sus compañeros de trabajo en Salinas llevan crespones negros. El joven de 23 años, hijo del conocido abogado José Enrique Colón Santana, fue cruelmente asesinado el pasado 7 de septiembre, convirtiéndose en otra víctima más de la terrible ola criminal. Ayer, sus verdugos quedaron tras las rejas.
A Mario Alberto lo vieron por última vez de madrugada en un garaje de gasolina a la entrada del pueblo. Según la investigación del agente de Homicidios, Ángel Santiago, el joven pagó con una tarjeta de débito sin darse cuenta de que cuatro individuos lo observaban mientras ponía su contraseña.
Un pelotero de la liga Doble “A” de Salinas era parte del cuarteto, pero dejó a pie al grupo. Los otros tres le buscaron conversación a Mario, llegando a compartir con él unas bebidas energizantes. Luego le pidieron pon hasta el barrio Río Jueyes en Coamo.
En el trayecto lo agredieron para arrebatarle la tarjeta de débito, lo colocaron en el baúl de su auto y lo condujeron hasta una finca en Juana Díaz. Según la pesquisa, el joven herido logró escapar, pero los maleantes lo alcanzaron y lo agredieron en la cara con una batería. El menor del trío de asaltantes, Christopher Gibson, quien confesó los hechos, lo apuñaló con un cuchillo de cocina y, aún con vida, la víctima fue lanzada por un barranco, donde se cree que, finalmente, murió por desangramiento.
Ocho días después, su cuerpo fue encontrado en estado de descomposición y no fue hasta hace unos días que su familia pudo identificarlo. El martes fue cremado, y hoy será el velorio en la Funeraria Monserrate de Salinas.
Wilisa Ortiz, con quien el joven convivía y procrearon un niño que tiene un año y medio, estaba destruida. “Estoy ronca por tanto llorar. Ese era el hombre que yo amaba”, dijo.
“Mario no era del pueblo de Salinas y todo el pueblo lo quería por su sonrisa, su humildad y su simpatía”, dijo Hansha Goerke, empleada de un establecimiento de comida rápida. “Cuando yo salía, él se veía mapeando y cuadrando la caja”, dijo la empleada.
El guardia de seguridad del centro comercial donde ubica la farmacia, Eddie Vázquez, también tuvo palabras de elogio. “Él no tenía la malicia que tenemos las personas cuando puede suceder algo. Siempre lo estábamos aconsejando. Era una persona tan humilde y sana”, dijo Vázquez.
Mientras, en la farmacia los empleados se veían compungidos. Una foto de Mario Alberto sonriendo con el mensaje impreso “Descansa en paz”, fue colocada en una mesita a la entrada, con un velón blanco.
Gibson, de 16 años, se hallaba bajo probatoria por escalamiento, y ahora encara cargos de asesinato en primer grado, violación a la Ley de Armas, fraude y destrucción de evidencia, pues confesó que quemaron el carro del occiso en un lugar en Santa Isabel. Sus compinches, Ricardo Rivera, de 21 años y Anthony Espada Correa, de 20 años, enfrentan los mismos cargos excepto el de destrucción de evidencia.
El trío fue ingresado a prisión ayer al no poder prestar la fianza global de $1.3 millones que les impuso un juez del Tribunal de Ponce. El caso estuvo a cargo del fiscal Antonio Cintrón.