Testigos detallan las operaciones de narcotráfico de Angelo Millones
Un ex cabecilla del imperio de drogas del residencial Torres de Sabana, en Carolina, aseguró que orquestó con el acusado el envío de narcóticos a Nueva York.
![Uno de los testigos aseguró que cuando “Angelo Millones” y sus compinches llegaban a Nueva York, él les entregaba entre $30,000 y $40,000, a veces más, para que los gastaran en sus paseos y caprichos. <font color="yellow">(Archivo)</font>](https://www.primerahora.com/pf/api/v3/content/fetch/image-resizer-v1?query=%7B%22website%22%3A%22primera-hora%22%2C%22imageUrl%22%3A%22https%3A%2F%2Farc-anglerfish-arc2-prod-gfrmedia.s3.amazonaws.com%2Fpublic%2FT4PXKT5IWRGMPNZDTU6ACH5AZE.jpg%22%2C%22width%22%3A2560%2C%22redirect%22%3A%221%22%2C%22external%22%3A%221%22%7D)
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 14 años.
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Poco a poco, hasta la cima.
Los primeros dos testigos llamados por la Fiscalía Federal en el caso del notorio Ángel Ayala Vázquez, mejor conocido como “Angelo Millones”, presentaron un cuadro sumamente detallado sobre el poderío que el presunto capo alcanzó desde sus comienzos en la industria del narcotráfico, primero como un elaborador de sustancias controladas, luego como cabecilla de punto hasta que, finalmente, se convirtió en uno de los principales exportadores de cocaína desde Puerto Rico a Nueva York.
El primer testigo, Víctor Meléndez, un ex cabecilla del imperio de drogas del residencial Torres de Sabana, en Carolina, aseguró que él y el acusado orquestaron el envío de cargamentos a la Ciudad de los Rascacielos a través del correo.
El testimonio produjo un fuerte suspiro del acusado, quien enfrenta cargos de narcotráfico y lavado de dinero junto con su medio hermano Luis Xadiel Cruz Vázquez, mejor conocido como “el Mono”.
Meléndez detalló que estableció su base de operaciones en Nueva York luego que las autoridades intentaran arrestarlo en Puerto Rico, y precisó que Angelo Millones se convirtió en su principal suplidor de drogas.
Meléndez sostuvo, además, que él recibió en varias ocasiones a Ayala Vázquez y otros de sus compinches en Manhattan para ver peleas de boxeo, las paradas puertorriqueñas y cuadrar el envío de cargamentos. Precisó haber hablado con Ayala Vázquez durante un evento del boxeador Miguel Cotto sobre los problemas que había enfrentado con un alijo de drogas.
“Estaban en la pelea y unos de los shipments se tardó en vender, y estábamos Muñecón, Brione y yo en la conversación”, sostuvo Meléndez, refiriéndose a otros sicarios que acompañaban a Angelo Millones en sus viajes de lujo. “Angelo me dijo que con lo de él no tenía prisa, y que lo cogiera con calma”, añadió.
Meléndez, quien actualmente cumple su tercera sentencia por narcotráfico y que firmó con la Fiscalía Federal un acuerdo de sentencia, en julio de 2010, para testificar en el juicio, aseguró que él le entregaba dinero en efectivo a Angelo para que se diera la buena vida en sus viajes de negocios y placer.
“Cuando ellos (Angelo Millones y sus compinches) llegaban a Nueva York, viajaban sin maletas y prácticamente sin nada y, cuando llegaban, yo les entregaba el dinero para que se fueran de shopping o para lo que quisieran”, señaló Meléndez. “Yo le entregaba el dinero a Elvin (uno de los presuntos miembros de la banda de Angelo Millones, que se declaró culpable de narcotráfico) y podrían pedir $30,000 y después pedir $30,000 a $40,000 más, dependiendo del tiempo que se quedaran”, aseguró.
Aunque el abogado estrella de Angelo, Frank A. Rubino, aseguró que la fiscalía no iba a poder presentar evidencia directa que incriminara a su cliente en delitos de narcotráfico, Meléndez pudo ofrecer información precisa sobre las actividades del acusado como uno de los principales exportadores de estupefacientes del país.
Sin embargo, el letrado minó la credibilidad del testigo al demostrar que éste podría zafarse de una cadena perpetua mediante el testimonio que ofreció ayer.
Un amigo de infancia del acusado, que también está cumpliendo una sentencia por narcotráfico, ofreció más detalles sobre cómo éste se inició en el mundo del narcotráfico.
El segundo testigo, Miguel Montes Nieves, indicó que Ayala Vázquez comenzó su carrera de narcotraficante adulterando sustancias controladas en un apartamento de Isla Verde. Las drogas eran transportadas al residencial José Celso Barbosa para ser vendidas en los puntos de droga.
El testimonio coincide con la investigación de las autoridades federales, quienes aseguran que Angelo Millones se convirtió en el principal distribuidor de drogas para la mayoría de los puntos de la zona metropolitana y varios pueblos del litoral norte del país, y que se inició en el mundo del narcotráfico en el mencionado residencial, el cual se convirtió en su bastión a pesar de que no vivía en el complejo público por razones de seguridad, luego que comenzó a dirigir su propio punto de drogas.
Montes Nieves indicó que él, Angelo y otro individuo llamado Steven comenzaron a operar sus propios puntos de droga en Barbosa en 1993, meses después de que el complejo público fuera ocupado por la Policía de Puerto Rico y la Guardia Nacional como parte de los primeros operativos realizados por la administración de Pedro Rosselló. Angelo Millones primero operó un punto de crack, pero luego retomó otros puntos de droga de Steven en Barbosa y en el residencial La Alegría, en Bayamón.
“Los muchachos de Barbosa lo llamábamos ‘el Negro’. Lo conozco desde hace más de 20 años. Estudiamos juntos en la escuela intermedia y jugamos pelota luego que Angelo abandonara la escuela”, indicó Montes Nieves.
El testigo, que se crió con otros familiares que vendían drogas en el complejo público, involucró a Angelo Millones en una guerra sin cuartel contra sicarios del residencial Los Laureles, en Bayamón. Según el testigo, el acusado estaba en todo momento armado con una pistola calibre nueve milímetros que se conoce como “la Lady” en el bajo mundo, o un rifle de asalto AR-15 durante los periodos más intensos de combate contra los otros puntos de droga.
Detalló, además, cómo Angelo Millones y otros sujetos llamaron por celular a otro hombre que controlaba la venta de drogas en Sierra Linda, complejo que colinda con Barbosa y que, aparentemente, también se convirtió en parte de su terreno para la venta de drogas.
“Él (el líder de la ganga de Sierra Linda) nos decía que nosotros no eramos guapos. Nosotros le decíamos que lo íbamos a encontrar”, sostuvo el testigo sobre las llamadas telefónicas que servían como un preludio de los atentados a mano armada.